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¿QUÉ SON LAS EMOCIONES INHIBITORIAS?

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Las emociones inhibitorias son un conjunto específico de emociones que bloquean las emociones fundamentales. A veces, bloqueamos las emociones fundamentales para llevarnos bien con los demás y a veces porque los demás nos desbordan.

Las emociones inhibitorias son:

• ansiedad

• culpa

• vergüenza

Las emociones inhibitorias nos mantienen conectados, primero a nuestros padres y cuidadores principales y más adelante a nuestros grupos de pares, escuelas, parejas/cónyuges, comunidades, religiones, colegas, amigos y al mundo en general. Los seres humanos estamos programados para conectar; es necesario para nuestra supervivencia que nos preocupemos unos de otros. Por consiguiente, preservar las conexiones con los padres u otros cuidadores es fundamental para el desarrollo físico y mental del niño. Si mi madre sale de la habitación cada vez que estoy afligido, a la larga aprenderé a no mostrar mi aflicción para evitar el abandono. Si mi ira provoca que mi padre se enfade y se ponga agresivo, aprenderé a ocultar mi ira. Las emociones inhibitorias preservan la conexión anteponiéndose a la expresión emocional básica.

Tras el nacimiento, empezamos a aprender qué emociones fundamentales son aceptables para las personas que nos rodean y cuáles no lo son. Las emociones «inaceptables», por definición, provocan una respuesta negativa. Por ejemplo, si a un niño su padre le dice que «actúe como un hombre» cuando muestra tristeza, el cerebro de ese niño lo considerará una respuesta negativa porque su padre ha rechazado su emoción fundamental. Si el entusiasmo de una niña pequeña choca con el comentario de su madre diciéndole que «se contenga», el cerebro de la niña aprenderá a inhibir el entusiasmo. En el futuro, lo moderará o como mínimo lo vivirá con conflicto. Cuando una niña le dice a su abuela que le dan miedo las arañas y su abuela le responde «no seas tonta», esa niña entenderá que no está bien compartir sus miedos. En el futuro, cuando tenga miedo, puede que lidie con él sola en lugar de pensar que puede acudir a alguien en busca de sosiego y bienestar.

Cualquier emoción fundamental puede evocar algo negativo, indeseado y espontáneo en nuestros padres. Los padres pueden responder a las emociones fundamentales de sus hijos con ira, tristeza o indiferencia. Estas respuestas negativas son difíciles de manejar para todos nosotros. Las personas tenemos una necesidad básica de respuestas positivas cuando expresamos nuestras emociones. Cuando nuestras emociones se encuentran con cualquier cosa que no sea interés y afecto, indican a nuestro cerebro que está sucediendo algo desagradable o peligroso. El tono de voz, las expresiones faciales, la postura corporal y el lenguaje, todo puede indicar que nuestra expresión emocional es indeseada para nuestros cuidadores. Si nos encontramos con una respuesta negativa, intentaremos limitar esas emociones en el futuro. ¿Cómo lo hacemos? Nuestro cerebro usa las emociones inhibitorias, una señal de «stop» emocional, para frenar cualquier expresión emocional.


Prohibida la ira

Cuando nuestro cerebro percibe emociones fundamentales de las que aprendimos previamente que no son bien recibidas, surgirán las emociones inhibitorias para detener el flujo de energía de la emoción fundamental, causando tensión muscular e inhibiendo la respiración. El efecto es como apretar el acelerador y el freno de un coche simultáneamente. Las emociones fundamentales empujan hacia arriba para expresarse y las emociones inhibitorias las empujan hacia abajo. El boicot a la energía emocional causa estrés —en ocasiones, estrés traumático— en nuestro cuerpo.

Cuando aprendemos, aunque sea inconscientemente, que una sensación básica es inaceptable, el patrón de boicotear esa emoción sigue a lo largo de nuestra vida adulta, a menos que trabajemos activamente para cambiar esa dinámica.

Además de ayudarnos a funcionar en la sociedad, las emociones inhibitorias desconectan las emociones fundamentales cuando se vuelven demasiado intensas. Emociones como la rabia, la pena y el terror pueden ser desbordantes. A veces no podemos manejarlas. Nuestro cerebro usa las emociones inhibitorias como una forma segura de desconectar las emociones fundamentales para evitar que nos desborden.

No siempre es depresión

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