Читать книгу Fabricato 100 años - La tela de los hilos perfectos - Jairo Campuzano Hoyos - Страница 17
La construcción de la planta y la compra de la maquinaria
ОглавлениеEntre 1920 y 1923 los socios de Fabricato, bajo las gerencias de Carlos Mejía (marzo de 1920 a agosto de 1921) y Antonio Navarro (agosto a octubre de 1921), se dedicaron al montaje de la fábrica, para lo cual habían adquirido una parte de los terrenos, en los parajes del Salto y de Potrerito, en Bello.41 En una época en la que la infraestructura urbana era muy deficiente y el Estado no proveía en forma sistemática servicios públicos, como la electricidad, uno de los principales problemas de los empresarios era garantizar las fuentes de energía para el funcionamiento de las plantas. Ello se lograba eligiendo terrenos con suficientes aguas y desniveles que permitieran el aprovechamiento de sus caídas como energía hidráulica y su conversión en eléctrica. Así lo hicieron los fundadores de Fabricato al comprar terrenos irrigados por las casi paralelas quebradas de El Hato y La García.42 Ellos no fueron la excepción, pues el valle de Aburrá contaba con decenas de arroyos y riachuelos, como la quebrada Ayurá, al lado de la cual se construyó Tejidos Rosellón, en Envigado, y la Santa Elena, que dio energía a Coltejer, en el barrio de Quebrada Arriba, zona céntrica de Medellín. Otro tipo de industrias hicieron lo propio, pues la quebrada La Valeria, en el municipio de Caldas, en el sur del valle de Aburrá, fue aprovechada por Locería Colombiana.
Grupo de obreros de Fabricato, fotógrafo: Francisco Mejía Almanaque Fabricato. Suiza, A Trüb & Cie. Aarau, 1928
El municipio de Bello también tenía evidentes cualidades para la localización de la planta, pues distaba apenas diez kilómetros de Medellín, el más importante centro comercial del departamento de Antioquia, por carretera o por una ferrovía. Cerca de los terrenos elegidos se encontraba una estación del Ferrocarril de Antioquia, que ingresaba a sus predios y garantizaba la eficiente provisión de materias primas (pacas de algodón, hilazas y carbón para las calderas), telares y pesados equipos y la salida de los artículos elaborados.43 Bello tenía otro valor: allí estaban localizados los talleres del ferrocarril, la empresa pública más grande del departamento de Antioquia. En ellos se ocupaba un cuantioso personal técnico, los más calificados e innovadores ingenieros egresados de universidades extranjeras y locales como la Escuela Nacional de Minas (fundada en 1887), y la Universidad Nacional en Bogotá (1867), artesanos de la Escuela de Artes y Oficios (1864) y un ejército de trabajadores familiarizados con oficios prácticos. Esta era una cantera de mecánicos, electricistas, fundidores, herreros, metalistas, ebanistas, torneros, dibujantes técnicos y ajustadores con gran pericia e inventiva. Muchos de ellos se ocuparon en industrias como Fabricato y contribuyeron al montaje de la maquinaria, su mantenimiento y su adaptación a las condiciones locales, aspectos de la historia de la tecnología que serán tratados en otro capítulo de esta obra.44 Estos atractivos de Bello la convirtieron en asiento de empresas textiles, como la Compañía de Tejidos de Medellín (1905), que en 1916 daba empleo a 510 trabajadores locales y tenía 212 telares.45 Localizarse allí le permitió a Fabricato acceder a remanentes de mano de obra ya entrenada y disciplinada por la mencionada empresa.
Salón de Telares de Fabricate), Bello, 1928, fotógrafo: Francisco Mejía
Archivo Fabricato
Los planos de la fábrica los dibujó Ramón Echavarría y los de la planta hidroeléctrica los ingenieros Juan José Ángel y José Posada.46 La construcción se inició en abril de 1920. En ella se expresaban las técnicas de una sociedad agraria en la que el concreto, el acero y el vidrio se empezaban a usar pero todavía eran una rareza, pues predominaban materiales típicos de la arquitectura colonial: muros de tapias, pilares y vigas de madera, techo de caña brava, tejas de barro cocido y acabados de boñiga y cal.47 Las obras las dirigieron el maestro Joaquín Vélez y el oficial Fernando Uribe, con ayuda de Juvenal Zapata, uno de los primeros empleados y mayordomo general de la fábrica hasta 1980.48
En julio de 1920 fue claro que no era posible terminar las obras por causa de la crisis económica que se produjo tras la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Europa vivía un proceso de recuperación económica, pero, como Estados Unidos implementó medidas proteccionistas y restringió los préstamos a los países europeos, la falta de moneda circulante dificultó y generalizó el desempleo, situación que afectaba el mundo de los negocios. El pago de deudas ocupó la agenda de países europeos, como Inglaterra, cuya hegemonía política y económica había quedado menguada con la contienda.
