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La desaparición de Amos Birch resultó ser demasiado banal como para causar mucha agitación en Internet. Tras bastante rastreo y un poco de búsqueda en los sitios de aficionados y especulación en fuentes fiables, Slim fue capaz de determinar la fecha exacta como el 2 de mayo de 1996, un martes, hacía veintiún años y diez meses. De acuerdo con el historial meteorológico, había estado nublado por la mañana, con algo de lluvia a partir de las cuatro, aproximadamente.

El único artículo relacionado con la propia desaparición estaba en un blog de aficionados a la relojería, un post sobre «qué fue de» acerca de relojeros aficionados que incluía poco que Slim no supiera ya. En la noche del martes 2 de mayo de 1996, Amos Birch cenó con su mujer y su hija y luego se fue a su taller para seguir trabajando en su único reloj. No se le volvió a ver.

Las hipótesis iban del asesinato a la fuga. Entonces tenía cincuenta y tres años y compartía su hogar con su esposa, Mary, que entonces tenía 47 años, y su hija. Celia, de 19. Tuvo lugar una investigación policial, incluyendo una búsqueda exhaustiva en Bodmin Moor, pero se llegó a la conclusión, en ausencia de evidencias que sugirieran otra cosa, de que Amos Birch sencillamente se había hartado y había abandonado su vida. El taller estaba abierto y sus botas de montaña y su cazadora habían desaparecido. No se había llevado ninguna identificación y su cartera se encontró posteriormente en un armario de la cocina. Sin embargo, como se creía que había vendido muchos de sus relojes en efectivo a coleccionistas locales, la ausencia de retiradas de efectivo en cajeros automáticos en los siguientes días significaba que probablemente se había ido llevándose dinero y posteriormente se habría creado una nueva identidad.

El artículo no tenía ningún otro detalle notable, pero la última línea tocó la fibra sensible de Slim.

«Parece que Birch sencillamente se hartó y salió por la puerta, llevando consigo su último reloj».

No había nada que sugiriera que el autor sabía algo acerca del reloj. En ninguna parte se mencionaba un reloj inacabado en el taller, así que podía ser una elegante imaginación.

¿El último reloj era el que Slim había encontrado en el páramo?

Geoff Bunce había estado de acuerdo con la evaluación de Slim de que el reloj estaba sin terminar. ¿Y si el último reloj de Amos Birch estaba ahora bajo la cama de Slim?

Slim se levantó, sintiéndose nervioso de repente. No se conocían las circunstancias de la desaparición de Amos, pero Slim no se había callado acerca de lo que había encontrado. ¿Y si Amos había escondido el reloj por alguna razón concreta?

¿Y si alguien lo estaba buscando? ¿Podría haber desaparecido Amos llevando consigo el reloj para esconderlo de alguien?

Slim tomó la silla de la pequeña mesa de la habitación, la inclinó y la colocó bajo el pomo de la puerta. No había pensado que la falta de cerradura fuera un problema, pero ser cauto no podía hacerle daño.

Se preguntó si tendría que decirle algo a Mrs. Greyson, pero se lo pensó mejor. Eso solo la preocuparía y, en todo caso, le buscarían a él, no a ella.

Salvo que, por supuesto, Amos hubiera sido asesinado. Bodmin Moor y el área que lo rodeaba supuestamente habían sufrido muchas excavaciones mineras en el pasado y el suelo estaba plagado de antiguos pozos, muchos de los cuales no estaban identificados ni aparecían en los mapas. No podía ser difícil deshacerse del cuerpo de Amos en algún sitio donde nadie podría encontrarlo nunca.

El Secreto Del Relojero

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