Читать книгу Fabricato 100 años - La tela de los hilos perfectos - Jairo Campuzano Hoyos - Страница 20

El algodón y las primeras telas

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El arranque de la producción no fue fácil. Aunque una parte del personal sabía del oficio, pues había laborado en otras empresas, como Coltejer, la otra, sin idea de oficios industriales, pues provenía del campo, lo aprendía en el proceso de producción, por lo que a veces se estropeaban los tejidos o se afectaba el funcionamiento de las máquinas. Así, Carlos Agudelo, un tintorero de 22 años, fue expulsado en 1926 “por haber roto dos piezas de una máquina” y Aura Avendaño de 17 años apenas duró dos meses en telares pues fue “despedida por dañar telas”.90 En principio, el entrenamiento del personal no fue un problema mayor, en cambio, la escasez de materias primas sí. En noviembre de 1923, la sección de tintorería había parado por completo porque no había telas para teñir, pues no había hilaza y algodón “en los otros departamentos; el resto del tiempo se trabajó muy lentamente por escasez de telas por la mucha demanda que hubo de la Gerencia por telas crudas”.91 Como era de esperarse, el salón de hilados dependía de la permanente provisión de algodón y el de telares de hilos y la tintorería de que hubiera piezas para aplicarles color. Otras veces la producción se detenía pues había que hacer el mantenimiento de las máquinas. También hubo derrumbes en la acequia y, como sucedió en 1924, los fusibles de la planta, que proporcionaba 250 kilovatios, se venían quemando.92

No sobra decir que Fabricato se orientó de manera exclusiva hacia la producción de telas de algodón, no de lana o seda, como sí lo hicieron otras empresas del país y aun de la región antioqueña. El poco algodón que se produjo en Colombia durante el siglo XIX se exportaba en su mayor parte. Hacia 1917 su producción era de 1’500.000 kg cuando la incipiente industria textil nacional consumía 2’300.000 kg. Las fábricas de Medellín consumían en aquel año 900,000 kg anuales, mientras en Antioquia solo se producían 200,000 kg.93 Ante el déficit de esta materia prima, no solo fue necesario importarla, sino estimular el cultivo del algodón nacional. Muy entrado el siglo XX, se desarrollaron grandes cultivos tecnificados en la costa Caribe, los Llanos Orientales y los valles del Tolima, cuya demanda se debía a la conformación del mercado nacional.

Como los cultivos nacionales no suplían la demanda interna, el faltante se importaba sobre todo de Estados Unidos, aunque era más caro que el nacional. Hasta 1931 Fabricato compraba el algodón a proveedores de Colombia y Estados Unidos. En 1924, el departamento del Atlántico, el mayor productor de entonces, aportaba el 75% de la producción nacional. Se valoraba mucho por ser de “fácil hilado” y porque tenía mejores características que algunos algodones norteamericanos, aunque se lo hallaba mezclado con especies de inferior calidad.94

En 1928, entre las principales industrias textiles del país se consumía más algodón nacional, 3’092.257 kg, que extranjero, 914.837 kg.95 De hecho, en Fabricato, en 1931, había 200 telares en funcionamiento y se consumían 347.640 kg de algodón nacional, “en su mayoría de la Costa Atlántica y algo del occidente antioqueño” y 113.388 de algodón norteamericano.96 En Antioquia había cultivos en los municipios de Cañasgordas, Frontino, Uramita y Dabeiba.97 Esta situación cambió en 1939, cuando predominó el consumo de algodón extranjero en las fábricas textiles del país. En ese año consumió 39% de algodón nacional y 61% extranjero y al siguiente la relación fue de 25% y 75%.98 Al principio, el algodón estadounidense no gozó de buen crédito en Fabricato. Según notas de enero de 1924, era malo “por su excesiva sequedad y fibra corta”. En otra ocasión arribó mojado y había “dado mucha brega y mal trabajo en todas las máquinas”. Pero en diciembre de aquel año se consideró que el material era el preciso: “Admirable el algodón Americano”.99


“Delegadas al Congreso Agrícola. Las damas de los extremos lucen trajes hechos de dril Perla”, Pabellón de Fabrícalo en la Gran Exposición Nacional de Bogotá, 1931

Archivo Fabricato

La importancia de la calidad del algodón y la garantía de su constante suministro para las plantas de hilados fue tan crucial que empresas, como Tejidos Obregón, de Barranquilla, se embarcaron de manera directa en su cultivo. Dos motivaciones adicionales para hacerlo era que el producto, dispuesto en voluminosas pacas, tenía altos costos de transporte en relación con su peso y que el importado era más caro que el nativo. Los Obregón entregaron semillas y prestaron asistencia técnica a campesinos de los departamentos de Atlántico y Magdalena, por medio de la Compañía Agrícola Comercial, que habían fundado para ello en 1914. En estos encadenamientos hacia atrás fueron pioneros y exitosos.100 Fabricato también trató de producir la materia prima; compró algunas tierras en Dabeiba, Antioquia, e instaló una desmotadora de algodón. Sin embargo, ante las dificultades con el municipio para usar las aguas de la quebrada Antadocito, que daba fuerza a la rueda Pelton para la desmotadora, se decidió abandonar el proyecto y vender lo que se había instalado a Coltejer.101


