Читать книгу Seguir soñando historia - J. R. R Oviedo - Страница 9
ОглавлениеUNA NUEVA OPORTUNIDAD
El sol estaba apareciendo en el firmamento. Con ello millones de posibilidades
renacían. Me levanté de buen ánimo y me encaminé a la herrería como todas las mañanas. Pero ese día no fue como otros, los visitantes que recibí no eran los de siempre, ni las peticiones eran a las que estaba acostumbrado.
Al acercarme ya observé que había forasteros en la villa. Eran soldados por sus ropajes y por su mirada ruda, curtidos en mil batallas. Venían de batallar saliendo victoriosos, nos comentaron en la herrería y necesitaban arreglar armas antes de seguir camino hacia una nueva lucha que, decían ufanos, sería la definitiva para su gloria.
Me recordaron a los fanfarrones con los que traté ya en mi niñez, nada nuevo por tanto, aunque por prudencia callé ya que únicamente era un aprendiz y el herrero, aunque me trataba bien de forma general y me daba sustento, era muy brusco cuando su negocio se veía afectado o relacionado en habladurías. Y allí había mucha ganancia con tanto cliente.
Trabajé duro, muy duro. Pero lo que ese día me trae a la memoria no es eso sino la historia que me relató uno de aquellos soldados. Era un buen hombre a pesar de verse inmerso en la locura de la guerra, en seguida me di cuenta que no era como los demás y que tenía otras aficiones, diferentes a las de la soldadesca. En realidad eso justo es lo que le hacía estar en la guerra, era su paradoja.
Escritor de obras de teatro, había conocido a su esposa en los escenarios como una promesa de la escena y, casualmente o no, una de sus obras la había encumbrado como una de las oradoras de moda.
Un buen día, uno de los nobles que financiaban su teatro fue llamado a la guerra o a mandar alguien en representación de su casa nobiliaria. El noble, muy sagaz, enfermó previo a la partida y comentó al escritor de obras de teatro que necesitaba a alguien que fuera a la guerra por él pues, entre otras consecuencias, si no lo hacía no podría pagar más teatro. El escritor, persona noble y comprometida con los suyos, decidió ser él mismo quien acudiría en su nombre, como vasallo de esa casa nobiliaria. Así le ordenaron caballero para las lides.
Su mujer lloraba, le faltaban las palabras, parecía que en sus ojos se reflejaba la tristeza eterna de quien se despide para siempre. Trató de retenerle, pero el escritor estaba decidido a emprender tamaña aventura.
Luchó durante meses en el asedio de un fortín que costó más de lo normal rendir. Tantas vidas sesgó que las noticias volaron a su ciudad, haciendo creer que la mayoría de los soldados, incluido el escritor, habían fallecido.
Después de aquel asedio hubo que seguir batallando y, cuando después de cuatro largos años de sangre y fragor, se venció al enemigo, el escritor se había convertido en uno más de aquellos rudos soldados. Pero era de aspecto únicamente pues en su interior seguía prendiendo la llama del saber, aquello que le hacía conocer, reflexionar y escribir. Esto lo vieron siempre los otros soldados, era buen hombre, pero raro, demasiado sensible para estar batallando, decían entre ellos.
Con todo ello, decidió dejar las armas y a sus compañeros, a los que comenzó a echar de menos nada más ponerse en camino, extrañamente. Llegó algo triste por ello a su antiguo hogar, pero feliz de reencontrarse con su familia. La sorpresa fue mayúscula al encontrarse con el empresario por el que había luchado. Este dijo haber creído su muerte cuando llegó la noticia del primer asedio y, viendo a su mujer tan triste y abatida, decidió darle una buena vida y casarse con ella.
“Ahora la puedes oír detrás de estas paredes jugando con nuestros hijos, feliz, habiendo superado y dejado atrás la tragedia. No la falta de nada, confía en mí, pero no la traigas el recuerdo, la tristeza de nuevo. Te daré una fortuna si Precisas, pero es mejor dejarlo estar como quiso el destino”.
El soldado, otrora escritor, escuchando a la que fue su mujer tan feliz se marchó.
No le aceptó el dinero, le escupió en la mano y se dio media vuelta. Con ese simple gesto respondió a la manipulación del empresario que le había robado su vida y se había aprovechado tanto de él. Con ese gesto, su mujer viviría feliz y eso era lo más importante para él; en cambio, el empresario, siempre viviría bajo la sombra de la duda, con esa despedida dejaba abierta la puerta a volver.
Mientras, decidió volver a batallar pues también la lucha, al igual que el acto de escribir le hacía encontrarse consigo mismo.
Por otro lado, su familia estaba entre aquellos hombres que, como él, habían dejado todo de lado para dedicarse al arte de guerrear. A pesar de seguir siendo un hombre solitario. Quizás algún día decida tomar el camino a casa de nuevo y esta vez presentarse a su mujer. La vida y el destino, en su grandeza, todos los días le daba la posibilidad.
Llegaba la noche, se acababan las oportunidades. Por ese día únicamente.