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Las escenas

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El origen oral de los poemas se refleja también en las escenas-tipo, situaciones repetidas que son narradas según un patrón similar, aunque no exactamente igual34. De nuevo, aunque parezcan elementos repetitivos, son significativas porque a) una escena concreta supone una elección entre otras posibles escenas; b) las diferencias con respecto a escenas similares atraen la atención de los narratarios; c) la preferencia por determinados tipos de escenas en el poema o en una parte de él está íntimamente relacionada con el asunto del poema. Así, uno de los grupos temáticos de escenas en la Odisea es el de la acogida a un huésped. La hospitalidad es un tema fundamental en el poema no solo en los distintos encuentros de Ulises en tierras extranjeras, también en la propia Ítaca, y por ello estas escenas se repiten sin cesar, creando un modelo positivo la mayor parte de las veces (Néstor, Menelao, Antínoo), que contrastará con el modelo negativo representado por los pretendientes, que actúan mal como huéspedes, pero, sobre todo, como anfitriones de Ulises disfrazado de mendigo.

La misma función, aunque menos evidente, tienen las escenas de sacrificio 35 (véanse, por ejemplo, III 445-463, XII 353-365; XIV 413-456; también Ilíada, I 447-469, II 402-432, entre otras). Estas escenas presentan la siguiente estructura: 1) ofrenda y plegaria inicial; 2) sacrificio de la víctima y preparación para su cocción; 3) cocción; 4) comida; 5) conversación. Las distintas partes pueden variar en longitud y en detalles. La descripción más minuciosa de la escena es la de III 445-463, en el palacio de Néstor en Pilos. Al describir el narrador este sacrificio, se habla de un reino próspero y piadoso (en los dos días de estancia asisten a dos sacrificios, tres libaciones y tres plegarias), con lo que se establece un contraste evidente con la ausencia de sacrificios por parte de los pretendientes. El hecho de que Néstor en la Ilíada no esté especialmente caracterizado como hombre piadoso induce a pensar que en la Odisea el uso de estas escenas está dirigido a dibujar la ruptura del orden establecido que representan los pretendientes y que justificará el desenlace. Del mismo modo, el sacrificio de las vacas del Sol (XII 353-365) es especialmente impactante, ya que los narratarios saben que es un falso sacrificio, en realidad un sacrilegio: el recurso utilizado por medio de la escena típica es el de la ironía trágica.

En resumen, las fórmulas y las escenas típicas se explican en el marco de la composición oral, ya que son ayudas para la improvisación del aedo, para enlazar episodios o rellenar espacios entre contenidos nuevos. Y no solo tienen sentido para el aedo, también son relevantes para su auditorio, que las siente como las guías por las que rueda la narración, siempre hacia delante. Nada que ver con la impresión de esas mismas fórmulas tal y como llegan a nosotros, lectores, que podemos volver cuantas veces queramos a ellas y que vacilamos entre buscarles un sentido único o desestimar su valor por reiterativo. Algo similar nos sucede ante una canción de estribillo pegadizo y repetitivo: nos agrada cuando la oímos, pero no soportaríamos leerla como un poema.

En ambos casos estamos ignorando el universo literario creado por estos recursos mnemotécnicos, que hacen gala de un lenguaje estilizado para describir el escenario donde actúan héroes y dioses. Así, la cualidad ideal de una mujer son «sus blancos brazos», y un palacio maravilloso se describe como «un brillo de sol o de luna cerníase en la casa de elevadas techumbres, morada del gran Menelao» (IV 45-46 = VII 84-85, del «magnánimo Alcínoo»); también las escenas son las ideales, como la de hospitalidad, con los elementos que «deben ser»: recibir al huésped, preparar el banquete, etc. Todo ello forma parte de la tradición, del material del que parte el poeta en su composición y sobre el que la elabora.

Odisea

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