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Rafik

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Cuando un tren arranca, son muchas las historias que se ponen en marcha, trayectos de vida que toman el camino de un nuevo destino, citas con el futuro cercano o más lejano. Más que la hora en la que salen de la estación, los trenes que van y vienen entre El Cairo y Alejandría son conocidos como El Faransawi,11 El Turbini o El Asbani.12 La primera clase helada por el aire acondicionado abierto hasta el extremo contrasta con la segunda clase generalmente irrespirable debido el calor humano acumulado en un viaje acompasado por los sobresaltos en los rieles. La distancia se recorre en dos horas y media o tres, tierra adentro del campo egipcio, alcanzando finalmente la ciudad de Banha y la orilla fértil del Nilo.

Rafik observa discretamente a una pasajera cuya presencia destaca entre las demás. Acaba de sentarse unas filas más adelante de su lugar después de haber acomodado a sus acompañantes músicos en el mismo vagón, con la intervención del controlador. El paso del carrito de comida invita a los pasajeros entrados en pláticas animosas a retomar sus asientos. Abogado como su padre y su abuelo, el corazón de Rafik resiente su estado de soltería desde la ruptura del compromiso con Rasha, la novia elegida por su familia y los comadreos de los vecinos que finalmente se habían apaciguado. Rafik declina los alimentos ofrecidos con tal de no perderla de vista. Nota que la mujer pide un café capuchino, por el sencillo placer de ver al encargado encender la mini batidora y colocarla en la taza humeante de un café instantáneo de sabor indefinido, para conseguir elevar una espuma bien elaborada hasta el punto del desborde. Rendida, la mujer toma unos sorbos simbólicos antes de abandonar la bebida en la mesita plegable junto con la cuenta y la propina reunida por un par de libras. Coloca su bolsa como almohada y cierra los ojos mientras la vida campesina sigue desfilando por las ventanas.

Alejandría, Damanhur, Tanta, Birkat El Saba, Quesna, Banha, El Cairo, un plano secuencia de 200 kilómetros cuyo rodamiento crea un ritmo acompasado sobreimpreso, acentuado por los frenos en cada parada. El campo extiende su alfombra verde, sus escenas de vida que detrás de la ventana transcurren como rollos de película que se graban en cada vuelta de rueda en los rieles. Los celulares vibran o suenan al entrar en Mahatta Masr.13 Disculpas puntuadas por un sinnúmero de fatalistas malesh.14

“Usted estaba en el Turbini, hace una semana, y…” Rafik se quita las gafas oscuras y me mira intensamente con la sonrisa irresistible de los vencedores del destino férreo. “Tardé dos días en encontrarla”.

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