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El mundo de los medicamentos

En el consultorio que Robert Darwin instaló en su casa en el primer piso atendía a sus pacientes y, desde allí, según el diagnóstico, enviaba a los enfermos al hospital, que quedaba a una cuadra, donde también trabajaba.

El medicamento más utilizado para todo tipo de malestares era el láudano, una tintura alcohólica basada en el opio. Su base se componía de vino blanco, azafrán, clavo de olor y canela.

Las más famosas mezclas de alcohol y opio eran las que comercializaba Thomas Sydenham, quien usaba vino de Málaga. El monje capuchino Rousseau creó un láudano fermentado, vertiendo coñac sobre el opio, y de esa manera logró conquistar al rey Luis XIV, convirtiéndose en su médico personal.

El rey le financió al monje Rousseau un laboratorio especial en el Louvre y recibió el grado de doctor en la Facultad de medicina de París.

El láudano de Rousseau ya se vendía como un medicamento envasado en los establecimientos denominados farmacias, donde un farmacéutico elaboraba medicamentos a partir de principios activos presentes en la naturaleza de acuerdo con la receta de un doctor.

El opio se exportaba a China producido en las colonias inglesas en la India, bajo el estricto monopolio de gran Bretaña.

El comercio exterior estaba alterado, ya que Europa se abastecía de China, particularmente de seda, porcelana y té. China era autosuficiente y prácticamente no importaba productos de occidente. Por lo tanto, para balancear el comercio exterior, el Reino Unido comenzó a pagar con moneda de plata a china y a realizar remates de opio provenientes de sus plantaciones en la India a cambio de la misma moneda de plata.


Funcionarios Chinos destruyendo un cargamento de Opio

Hacia 1839, el opio surtido por Estados unidos, Reino Unido y Francia había alcanzado a los campesinos aislados y a los obreros chinos, que gastaban dos tercios de sus ingresos en mantener su adicción. El opio se mezclaba con el tabaco y se fumaba en toda china, y esta doble necesidad sistémica corrompía a la población porque olvidaba el trabajo. Hacían todo a cambio de refugiarse en una casa de opio.

La situación alarmó al gobierno chino, pues se había generado una epidemia de adictos al interior del país. Entonces el emperador tomó cartas en el asunto y frenó el tráfico de opio: prohibió su uso y comercialización, y expulsó a los comerciantes británicos, quienes al llegar a Londres se quejaron ante la corona.

Gran Bretaña atacó a China con su poderosa flota, y la obligó a comprar el opio que se cultivaba en su colonia de India.

Todo esto nos demuestra la importancia que tuvo el opio como commodity o mercancía considerado en la época como principal medicamento y droga disponible. Hay que destacar el grado de relevancia que le asignaba el Imperio Británico a esta la materia como para iniciar una guerra con otro imperio. Hablamos de un periodo en que sus colonias debían estar abastecidas de medicamentos, alimentos y de los elementos básicos de la vida cotidiana.

El comercio por los mares del mundo durante el siglo XIX se movió al ritmo del Imperio Británico, la que tenía una poderosa flota de navíos, una disciplinada marina y una detallada cartografía del mundo.

Por otro lado, las guerras Napoleónicas llegaban a su fin con el triunfo británico en Trafalgar en 1805. El imperio británico había comenzado una fuerte expansión territorial gracias al dominio de los mares. Del debilitamiento de las colonias españolas y francesas se pasó al estrangulamiento de sus respectivas fuentes de financiamiento.

La independencia de las colonias españolas y francesas dieron lugar a la liberación de su relación con el viejo continente.

Cambiaron el comercio y las formas de gobierno, y fueron perdiendo el tradicional enfoque comercial en América del Sur. Este proceso se acentuó entre los años 1810 y 1830; además en Inglaterra la esclavitud había terminado. Es después de este periodo cuando Charles Darwin emprende su viaje al sur de América.

Darwin en Patagonia

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