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SER PADRES EN PSIQUIATRÍA INFANTO-JUVENIL

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Desde el momento en que se opera ese cambio de perspectiva que restablece a los padres como «padres», incluidos en un conjunto en el que el niño es otro elemento, el encuentro queda transformado.

Los padres llegan hostiles y tensos, temiendo ser catalogados y que su fracaso, designado por esa demanda, sea ratificado por un interventor externo. Esa referencia a un tercero es una oficialización de la ruptura de equilibrio y también la promesa de cambios deseados, aunque temidos. Cuando se dan cuenta de que son recibidos como «padres», de que la terapia no se ejerce ni directamente sobre ellos ni contra ellos, pueden, paradójicamente, hablar mejor de sí mismos y «revivir» con emoción sus interrelaciones en su familia de origen y en la que han creado después. El trabajo que se elabora entonces puede ser de una profundidad extrema. Lo transgeneracional se instala ahora con toda naturalidad en el centro de los encuentros con los padres.

El niño forma parte de una estructura (el grupo familiar) que no puede ser eliminada, ni siquiera cuando el práctico intenta mantenerla a distancia. El psiquiatra infanto-juvenil está, pues, conminado a trabajar con la familia, y eso constituye una de sus dimensiones mayores. Una ampliación semejante del campo de la práctica no ha sido tomada en cuenta, de manera satisfactoria, ni por el pensamiento médico clásico, ni por el pensamiento psicoanalítico tradicional. Y si actualmente lo pueden hacer, es gracias al enriquecimiento debido a los cuestionamientos de la experiencia psiquiátrica infanto-juvenil.

En efecto, la medicina tradicional aborda lo interindividual con criterios genéticos y hereditarios, complementados más tarde con el concepto de «terreno» (transmisión vertical) y con la aproximación del «contagio» (transmisión horizontal). La práctica psicoanalítica ortodoxa, fundada en la técnica de la cura-tipo en relación dual, apenas puede «evocar» el grupo familiar tal como se representa en el discurso del paciente. O bien considera al padre como un paciente por analizar.

Al contrario, en la práctica psiquiátrica infanto-juvenil, el grupo familiar manifiesta su presencia. La práctica no es asunto de un solo individuo. Este es también miembro de un grupo: ese conjunto que es el sujeto forma parte a su vez de un conjunto englobante, y, en ese sentido, podemos hablar de «terapia en volumen», discursos sobre los padres o el niño y referentes de esos discursos. Los padres y el niño se entrecruzan ellos mismos en una dramaturgia.

Psiquiatría de la elipse

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