Por su parte, en Colombia también se sintió la crisis de 1920, a la que se sumó la llamada “danza de los millones” entre 1925 y 1929. Los 25 millones de dólares de indemnización que recibió por parte de Estados Unidos por la pérdida de Panamá, los 171 millones de dólares de empréstitos extranjeros para obras públicas, las inversiones norteamericanas y la bonanza cafetera desde 1920 inundaron la economía nacional de dólares. Ello trajo consigo un efecto inflacionario, es decir, un alza en el costo de vida y la revaluación del peso colombiano con respecto al dólar,49 a lo que se agregaba alguna “innovación del telar automático”,50 factores que rebajaron los precios de los textiles importados que ingresaron con mayor facilidad al mercado nacional, lo que estancó el sector textil y paralizó proyectos como el de Fabricato.
Como la crisis económica afectó las finanzas de los socios, estos se dedicaron a enfrentarla. Francisco Echeverri, un empleado de R. Echavarría & Cía., decía sobre el año 1920: “¡fue lo más espantoso del mundo! (...)”, muchos se dedicaron a recuperar sus capitales, “pero nadie pagaba”. Los Echavarría se regaron por todo el país a cobrar lo que les debían y recibieron telas y hasta alambres de púas en pago, “la mala racha era general”.51 Los Echavarría cuentan que por esos años se sentían como en un marasmo. Además, estaban ocupados en salvar su casa comercial. Pero un hecho reavivó el interés por retomar el montaje de la planta: la intención de compra de la caída de agua de El Hato por parte del Ferrocarril de Antioquia.52 Entonces, los gerentes Enrique Echavarría (octubre de 1921 a enero de 1923) y Ramón Echavarría (enero de 1923 a julio de 1942), junto con los Mejía, resucitaron el proyecto.
En 1922 empezaron a comprar otras propiedades y reiniciaron la construcción. La primera etapa de edificación se hizo en los terrenos cercanos a la estación de Bello. En diciembre, la planta hidroeléctrica, ubicada en Potrerito, había generado gastos por 49.964,64 pesos. Por su parte, los gastos de la instalación de la fábrica ascendieron a 187.472,80 pesos, representados en provisión de agua, salones de enrolladoras, hilados, carretas, engomadoras, telares, tintorería, caldera, depósito de mercancías y materias primas, jornales y un apartadero en la estación Bello del ferrocarril. Esta cuenta incluía maquinaria y las herramientas para comenzar la producción.53
A principios de 1920, la junta directiva había aprobado un pedido de máquinas para hilados y tejidos, iguales a las de sus competidores, a la firma londinense Isaac & Samuel, mientras que la maquinaria hidráulica y eléctrica se cotizó en Estados Unidos con la casa Westinghouse.54 Su costo parecía excesivo. Una rueda Pelton y la tubería para la planta hidroeléctrica fue cotizada en 12.000 dólares, precio que causó sorpresa entre los socios. Para rematar, Isaac & Samuel cotizó mal la maquinaria para hilados y debían pagar un 34% más de su valor inicial.55 Estos sobrecostos, en un momento de crisis económica, obligaron a cancelar los pedidos en espera de “ocasión más propicia” para poder pagar los artefactos.56 Los directivos buscaron llegar a un acuerdo, de modo que cancelaron parte del pedido a la casa de Estados Unidos, previa indemnización. La otra parte de la maquinaria quedó en depósito durante un año y medio.57
Primer aviso de Fabricato. El Colombiano, Medellín, 10 de diciembre de 1923
Transporte de materiales a principios del siglo XX
Archivo Fabricato
La firma Isaac & Samuel opuso más objeciones, por lo que los directivos escribieron a Londres: “Fábrica en suspenso indefinidamente; si pudiésemos más tarde continuar, se les dará la preferencia a ustedes”.58 Los intermediarios en este asunto fueron Harold B. Maynham, agente comercial de Isaac & Samuel, y la casa Miguel Navarro y Cía., con sede en París.59 Por último, para llegar a un arreglo, Fabricato reconoció una indemnización pagadera a un año: por la cancelación de la maquinaria de tejidos 100 libras y por la de la maquinaria de hilados 1.000 libras.60
Este panorama, que Enrique Echavarría calificó de hostil, desanimó a los Navarro, quienes en septiembre de 1921 vendieron 28.000 acciones a los Echavarría. Un mes después las acciones estaban dividas así: R. Echavarría y Cía. 44.000, L. Mejía S. y Cía. 32.000, Harold B. Maynham 2.000, Miguel Navarro y Cía. y Salvador Navarro 2.000.61 En definitiva, los Navarro se retiraron al finalizar el año 1921.62 Era claro que la crisis económica había generado la salida de los Navarro de la sociedad, de modo que los Echavarría y los Mejía comenzaron a controlar las acciones de la empresa.
