Читать книгу Miradas egipcias - Hélène Blocquaux - Страница 9
Sherín
ОглавлениеEn el suq19 de Mansheya, la calle más angosta se llama Shera es-setta.20 Ahí, en medio del tumulto femenino, los artículos colocados en un orden atrevido son regateados hasta el agotamiento por el vendedor y la desesperación de la clientela. Las mujeres deambulan en unifila para surtirse de retales, botones, hilos o perlas. En este espacio, que amenaza con encogerse en cada instante por el desbordamiento humano, resulta imposible rebasar al de enfrente sin tropezarse contra uno de los muchos puestitos bizarros que lo bordean. Los colores se mezclan con las esencias y los anuncios sonoros vanaglorian el mejor precio o calidad. Sherín saca delicadamente de su bolso un velo de tela delgada y frágil para entregárselo al costurero; Noha, su amiga de la infancia, curiosea por las tiendas de telas.
Los ojos casi cerrados y la respiración contenida, Sherín ya no puede mirar de frente; la impresión de encontrarse súbitamente frente a su amor anterior a unos días del festejo de su nuevo compromiso con un ejecutivo bancario se convierte en una lista de dulces recuerdos que no hacen más que entrechocarse. Sherín toma asiento para recuperar el aliento. Su relación con Hazem estaba hecha de sentimientos amorosos y bellas palabras mientras las familias calculaban o emprendían negociaciones interminables en torno de los bienes.
Regresan de golpe las agujas del reloj temporal para llegar al instante cuando la unión entre Sherín y Hazem se deshiló brutalmente por decisión paternal. Al no haber alcanzado un capital que le permitiera comprar un departamento, Hazem había tenido que renunciar a la boda y al amor de Sherín. Sabía que su prometida nunca iba a aceptar casarse sin la aprobación de sus padres.
La tela rosa corre debajo de las agujas de la máquina procurando no romperla. Es el velo nupcial revelador del compromiso inminente de la mujer. ¿Se puede remendar una vida o reparar el pasado con tal de intentarlo nuevamente? Noha saca a Sherín de su ensoñación sin percatarse de la presencia sutil de Hazem. Procura admirar el rosa sutil del velo y lo dobla rápidamente para convencer a la futura desposada de acudir a la imprenta a recoger las invitaciones.
Recorriendo las calles alejandrinas, siento mis pasos despertar un pasado que no era mío. Si de alguna esquina surgiera un hombre de otro siglo para contarme su historia olvidada por mi familia ¿lo escucharía o bien seguiría con paso redoblado mi propio camino?