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La inauguración de la fábrica

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Antes de la inauguración en agosto de 1923, se comenzó el ensayo de las máquinas y la producción de unas pocas telas en Fabricato.68 Entre el trabajo de cardas, urdidoras y telares se produjeron los primeros driles y lienzos, y en julio se intentó teñir una pieza en un tono granate. Jorge Echavarría cuenta que hubo momentos en los que las máquinas no funcionaron bien.69 También el proceso de teñido tuvo problemas. Según relataba un empleado, una de las primeras telas “la lavó Don Alberto Echavarría en el lavamanos del almacén y fue tanto lo que soltó, que quedó más color en el aparato que en la tela”.70

Por esos días de agosto la prensa anunció la visita a Medellín del general Pedro Nel Ospina, presidente de la República (1922-1926), quien inauguraría una estatua del Libertador Simón Bolívar y la Exposición Industrial y Agropecuaria en la ciudad.71 Entonces, Jorge Echavarría apuró el trabajo de organización de la fábrica para inaugurarla. Quién mejor que el presidente para la apertura oficial, pues él había sido uno de los pioneros de la industria textil antioqueña en 1902 con la creación de la Compañía Antioqueña de Tejidos. En una ocasión, Echavarría manifestó que durante días previos a la inauguración trabajaron “horas extras y días feriados (...). Rendidos quedábamos después de largas horas de trabajo...”72

El día anterior a la apertura, Jorge Echavarría instó a los trabajadores para que vistieran sus mejores ropas. Todos se ubicarían en sus puestos de trabajo y cuando el arzobispo pasara debían arrodillarse para recibir la bendición.73 Al día siguiente, después de la bendición y la entronización de la imagen religiosa y de que el presidente de la República pusiera en marcha las urdidoras y el gobernador del departamento de Antioquia los telares, al son de los acordes del himno nacional, los concurrentes brindaron con champaña y la fábrica quedó oficialmente inaugurada.74 Al medio día, como parte de la celebración, los trabajadores fueron llevados de paseo en ferrocarril hasta Medellín, para visitar la Exposición Industrial y Agropecuaria en los pabellones del Hospital San Vicente.75

Para la época, los sistemas de administración de una empresa como Fabricato respondían a relaciones paternalistas entre empresarios y obreros, propias de empresas familiares, con pocos recursos y trabajadores. En ellas fue común que un empresario individual, como Jorge Echavarría, fuera asistido por un pequeño grupo de capataces y ejerciera un tipo de “control simple”: asistemático, idiosincrático y personalista. Este empresario administrador intervenía en forma directa en el proceso productivo y ejercía su poder para contratar, animar a los trabajadores diligentes y despedir a los indisciplinados.76 Las notas de su diario personal (escrito entre 1923 y 1926) así lo confirman, cuando narra los pequeños pero significativos acontecimientos que vivía la empresa. El 21 de septiembre de 1923, por ejemplo, anunció a los trabajadores los precios de los contratos, los mismos que les parecieron muy bajos, por lo que enfrentó un conato de huelga.77 Para entonces el país vivía uno de los ciclos huelguísticos más agitados de su historia, como resultado de la desestructuración de los modos de vida de masas de campesinos y artesanos por cuenta de la industrialización, del conflicto entre capital y trabajo, y de los problemas agrarios. A ello se sumaba el deterioro de los niveles de vida en las ciudades, pues no contaban con la infraestructura suficiente para recibir a ingentes masas de migrantes campesinos, muchos de los cuales nutrieron la pobreza y el mundo marginado urbano. Así emergió entre la opinión pública la idea de una serie de patologías y enfermedades sociales, denominadas “la cuestión social”, asunto fundamental para entender la diversidad de programas y acciones sociales que emprendería Fabricato en este contexto, soportados en la filantropía empresarial y el civismo. Estas temáticas serán expuestas en otro capítulo de esta obra.

Este ambiente de movilización social y agitación política alimentó el malestar de las 126 huelgas que hubo en todo el país, entre 1920 y 1929, con un promedio de 12 por año, en los sectores de industria, transporte y minas, en lo fundamental. La década de 1930 no fue menos convulsionada. En este ambiente, la huelga de la Fábrica de Tejidos de Bello, liderada por la obrera Betsabé Espinal, entre el 13 de febrero y el 10 de marzo de 1919, se convirtió en símbolo del movimiento obrero local y nacional. Bajo el impacto de la Revolución Rusa (1917), la agitación del movimiento socialista y la crisis económica que marcó la década, las principales reivindicaciones obreras fueron: el alza salarial, la estabilidad laboral, las condiciones higiénicas de trabajo, el desarrollo y el cumplimiento de la escasa legislación laboral y la lucha contra el alto costo de vida.78 A estas demandas respondieron el Estado y empresas como Fabricato con el objeto de mejorar el bienestar de sus trabajadores, tema que será desarrollado en próximos capítulos.


“Máquina de estirar”. Diccionario industrial: artes y oficios de Europa y América. Vol. III. Barcelona, A. Elías, 1892. Sala de Patrimonio Documental, Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas, Universidad EAFIT

Frente a estas problemáticas, en el diario de Jorge Echavarría se revela cómo operaba la sensibilidad social del directivo, sin excluir una dosis de realismo político. El 19 de diciembre de 1924 notificó el período de vacaciones pagadas a los obreros: “Hoy tuve el gran gusto de anunciarles a los obreros que el 24 suspenderíamos trabajos hasta el 2 de enero y que les pagaríamos su tiempo–recibieron la noticia con aplausos y risas”, mientras que el 20 de junio de 1925 respondió a la presión alcista del costo de vida que fue motivo de huelgas: “Hoy subí espontáneamente los jornales en un 10% por la enorme alza de los víveres–naturalmente el personal se puso feliz y aplaudió mucho en la plática en que se los anuncié ayer”.79


“Máquina secadora y aprestadora, sistema Palmer, de ocho tambores, con estiradora americana”. Diccionario industrial: artes y oficios de Europa y América. Vol. III. Barcelona, A. Elias, 1892. Sala de Patrimonio Documental, Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarria Villegas, Universidad EAFIT

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