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GRECIA

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Ya hemos señalado que en la Grecia clásica Homero era una leyenda, y su autoridad literaria y moral, indiscutible. Sirvan como ejemplos las palabras de Platón: «quienes alaban a Homero diciendo que este poeta ha educado a la Hélade [...] debemos [...] convenir con ellos en que Homero es el más grande poeta y el primero de los trágicos»62. La influencia de Homero en la propia literatura griega es incuestionable y su mero catálogo desborda los límites de esta introducción63; su influencia fue decisiva en historiografía, en novela, en lírica antigua, en tragedia, en la poesía helenística y en la prosa de la segunda sofística.

Pero la poesía homérica no era solo un modelo. También era objeto de crítica, desde Jenófanes 64 y Heráclito 65 a la posterior, ya comentada, de Platón, lo que provocó la necesidad de armonizar la autoridad antigua de Homero con la nueva de la Filosofía. De ahí nació la interpretación alegórica, ya con Teágenes de Regio, en el siglo VI a. C., del que se dijo que fue el primero en escribir sobre Homero66. A partir del siglo v a. C. abundan las interpretaciones alegóricas que intentaban demostrar cómo el modelo homérico de dioses se acercaba más de lo que parecía a lo que podían decir filósofos o sofistas como Pródico o Demócrito. El estudio más antiguo conservado son las Alegorías homéricas de Heráclito, del siglo I d. C. En ellas analiza la Ilíada en términos teológicos, para liberar a Homero de la acusación de blasfemar contra los dioses, mientras que, con respecto a la Odisea, se ocupa más de la repercusión de su perspectiva en la filosofía práctica. Heráclito afirma que, si uno la examina con atención, verá que en su mayor parte son alegorías, porque Homero tomó a Ulises como instrumento de todas las virtudes y muchas de sus aventuras representan los males del hombre: los comedores de loto encarnan la tentación de la comida exótica, Circe representa la atracción de vicios extraños, el cíclope la amenaza de la ira salvaje, el viaje al Hades simboliza la inteligencia dispuesta a todo para alcanzar sus objetivos, etc.

Por otra parte, la actitud hacia Ulises no siempre fue positiva, como reflejan las críticas de Píndaro y de los trágicos, entre otros, en obras de tema troyano, como Filoctetes de Sófocles o Hécuba de Eurípides, donde aparece como tramposo y demagogo.

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