Читать книгу Discursos históricos - Javier Alonso López - Страница 8
Introducción
ОглавлениеEl cerebro humano empieza a funcionar cuando naces y no se detiene hasta que sales a hablar en público. GEORGE JESSEL
Quizás usted, querido lector que acaba de abrir este libro, esté de acuerdo con la frase de Jessel, quien, a pesar de ser actor, tenía pánico a hablar en público cuando no se trataba de interpretar un papel. ¡Qué difícil es pronunciar un discurso! ¡Qué complicado resulta enfrentarse a una audiencia, captar su atención, transmitir claramente un mensaje y convencer o emocionar para que actúe de acuerdo a nuestras intenciones!
A lo largo de la Historia, algunas personas han tenido el don, la habilidad o la capacidad de aprender las técnicas adecuadas para pronunciar discursos inspiradores, emocionantes, enérgicos, que en muchos casos han supuesto un cambio radical en el modo de actuar de sus contemporáneos. Grandes discursos han iniciado guerras, han animado a resistir más allá de lo humanamente soportable y han inspirado a pueblos enteros a emprender un camino hacia un futuro prometedor aunque incierto. Unos han expuesto lo mejor de los seres humanos; otros han sacado lo peor de nuestra naturaleza.
En este libro se presentará una selección de algunos de los mejores discursos pronunciados en el transcurso de la Historia, pero resulta imprescindible entender que un buen discurso no es igual a una buena idea. A lo largo de estas páginas, se mostrarán las herramientas retóricas con las que se construye un buen discurso, pero ante nosotros desfilarán personajes que, haciendo un uso magistral de ellas, las emplearon para propósitos a veces nobles, a veces muy oscuros. Para nosotros, ciudadanos del mundo del siglo XXI, es importante familiarizarnos con estas técnicas, porque solo así podremos ser capaces de comprender correctamente los mensajes con los que se nos bombardea a diario, en especial desde el ámbito político. Cuanto más sepamos, más difícil resultará engañarnos.
Pero repasar estos trece discursos nos proporcionará otras satisfacciones. Por una parte, estos textos nos ayudarán a comprender mejor varios momentos fundamentales de la historia universal en los que unas palabras pronunciadas con acierto inclinaron la balanza de uno u otro lado. Aprender historia nunca es una pérdida de tiempo, porque, aunque no se repite exactamente igual, sí se dan, sin embargo, patrones similares en otros momentos, y eso nos ayuda a entender mejor nuestro propio mundo.
Por otro lado, analizar algunos de los grandes discursos de todas las épocas puede contribuir a que los lectores, especialmente los más jóvenes, construyan sus propias intervenciones y presentaciones en un mundo en el que muchos de ellos se verán obligados a hablar en público en infinidad de ocasiones. Si hay que aprender, que sea de los mejores.
Este libro es el fruto de un curso que impartí en la IE University en el último trimestre de 2021 para alumnos de una decena de países diferentes. En el transcurso de aquellas sesiones, los estudiantes entendieron el contexto histórico en el que se pronunció cada uno de los discursos, leyeron y, en algunos casos, pudieron escucharlos, se familiarizaron con los principales instrumentos de la retórica y aprendieron a desgranar un discurso hasta sacarle todo su jugo. Fue una experiencia muy satisfactoria de la que tanto ellos como yo salimos enriquecidos y un poco más sabios. Vaya desde aquí mi agradecimiento a todos mis alumnos por su entusiasmo y participación, y también a María José Ferrari, directora académica de la División de Artes y Humanidades de la IE University, por apostar sin reservas por este seminario.
He intentado que las páginas de este libro resulten lo más amenas y didácticas posible. Por eso, creo que es una aportación interesante la última parte de cada capítulo, donde se presenta al lector la huella que cada uno de los discursos ha dejado en el arte en cualquiera de sus facetas. Las ideas viajan de la mente a la boca, y del oído del espectador a su cerebro para transformarse en imágenes. Creo que resultará curioso e interesante para el lector aprender cómo un templo griego, una película, un cartel publicitario o un evento deportivo internacional pueden estar inspirados por las palabras que un día pronunció algún hábil orador.
Por último, gracias a la tecnología, el lector podrá disfrutar, en muchos de los casos, de la reproducción en vídeo o en audio del discurso original gracias a los enlaces que acompañan a la mayoría de los textos. De esa manera, las ideas de Mandela, Martin Luther King, Kennedy o Churchill, entre otros, cobrarán vida en su contexto original y no serán tan solo, como desdeñosamente indicaba Hamlet, palabras, palabras, palabras.
Quiero dar las gracias a mi editor, Ricardo Artola, por aportar todo su saber para mejorar el libro y por tratarme con el mayor cariño; y a mi agente literaria y ángel guardián Silvia Bastos, por cuidar siempre de mí no como autor, sino como ser humano. Con gente así, da gusto.