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Sociedad y economía

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El núcleo de la sociedad de la Odisea es el oîkos, palabra griega que solemos traducir por ‘casa’, pero que designa la familia —esposa, hijos, a veces yernos y nueras, las concubinas si las hay—, los esclavos y esclavas, el servicio —hombres libres—, el edificio y su tesoro —sus bienes, desde los alimentos a los objetos de valor y las armas—, los campos y los rebaños. Todo ello, personas y bienes muebles e inmuebles, pertenece al señor, cuya fama radica en esas posesiones, que son exclusivas. No solo exige fidelidad de la esposa, también de los sirvientes: por ello son cruelmente asesinados Melantio y las doce muchachas que habían entablado relación con los pretendientes (XXII 461-480). Los esclavos proceden de la guerra o de la piratería (como Eumeo, XV 390-453). Pueden ser domésticos o explotar la tierra. En esta también trabajan los sirvientes, jornaleros libres, pero de vida aún más dura que los esclavos —así Aquiles asegura preferir ser «siervo» que estar muerto (XI 489); y Eurímaco increpa a Ulises disfrazado, asegurando que preferirá ser mendigo que trabajar para él por un salario (XXIII 361-364)—. Otro grupo lo constituyen los artesanos, dignos de respeto (XVII 382-385): «porque di, ¿quién va nunca a buscar ningún hombre de fuera / si no es ya a los que tienen un arte en servicio de todos, / ya adivino, ya médico o ya constructor de viviendas / o inspirado cantor que recree con su canto? Son estos / los varones que vas a buscar hasta el fin de la tierra».

A diferencia de la Ilíada, en la Odisea estos humildes se ven junto a los nobles, los áristoi, los héroes y sus mujeres e hijas, incluso actuando juntos. Pero no debemos pensar que ello representa un mundo igualitario. El oîkos por el que luchan Eumeo y Filetio es el de Ulises, no el suyo.

El oîkos se autoabastece —el vino, la carne que consumen los pretendientes procede de las tierras y rebaños de Ulises—, pero el enriquecimiento con botines conseguidos fuera es decisivo también. Por ello, Ulises consiente en quedarse un día más en la tierra de los feacios por la promesa de regalos: «de cierto sería gran ventaja / el llegar a mi propio país con las manos más llenas / y obtendría más afecto y respeto de todos los hombres / que en tal modo me viesen en Ítaca entrar de regreso» (XI 358-361); al llegar a Ítaca, su primera preocupación y la de Atenea es dejarlos a buen recaudo (XIII 302-305, 360-365).

La economía se asienta en la tierra —agricultura y también pastoreo— y en el botín. Existen otras actividades, como el comercio y la piratería (el cíclope les pregunta si son comerciantes o piratas en IX 251-254), pero desde el punto de vista de los áristoi son ocupaciones despreciables. El feacio Euríalo reprocha a Ulises parecer de «gentes que buscan la ganancia en el mar» (VIII 159-164)27.

Los nobles pasan el tiempo que están en casa —y no en guerras o viajes— en banquetes, que son recurrentes en la Odisea, y también en otras actividades, como el deporte (en el palacio de Alcínoo, VIII 97-103), o la caza, como en el episodio del jabalí (XIX 392-466).

Un tipo de relación social primordial, que constituye, además, un tema nuclear en el poema, es el de la hospitalidad. Todo hombre debe hospitalidad a quien se la solicite, ya que el huésped está protegido por Zeus Xenios («¡Infeliz! Acojámosle: es Zeus quien nos manda a los pobres / y extranjeros errantes que el don más pequeño agradecen», VI 207-208). No solo debe darle comida, ropa y albergue, la hospitalidad también implica el intercambio de regalos que, como hemos visto, es una manera de conseguir riqueza y una forma de establecer alianzas. Tanto el cíclope como los pretendientes violan este principio. En el caso de estos últimos, la grave y reiterada impiedad justifica la matanza final.

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