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Las causas de las batallas güelfas y gibelinas en la Romaña

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En el siglo XIII, los güelfos boloñeses, tras la muerte de Federico II, consiguieron conquistar, bajo las enseñas de la Iglesia, gran parte de la Romaña, con la excepción de los gibelinos forliveses, que continuaron siendo un territorio gibelino rodeado por güelfos.

Hasta ese momento, Bolonia había estado dividida en tres facciones:

Los gibelinos, capitaneados por los Lambertazzi.

Los güelfos, capitaneados por los Geremei.

El pueblo, en minoría y neutral.

Los Lambertazzi, tal vez para apartar a los güelfos de la Romaña, incitaban a atacar Módena, mientras los Geremei incitaban a atacar Forlí y el pueblo se quedaba mirando a los dos bandos.

Bolonia finalmente decidió tratar de someter a Forlí. Así que los boloñeses organizaron un ejército regular para marchar contra la ciudad romañola, asediarla y someter las tierras de la Romaña a la Iglesia.

Esto hizo que los forliveses fueran conscientes del peligro que corrían y llamaron allí a Guido da Montefeltro, llamado «el Feltrano», un gibelino sin igual, que fue elegido capitán de los ejércitos de Forlí y se preparó para combatir contra los boloñeses.

En 1273 el ejército de Bolonia, listo para combatir, se puso en marcha a lo largo de la Vía Emilia hacia Forlí, para asediarla y hacerla capitular, pero la encontraron bien organizada y provista de numerosos militares.

Además, el ejército boloñés estaba también compuesto por güelfos y gibelinos y los forliveses aprovecharon durante el primer asedio para entablar amistad y llegar a acuerdos con los Lambertazzi gibelinos, que llevaron a futuras alianzas militares y políticas contra los Geremei.

Por eso los Lambertazzi impulsaban la paz, pero los Geremei impusieron unas condiciones de rendición inaceptables para los forliveses.

Ni siquiera Eduardo I de Inglaterra, pasando por la Romaña de vuelta de una cruzada en Tierra Santa, consiguió reconciliar a Bolonia y Forlí. Porque la eterna disputa no era entre las dos ciudades, sino entre güelfos y gibelinos.

Así que, finalmente, después de dos meses de asedio inútil, los boloñeses decidieron que necesitaban muchas más tropas para conquistarla y se retiraron sin haber producido ningún daño a Forlí.

Por el contrario, los forliveses aprovecharon esa retirada boloñesa para recuperar Faenza, que, tras la muerte de Federico II se había vuelto güelfa.

En este caso, salieron de la ciudad con la excusa de perseguir al ejército de Bolonia hasta Cosima, una localidad entre Forlí y Faenza. Los faentinos, viendo acercarse a los forliveses, cerraron las puertas para impedir la entrada, pero el Feltrano se había puesto de acuerdo secretamente con algunos gibelinos faentinos y, con la excusa de querer continuar su marcha hacia Bolonia, fingió querer acampar en la campiña faentina sin causar daño o gasto alguno a esas tierras, para no despertar sospechas.

Durante la noche, con la ayuda de la familia gibelina de los Acciarisi,28 les abrieron las puertas de Faenza y los hombres de Guido de Montefeltro, con la familia de los Mainardi y muchos gibelinos exiliados, se introdujeron en Faenza, expulsando a los güelfos Manfredi con toda su facción. A la mañana siguiente completaron la tarea mandando al ejército de Forlí contra las fortalezas güelfas de Castel San Pietro y Solarolo, donde se habían refugiado los güelfos faentinos, y tomaron también esas fortalezas por la fuerza antes de que pudieran organizarse.

Finalmente, Guido de Montefeltro eligió para Faenza dos alcaldes imperiales de Forlí29 y se convirtió en capitán de los ejércitos también en Faenza, transformándola en un bastión gibelino que les resultaría muy útil en el futuro para apoyar a los Lambertazzi y los gibelinos de Bolonia.

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