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Los gibelinos capturan toda la Romaña

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Con el impulso de esa derrota güelfa, los gibelinos avanzaron hacia Bolonia en los meses posteriores y saquearon algunas aldeas y castillos de los alrededores; si no hubiera sido por las lluvias y la estación hostil habrían intentado capturar Bolonia y hacer volver a los Lambertazzi.

Volvieron a incendiar Castel San Pietro, reconstruida hacía poco tiempo por los boloñeses, volvieron a la Romaña y capturaron la fortaleza de Cervia, que se rindió sin resistirse, después de tres días de negociaciones, a cambio de la libertad de sus ocupantes.

Entonces en Romaña seguían fieles a los boloñeses las ciudades de Rímini, Rávena y Cesena y los forliveses dirigieron sus armas contra esta última, tratando de apoderarse de la fortaleza de Roversano, lugar estratégico a poca distancia de Cesena, donde acudieron a defenderlo los boloñeses y el capitán Malatesta de Verucchio, quien, después del revés del puente de San Próculo, había vuelto a Rímini para reorganizarse.

Pero también esta vez Malatesta de Verucchio fue derrotado y con algunas tropas tuvo que huir y encerrarse en Cesena, dejando dentro de la fortaleza de Roversano al pretor boloñés con algunos notables y miles de soldados asediados, que acabaron rindiéndose.

Los notables de Bolonia fueron hechos prisioneros y llevados también como trofeo dentro de Forlí, mientras los soldados capturados fueron conducidos bajo las murallas de Cesena y liberados a cambio de que se abrieran las puertas a los forliveses.

Mientras Malatesta y algunos güelfos huían hacia Rímini, los habitantes de Cesena abrieron las puertas y aceptaron a los forliveses Teodorico Ordelaffi e Orgoglioso de Orgogliosi como sus gobernadores gibelinos.

Ahora solo faltaba Rávena para hacer gibelina a toda la Romaña y los gibelinos se dispusieron a tomar también esta última ciudad.

En 1276, el Feltrano, sorprendió y dispersó, en las cercanías de Bagnacavallo, una expedición de socorro de Bolonia enviada por los Geremei, que, con güelfos florentinos y seiscientos caballeros franceses, marchaba en auxilio de Rávena.

Los boloñeses organizaron entonces nuevas tropas para llevar en socorro de la ciudad.

Guido de Montefeltro, como buen estratega, puso bajo asedio Bagnacavallo para controlar el camino que llevaba de Bolonia a Rávena y dejar aislada esta última ciudad.

Para hacer esto, hizo que las tropas faentinas y forliveses construyeran una bastia36 en torno al viejo castillo de Cotignola, en las cercanías de Bagnacavallo, que, fortificándose y engrandeciéndose se convirtió luego en la ciudadela de Cotignola, a la cual se llevaron colonos forliveses y faentinos para proceder a la captura de la güelfa Bagnacavallo.

También Bagnacavallo, después de diez días de asedio, se rindió a los forliveses.

Por estas acciones, los forliveses recibirían el interdicto de Bonifacio, arzobispo de Rávena.

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