Hermann Oppenheimer. Álbum de propaganda de la ciudad de Medellín. Medellín, Bedout, 1935

A pesar de ello, los empresarios antioqueños desarrollaron otro tipo de mecanismos para controlar la provisión de materia prima. Así, el 30 de noviembre de 1932 la Compañía de Tejidos de Medellín, Rosellón, Coltejer y Fabricato conformaron la sociedad Algodonera Colombiana S. A.,102 que se encargaba de todo el proceso del algodón procedente de la costa Atlántica: negociar con los cultivadores el precio de compra, llevarlo a la desmotadora, almacenarlo y transportarlo hasta las fábricas del valle de Aburrá. Asimismo, hacía los pedidos de algodón estadounidense. Cada fábrica tenía adjudicada una cuota de algodón, que dependía de su número de acciones o del valor con el que respaldaba los préstamos que hacía la Algodonera en los bancos para hacer los pedidos en el exterior.103

De igual forma, se compraba algodón a los cultivadores de Armero, Tolima. A principios de 1938 estos lograron presionar al Gobierno nacional para que las fábricas textiles del país fueran obligadas a comprar su algodón y a restringir la cantidad del importado. Además, fue creada una Junta de Control o Junta Nacional de Algodón, que vigilaba cuánta materia prima tenían las industrias textiles y determinaba cuánto podían importar.104 De esta manera, Fabricato se vio obligada a comprar algodón de Armero, aunque sus directivos declaraban haber “tropezado con dificultades difíciles de solucionar en la hilatura de esa fibra”. De hecho, Coltejer se negó a comprarlo. En Fabricato, el gerente, Ramón Echavarría, manejó la situación con diplomacia porque había un componente político: como el gremio cultivador aparecía como “explotado por las fábricas”, era preferible la conciliación, pues el “cargo injusto dejaba huellas en la opinión pública”.105 En 1939 hubo un cambio en la política económica que benefició a las textileras, porque pudieron comprar el algodón extranjero sin restricción.106 Después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), los algodones de Estados Unidos, Brasil y Perú fueron importados en grandes proporciones debido a su alta calidad.

Como se anotó antes, la primera tela producida en la fábrica a manera de ensayo fue un dril, al que se puso por nombre Luis.107 El dril era bastante conocido y consumido por sectores populares desde el siglo XIX. Entre 1923 y 1931, Fabricato vendió domésticas, coletas, Oxford, brocados, popelinas, céfiros, carolinas y Khaki, telas que también eran vendidas por empresas como Rosellón y Coltejer. Por esta razón, la marca de la fábrica en el orillo de las telas era muy importante para diferenciar los productos de cada compañía.108

En principio, las telas de Fabricato se encontraban teñidas, satinadas o blanqueadas. Las crudas, que se despachaban conforme salían del telar, empezaron a ser blanqueadas en 1924 con el fin de que salieran más limpias y con mejor apariencia.109 Los clientes reconocían las telas por sus nombres, por el tipo de tejido y por la marca de la fábrica. La más famosa por esos años fue la coleta Gloria, que se cree fue la primera lanzada al mercado.110 Entre la inauguración de la fábrica y 1931 existieron, al menos, otros 130 nombres de telas. Valga aclarar que un mismo nombre podía ser asignado a dos telas que habían pasado por procesos diferentes de tintorería. Por ejemplo, la Victoria se encontraba teñida, satinada o cruda y la Sorpresa satinada o blanqueada.111 Los nombres de las telas teñidas que se vendieron en 1923 fueron: Gloria, Poplin, Belica, Carcas, Mercedes, Khaki, Junín, Brocado y Victoria, y los driles Ayacucho, Támesis y La Niña. Entre las satinadas se encontraban carolinas y céfiros, también los driles Flanel, Alberto, Jack y Boston, y las domésticas Triunfo y Jardín.112

Es difícil reconstruir las motivaciones de tales nominaciones, pero revelan los pequeños acontecimientos de la vida de la fábrica: los homónimos de las esposas de los directivos, el nombre o apodo de un célebre empleado, un pueblo de la geografía antioqueña o del exterior o los nombres de las famosas batallas y mártires de la independencia, recordados al calor de las celebraciones del Centenario (1910). Muchos de ellos pretendían ser de rápida recordación entre los consumidores, lo que facilitaba su identificación con el producto. Hasta los años ochenta estos artículos sirvieron para reforzar los vínculos de amistad y aprecio entre los antioqueños, pues fue muy común, en ocasiones especiales, regalar “cortes de géneros” a amigos y allegados, los mismos que iban a parar a la máquina de coser, marca Singer, de la modista del barrio o de una tía para ser confeccionados y adornar a quien usaba el “estrén” (prenda para estrenar).


