Читать книгу Seguir soñando historia - J. R. R Oviedo - Страница 5
ОглавлениеPREÁMBULO:
CONÓCETE A TI MISMO
Aquel que no es capaz de mirarse a sí mismo no debería fijar su atención en los demás, aquel que no puede elegir su camino no debería indicar la ruta a sus semejantes. Pero incluso, siendo capaz de leer en tu interior y tener la sangre fría para elegir a menudo el sendero más adecuado, no hay ningún derecho o preeminencia sobre cualquier otro ser humano. La libertad es errar o acertar, pero deja de ser libertad cuando uno es juzgado o señalado, tampoco es libre el que juzga o señala pues está pendiente del prójimo de forma obsesiva. Jamás hubo ser humano, Dios o héroe en la tierra, que no cometiera algún error. Por tanto, ¿por qué insistimos, día tras día, en jactarnos del fallo ajeno?
La moralidad, el respeto y la responsabilidad deberían ser leyes sagradas para construir el honor de una persona y, sin embargo, nos basamos en otros valores para edificar la fachada que aparentamos ser ante los demás.
El día que caigan las máscaras quizás la luz alumbre un panorama parecido a lo que intenta transmitir este libro en su sentido más profundo.
Para todos aquellos que buscan la luz, para los que saben que esa antorcha eterna de vida y misterio se encontrará antes en las cuevas, donde nuestros antepasados dejaron sus primeras manifestaciones artísticas, que, en la relumbrante, y a la par deslumbrante, electricidad de cualquier ciudad moderna. Sí, con toda su potencia y desarrollo, no llega al espíritu y algunos, errados en una gran paradoja, caminan hacia esa falsa luz cuando en realidad lo hacen a la oscuridad.
Para mis víctimas favoritas – permítanme expresarlo así – y más honradas: el pobre ser humano que falleció por el egoísmo y la vanidad de determinadas élites que no miraban más allá de su ombligo. Nada mejor que el Titanic para ilustrar y resumir, en un barco, la existencia humana. Ellos ya están en la luz, pero sigue habiendo ciudadanos de primera y tercera clase porque así lo dicta el dinero, ese elemento que como dijo Voltaire nos convierte a todos a la misma religión cuando se menciona.
Para todos en general, pues como decía al principio todos podemos errar, pero tenemos la suerte de poder volver a encontrar el camino correcto. En esto seguimos siendo libres al menos.