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¿QUÉ SON LAS EMOCIONES FUNDAMENTALES?

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Las emociones fundamentales son emociones de supervivencia. Cada emoción tiene un programa integrado específico. El programa causa los cambios físicos en nuestro cuerpo y evoca un impulso a la acción diseñado para ayudarnos a sobrevivir o a prosperar en el momento inmediato. Las emociones fundamentales están para informarnos sobre nuestro entorno para que podamos vivir lo más adaptativamente posible. «¿Estoy seguro o en peligro? ¿Qué necesito/quiero? ¿Qué no quiero? ¿Estoy triste? ¿Me duele algo? ¿Qué me da placer? ¿Qué me da asco? ¿Qué me emociona?». Como las emociones fundamentales están integradas en la parte media de nuestro cerebro, no están sujetas al control consciente. No pueden estarlo. Las emociones fundamentales y sus impulsos funcionan automáticamente, impulsándonos a actuar de inmediato. La naturaleza pretendía que pensáramos sólo después de haber sido «avisados» por nuestras emociones fundamentales. Por eso, las emociones fundamentales se originan en una parte del cerebro que reacciona más rápido de lo que podemos pensar y que no se puede controlar conscientemente. Y también por eso no podemos pensar en cómo sortear una emoción fundamental; debemos experimentarla visceralmente para poder procesarla. Las emociones fundamentales son brillantes: si nos echamos a un lado, su programación innata nos dice qué hacer para vivir la vida adaptativamente.

Las emociones fundamentales son:

• miedo

• ira

• tristeza

• asco

• alegría

• entusiasmo

• excitación sexual

Nuestras emociones fundamentales son en realidad un puñado de sensaciones físicas. A medida que crecemos y con la ayuda de la empatía de nuestros cuidadores, aprendemos a identificar y a nombrar las emociones que sentimos: «Estoy triste, asustado, feliz, etc.». Pero lo que experimentamos cuando estamos tristes es una sensación de pesadez y de desasosiego en el pecho, o una sensación específica en los ojos, como presión o lagrimeo.

Las emociones fundamentales también contienen impulsos físicos, diseñados por la naturaleza para ser una llamada inmediata y adaptativa a la acción. ¿Alguna vez has ido a la nevera para ponerte un vaso de leche sin comprobar la fecha de caducidad? Un trago de leche agria provoca una reacción inmediata: la escupimos. Nuestras papilas gustativas, amenazadas por el veneno, mandan una señal a nuestro cerebro emocional —el sistema límbico— para activar el asco. El asco, una de las emociones fundamentales, causa náuseas, una respuesta física del cuerpo.

El asco provoca un impulso a la acción que afecta muchos músculos: la lengua se retrae y los músculos alrededor de la boca se contorsionan. El asco puede afectar los músculos del tracto gastrointestinal, provocándonos el vómito. El asco evolucionó para mitigar los efectos del veneno cuando los seres humanos tenían que buscarse la comida. El asco también resulta de las interacciones humanas que son tóxicas o venenosas. Una consecuencia de sufrir abuso es que el abusador provoca asco. Ésta es la inteligente manera que tiene la naturaleza de indicarnos qué es bueno para nosotros y qué es malo. Cada emoción fundamental tiene una acción específica, y esta acción pretende ayudarnos a sobrevivir o a prosperar en ese momento.

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