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LA ENFERMEDAD COMO FIGURA
ОглавлениеLos pacientes de psiquiatría infanto-juvenil son definidos con el término niños, y no con el de enfermos, como ocurre en todas las otras disciplinas médicas. Algunos hablan incluso de gosses [chiquillos] o de gamins [muchachos]. Malades [enfermos] no es más que un adjetivo, mientras que es un sustantivo para los psiquiatras de adultos como para los pediatras, que denominan a sus clientes petits malades [pequeños enfermos], donde petit es el adjetivo y malades, el sustantivo. De la misma manera, los miembros de la Educación Nacional no ven en los niños más que eleves [alumnos], en todo caso, a partir de la escolaridad obligatoria. En cambio, los psiquiatras infanto-juveniles no se colocan frente a una enfermedad, sino frente a una persona, cuyas manifestaciones no siempre han de ser inscritas en el marco de la patología. La enfermedad no resume al individuo sufriente objeto de cuidados.
Para eso se pueden aducir varias razones:
– El recurso al psiquiatra es cada vez más diversificado, y el abanico de la clientela es cada vez más abierto: comprende niños cuyas perturbaciones son mínimas, como aprendizaje esfinteriano, dificultades de relación, convivencia escolar, relación con la lectura o con la escritura, etc. Nada hay en todo eso que remita a una entidad mórbida. Muchos de esos niños son «ordinarios», como lo son nuestros propios niños o los de nuestros amigos.
– Otra razón reside en la obligación que tiene el psiquiatra público de vivir en los mismos lugares del área geográfica a la que su servicio atiende: es, por tanto, usuario de los mismos servicios que sus propios usuarios (esto es evidentemente menos cierto en las grandes metrópolis, donde están más diluidos). Así pues, es ineludible para él cruzarse con los niños que acuden a su consulta en diversos lugares públicos: las casas de jóvenes, las escuelas, las tiendas, donde esos niños no se presentan como enfermos, sino como otros niños.