Читать книгу Ni en un millón de años - Isabel F. Peñuelas - Страница 13

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III

—Vamos, vamos, Samuel. Todo ha salido a la perfección. Ya está hecho. El contrato está cerrado.

—Eso es, Cortana. Hay que celebrarlo.

Para Samuel, casi cualquier situación es motivo de celebración. Samuel hubiera sido un modelo de actitud, de no ser porque la forma que tenía de celebrarlo todo era comiendo compulsivamente.

—El coche está a punto de llegar.

—Que espere —dice Samuel, masticando a dos carrillos.

—Pero no querrás llegar tarde a la reunión con la agencia, ¿verdad?

—Cortana, hazme un favor: retírate hasta que haya terminado.

La señorita de la agencia de Exclusivas Netflix sabe cómo hacer la pelota a sus clientes. En cuanto ve a Samuel se acerca a saludarle.

—Buenas tardes, Sr. Jones. Tiene usted un aspecto estupendo hoy.

—Será el día —responde él.

—Oh, sin duda, un día azul precioso, Sr. Jones. Acompáñeme, por favor.

La señorita nos conduce hasta la sala de experiencias donde Ava nos está esperando. Al abrir la puerta, entramos en el mundo de las películas clásicas de Ava, en blanco y negro, que Samuel debe de haber visto docenas de veces. Mientras avanzamos entre los viejos fotogramas remasterizados en 3D, la señorita va repasando con elegancia las condiciones que, obviamente, Samuel se conoce a la perfección.

—Ava es un producto muy refinado. No es para cualquiera. Netflix posee todos los derechos y tiene el compromiso de no poner otra versión equivalente en el mercado durante los próximos veinticinco años. Es evidente que no todo el mundo puede permitirse algo así y, bueno, usted ya se lo imagina, Sr. Jones, ¡todo el mundo sabe muy bien quién puede permitírselo!

La señorita se da cuenta de que Samuel no está prestando atención. Solo tiene ojos para Ava.

—Piense en su descendencia. Los genes de Ava son exclusivos y, si usted finalmente toma la decisión, solo usted tendrá acceso a ellos.

En realidad, los genes no son un problema. Hay docenas de proveedores que proporcionan el máximo estándar con una amplísima oferta de físico y personalidad.

—Este año, por ejemplo, se ha puesto de moda el estándar afroamericano con la genética de Church & Zhang. No voy a discutir que se trata de un modelo muy atractivo. Pero en solo unos años, ¿cuántas copias de ese modelo habrá en circulación? En cambio, la genética de Ava…

Lo que está evitando dar a entender la amable señorita es que cualquier modelo lo suficientemente avanzado le proporcionaría el mismo índice de placer objetivo que Ava.

—En definitiva, lo que Ava le ofrece es un estatus privilegiado, un sello de distinción. Durante los próximos veinticinco años, Exclusivas Netflix le garantiza que solo habrá una Ava en el mundo. Como ocurrió entre 1922 y 1990.

Es lo mismo que el cacao. En realidad, el sintético es objetivamente superior, pero la nostalgia cotiza. Samuel debería tenerlo muy claro.

—Verá, Sr. Jones… —La señorita duda.

—Puedes llamarme Samuel. De hecho, lo prefiero. Me haces sentir mayor.

—Oh, claro. Samuel. Bueno, ya sabe… no tenemos mucho tiempo. El plazo vence a final de mes y antes deberíamos tener el contrato firmado.

—No hay problema, señorita. Precisamente eso es lo que me trae hoy aquí. Acabo de cerrar una operación importante y podemos poner fecha para la firma.

La señorita se queda momentáneamente sin palabras. Esto es lo que le encanta a Samuel: pillar a todo el mundo con el pie cambiado.

—Y ahora, si no tienes inconveniente, ¿podrías retirar todas estas viejas imágenes y hacernos pasar ya al atolón de plástico? A Ava y a mí nos gustaría quedarnos un momento a solas y disfrutar de las vistas del Pacífico.

Ni en un millón de años

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