“Máquina de estirar europea. A esta máquina van aplicados un cilindro arrollador y una rosca alisadora”. Diccionario industrial: artes y oficios de Europa y América. Vol. III. Barcelona, A. Elias, 1892. Sala de Patrimonio Documental, Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarria Villegas, Universidad EAFIT

Diferentes textileras del país también confeccionaban prendas para vestir, como medias, calcetines, corbatas, camisas y ropa interior. También ropa para casa, como toallas, manteles, sobrecamas, hamacas y alfombras.113 De igual forma, Fabricato emprendió la confección de camisas y pantalones en 1925. Tres años después se ofrecieron los mismos productos en tejido de punto, mucho más fino y duradero que el plano. La maquinaria para el tejido de punto fue comprada en Estados Unidos en 1927 por recomendación de Carlos Mejía, quien creía que con “el práctico” que pondrían al frente de esta sección, Gustavo Merizalde, el negocio presentaría una buena perspectiva de lucro, lo que, al parecer, dio buen resultado, pues en 1929 se inició la venta de calzoncillos y vestidos y, entre 1930 y 1931, de overoles y calzones para niñas y señoras.114 Merizalde había sido empleado de Coltejer, cuya planta inició operaciones en una trilladora, en la que él trabajaba un telar de madera que fabricaba mantas y muleras para la arriería.


Salón de cardas en la primera planta de Fabricato, Bello, s. f. Con esta máquina terminan de limpiarse y separarse las fibras de algodón para producir un velo o cinta de fibras uniformes que pasa al proceso de estiramiento en el manuar. Archivo Fabricato


Tarjetas de identidad

Archivo Fabricato

Entre las prendas confeccionadas por Fabricato se contaban, por lo menos, cuarenta y ocho tipos diferentes. Algunas de las marcas eran: las camisas Santander, Bolívar, Sucre, Córdoba, Gloria, Omega, Urabá y Palacé, los pantalones Ayacucho, Mariscal, Khaky y Quindío, los calzoncillos porosos blancos, de color y crudos, los vestidos Pinocho, Chepete y Mojicón, los calzones por colores y sencillos, y los overoles Lienzo M., Dril M., Mariscal y Niño.115

El uso de algunas de las mencionadas prendas fue, en principio, exclusivo de una minoría pudiente y refinada, pero, a partir de los años cincuenta y sesenta, se extendió hacia sectores urbanos más diversos, así como el uso de electrodomésticos, como la plancha y la lavadora eléctrica, con los que el mercado transformó los hábitos de higiene doméstica y del cuidado de la ropa y de sí. Es evidente que en estos ámbitos Fabricato contribuyó a las transformaciones culturales que califican a una sociedad de moderna, pero también lo hizo a partir de la publicación de revistas, concursos literarios y musicales, programas radiales, eventos deportivos y de artes plásticas, entre otros. Esta amplia intervención en el campo cultural mereció capítulo aparte.

Como las telas, las confecciones también revelan las nuevas sensibilidades y prácticas de consumo que empresas como Fabricato indujeron entre la gente. Estas prendas suponen nuevas relaciones con el vestido, el cuerpo, los alimentos y las otras personas en un centro urbano en acelerado proceso de modernización. Las fotografías y las crónicas del Medellín antiguo muestran de forma reiterada cómo en aquella sociedad, de profunda raigambre agraria y campesina, era muy común andar a pie limpio, sobre todo los hombres, de modo que el uso de las medias supone que hubo otro tipo de industria que popularizó el uso del zapato. De igual manera, la moda de otras prendas íntimas y personales, como los calzoncillos, la toalla o el pañuelo, fue reveladora de individuación e higienización, como el baño diario y el acatamiento de formas de decoro y civilidad, adecuadas a los nuevos escenarios de la vida urbana y del mundo del trabajo, como la oficina.

Además de las telas y las prendas que se venían vendiendo desde 1923, se incluyeron toallas de mano y de baño, ruanas de hilo y telas para pañuelos y sábanas. En los años treinta apareció también el famoso dril Naval y telas como la Diagonal R, la coleta Flaca, la popelina Ideal y la tela para colchón X. Asimismo, a finales de esa década se discutió la necesidad de introducir telas estampadas, proyecto que se puso en práctica en 1940.116

Fabricato 100 años - La tela de los hilos perfectos

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