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e) ¿Una ética sin sujeto?

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Por las características del presente trabajo, deseo concluir estas reflexiones preguntando si es posible seguir pensando la ética y sus dilemas si desaparece el sujeto, es decir, la persona responsable de sus actos y decisiones.

La pregunta me parece pertinente porque, a partir de mediados del siglo XX, se instaló en los medios académicos la tesis estructuralista que sostenía que la vida natural se nos escapa desde el momento en que comenzamos a hablar. Hablar sería antinatural, en el sentido de que inscribe nuestro cuerpo biológico –el nivel de lo instintivo e indiferenciado de la vida natural– en el campo de la cultura y de la ley.

Yo no soy otra cosa que una fantasía de presencia detrás de la significación, necesariamente perdida desde el momento en que estamos sujetos a un sistema de signos, como el lenguaje oral y corporal. Por todo eso, el discurso tiene la estructura del deseo, porque le falta algo que tiene que articularse en el orden del lenguaje. No decimos lo que queremos; queremos lo que decimos17.

Pero fue Michel Foucault quien más influyó en el cambio de visión sobre el sujeto al sostener que es el poder hegemónico el que utiliza técnicas de sujeción y de normalización para crear al individuo moderno. Y lo hace a través de instrumentos de domino sobre su cuerpo, alrededor de la salud, la sexualidad, la higiene, el valor (o no) de lo genético, los límites entre salud y enfermedad, entre otros.

Según esta visión, en nuestros tiempos, el sistema capitalista, a través de los Estados nacionales, sería el responsable de delinear las formas de dominio que le permiten categorizar, clasificar, disciplinar y controlar a las poblaciones (ya no sociedades) para ponerlas al servicio de sus intereses.

Para este autor y sus numerosos seguidores, es el entorno social donde nace y crece un individuo el que moldea su mapa axiológico, su autopercepción y, en síntesis, su manera de ver el mundo. Es por esta línea que se llega a plantear la muerte del sujeto libre, autónomo, responsable y socialmente solidario18.

Paul Ricoeur, potente pensador de la segunda mitad del siglo XX, introdujo la expresión “maestros de la sospecha” para remarcar cómo, a partir del siglo XIX, la filosofía se pone en guardia sobre los posibles engaños a los que nos puede llevar una ingenua búsqueda de sentido en la conciencia, ya que esta tiende a engañarnos. Marx, Nietzsche y Freud –de ellos se trata–, cada uno a su modo, intentaron descubrir qué trama oculta hay detrás de la conciencia que nos lleva a ver las cosas de una manera, cuando en realidad se darían de otra. Para Marx, la verdadera explicación está en los procesos sociales generados por la dinámica de la economía. Nietzsche, por su parte, lo atribuye a la demostración de fuerza que hacen los seres humanos para estar en el lugar que sienten que les corresponde estar en el mundo, a la que llama voluntad de poder. Finalmente, Freud señalará los ardides del inconsciente para desviar y desvirtuar las pulsiones por los verdaderos objetos de deseo humanos.

La influencia de estos tres pensadores, junto con otros aportes significativos posteriores, llevó a que la filosofía se tornara una ciencia de la interpretación o hermenéutica de los discursos (orales o escritos) sobre lo que en otros tiempos se llamaba realidad.

En los últimos años, muchos de estos pensadores coinciden, en líneas generales, en considerar a la tecnología y la globalización como consecuencias negativas del proceso de cambio y auguran escenarios poco esperanzadores para la humanidad.

Como previendo este deslizamiento hacia el pesimismo en la filosofía, ya en el año 1982, Jacques Derrida pronunció una conferencia que tituló: “Sobre un tono apocalíptico adoptado recientemente en filosofía”19. En aquel momento, el conferencista lanzó una aguda crítica contra los actuales mistagogos (iniciadores en cualquier tipo de misterios) que preconizan la muerte de Dios, de la poesía, del arte, de la razón y del sujeto.

Pero, simultáneamente, hay otros pensadores que no tienen esta visión apocalíptica y, si bien comparten el concepto de que el lenguaje precede a las personas, consideran que la estructura lógica de los lenguajes posee constantes universales similares a las relaciones matemáticas. Y, en cuanto al tema de la identidad, encuentran que las personas no solo pueden, sino que deben construir una biografía coherente para no caer en la alienación mental. Las estructuras sociales, a su vez, deben garantizar la libertad y los derechos de sus integrantes y por ello, la necesidad permanente del perfeccionamiento de las instituciones y de las personas.

La defensa de la capacidad racional de la humanidad, tanto la racionalidad técnica y calculadora como la razón dialógica, anticipadora y moral, los lleva a tener una visión esperanzadora del futuro de la humanidad.

Si bien los procesos de cambio profundo generan confusión y angustia, la única vía para superar esos trances no es la resignación a un devenir catastrófico inevitable, sino la apelación a buscar mediante el diálogo las mejores soluciones para la transformación de las crisis en oportunidades de crecimiento personal y cultural.

Para estos pensadores positivos, que inspiran este escrito, la crisis de representación de los nuevos conglomerados de migrantes, marginados y perjudicados por la universalización de las culturas y el despliegue tecnológico puede superarse a través de nuevas y creativas formas de organización que surgirán, precisamente, del diálogo honesto y libre de presiones de los distintos grupos de intereses.

Obviamente, esta propuesta no es bienvenida en el mundo académico cooptado por el pensamiento de las izquierdas nostálgicas y huérfanas de propuestas concretas y realistas. Tal vez por todo esto, Heidegger, en su última etapa, sostuvo que “solo un Dios podrá salvarnos”20.

12 Expresión latina que indica un comentario ampliatorio o ejemplificador, pero fuera del texto principal.

13 Adaptado de Maliandi (1991).

14 Cortina (1999:11).

15 Cortina (1999:12).

16 Título tomado de Maliandi (1989).

17 GiorgI y Rodriguez (Comps.) (2007:17).

18 Es llamativo que sea el pensamiento identificado con el posmarxismo y todas las variantes “progres” el que sostenga estas tesis, cuando los regímenes no capitalistas han sido los mayores exponentes en desarrollar aparatos partidarios y estatales de control, regimentación y limitaciones a la libertad.

19 Derrida (1994).

20 Entrevista a Heidegger (1976).

El Valer de los valores

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