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Conflicto de presiones

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En cada uno de los ejemplos analizados hemos descubierto la acción de una “presión”, comparable a la que ejerce la gestalt en la psicología de la forma. Desde el punto de vista psicológico, dicha presión tiene su origen en el sujeto, y conduce a la aparición de una forma de sustitución; desde el punto de vista semiolingüístico, la presión puede ser comprendida como la atracción que ejerce la forma de sustitución, cuya selección tiene que ser explicada de un modo distinto al del mecanismo fonético. Podríamos remitirnos aquí a la definición propuesta por Bl.-N. y R. Grunig:

… el haz FC* de esas presiones es el que presiona al LOC [locutor] a hablar, y no solamente lo presiona a hacerlo, sino que le hace hacer esa producción, la provoca16.

Volveremos sobre la naturaleza y la definición de esas presiones, pero podemos notar desde ahora que nos obligan a tomar en cuenta aquello que ocurre en el momento de la producción del discurso, y que nos prohíben quedarnos satisfechos con una descripción a posteriori. Desde el punto de vista de una descripción a posteriori del enunciado, el lapsus no es más que un error, una “escoria” sin devenir; desde el punto de vista del discurso en acto, el lapsus es un fenómeno que emerge de las determinaciones complejas del proceso en curso.

Además, haciendo eco a las propuestas de Bl.-N. Grunig relativas al conflicto entre presiones, podemos señalar que la tipología de los lapsus ganaría en valor operativo si se apoyase en los equilibrios y desequilibrios que se producen entre dos fuerzas: aquella que sostiene el desarrollo del discurso (Fd) y la que sostiene la expresión accidental (Fa). Habría que precisar de inmediato cuál es el objetivo de esas fuerzas: se trata siempre de ocupar un lugar en la manifestación discursiva, de imponerse a otra posición o de desplazarla. En el caso de la amalgama (cf. ébouristouffant) dos expresiones entran en competencia para ocupar una misma posición y se asocian allí por compromiso; en la sustitución, una de las dos fuerzas se impone a la otra por completo; en las inserciones y omisiones, un lugar aparece o desaparece; y en todas las demás formas, las expresiones intercambian sus posiciones respectivas.

Tendríamos así cinco grandes figuras, según que predomine Fd o Fa, o que ambas se equilibren:

[Fd = 1, Fa = 0] : el lapsus no tiene lugar.
[Fd > Fa] : el lapsus es un simple deterioro de la palabra (cf. “Coma”).
[Fd = Fa] : el conflicto equilibrado da lugar a una palabra-puente, a una contaminación recíproca (cf. Accomffenser).
[Fd < Fa] : el lapsus entraña una sustitución completa, en la cual la palabra desaparecida sigue siendo reconocible (cf. décolonisation).
[fd = 0, Fa = 1] : el lapsus produce una expresión que nada tiene que ver con la expresión sustituida (cf. Toulouse en vez de Limoges).

Con lapsus o sin lapsus, el mecanismo discursivo subyacente es siempre el mismo y la diferencia tiene que ver con una variación en el equilibrio de las “fuerzas” en presencia.

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