La administración de la fábrica por parte de Jorge Echavarría duró entre el inicio de operaciones en 1923 y su muerte, acaecida en 1934. Antes de ocupar este cargo había trabajado hasta 1915 en Coltejer bajo la dirección de su tío Alejandro Echavarría. Ese año regresó a Nueva York, donde había realizado estudios, para encargarse de la firma comercial abierta allí por su familia. Su experiencia en Coltejer facilitó la transferencia de conocimientos hacia Fabricato, como lo dan a entender comentarios sobre su diario: Coltejer “fue su universidad, la que lo preparó (...) para cuando, al comenzar labores Fabricato en 1923, él fuera el encargado de comprar la maquinaria y de dirigir su instalación y funcionamiento”.63
Salón de Empaques y Depósitos de Fabricato, fotógrafo: Francisco Mejía. Almanaque Fabricato. Suiza, A Trüb & Cie. Aarau, 1928. Archivo Fabricato
En efecto, Jorge Echavarría fue comisionado para comprar en Estados Unidos una maquinaria más moderna, que la que se había previsto en los inicios. Se adquirió equipo de Saco-Lowell Shops y Draper Corporation, de modo que Fabricato comenzó labores con 3.284 husos, 100 telares automáticos con equipos de hilado y accesorios complementarios, la más moderna tecnología del momento. También se compraron máquinas para tintorería, repuestos, engomadoras, cepilladoras y envolvedoras.64 Asimismo, se trajeron las maquinarias hidráulica y eléctrica que habían quedado en depósito en Estados Unidos. Por esta operación se pagaron unos 130.000 dólares, prestados en el Banco Alemán Antioqueño.65
La compra de modernos equipos en Estados Unidos y no en Inglaterra por parte de los empresarios latinoamericanos, como fue usual antes de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), no debe pasar inadvertida. Ello permite comprender la dotación tecnológica que posibilitó a Fabricato contar con los equipos más modernos de la industria textil colombiana. El asunto sería accidental, si no fuera porque entonces era evidente el declive de Inglaterra como potencia industrial y de su poder económico en el comercio internacional, frente al evidente ascenso del desarrollo industrial de Estados Unidos. Después de la contienda, el comercio exterior de Colombia con la potencia del norte ocupó el primer lugar. De igual forma, Alemania posicionaba los productos de su avanzada industria química en los países de América Latina y todo ello tuvo consecuencias en las adopciones tecnológicas de Fabricato para procesos industriales, como el teñido y los procesos relacionados.
Aviso publicado con motivo del premio que recibió Fabricato en la Exposición Nacional de Cali. Tomado de: Agapito Betancur. La ciudad: Medellín en el 5o. cincuentenario de su fundación: pasado-presente-futuro. Medellín, Bedout, 1925
Para sufragar los gastos de montaje de la fábrica se recurrió a préstamos bancarios y a unos aportes, llamados contingentes, que los accionistas pagaron entre 1920 y 1929: unas 22 contribuciones, que oscilaron entre 2,5 pesos y 10 centavos por acción.66 Por fin, en diciembre de 1922, llegó la maquinaria en los vagones del ferrocarril. Para su instalación se contó con la ayuda de 3 técnicos estadounidenses, 2 de ellos expertos en hilados y telares, y el otro en tintorería.67
“Vestidos para niño confeccionados de tela OMEGA (a listas) y vivos de Coleta GLORIA marca FABRICATO”. Letras y Encajes, No. 37, Medellín, Tipografía Industrial, agosto de 1929