Читать книгу Retrato hablado - Javier Darío Restrepo - Страница 18
Somos iguales a las plantas
Оглавление¿Qué es la vida?
Es el milagro de la naturaleza.
Una definición muy filosófica para una científica.
Pero eso es: el milagro de la vida. La vida surgió de una reacción química, por accidente, y una vez que apareció su fin es la reproducción. En las plantas, la semilla germina para crecer, reproducirse y servir, porque todo tiene el fin de servir, todos tenemos que producir algo que justifique nuestra presencia.
¿Cuál es su fin?
Enseñar y también, como la de todos los seres vivos, la reproducción.
¿En su afán de reproducción el ser humano se convirtió en una plaga?
Sí cómo no, el hombre ha ido reproduciéndose desordenadamente en todo el planeta.
Si todo ser vivo tiende a reproducirse ¿por qué las plantas no son plaga?
Porque ellas son más sabias. Ellas saben cuándo hay que detenerse.
¿Qué tanto nos parecemos los humanos a las plantas?
Somos exactamente iguales. Es decir, cae una semilla en la tierra y aunque sea en una hendidura, germina y se desarrolla. Lo mismo ocurre en la especie humana. Es el mismo impulso.
¿No se supone que los humanos somos superiores a las plantas?
Claro, nosotros tenemos cerebro aunque no todos los cerebros son iguales, hay muchos que no sirven.
¿Lo que nos hace iguales es el impulso reproductor?
Sí, pero además la conducta, porque la conducta de las plantas es igual que la nuestra. Para reproducirse, la planta tiene, como los humanos, recursos para llamar la atención. Sus flores son de color para atraer a las aves o a los insectos que las polinizan. Los colores, las fragancias, la miel y el néctar son un reclamo sexual. También ellas tienen su ciclo sexual y tienen las mismas estratagemas que nosotros para lograr los fines de la naturaleza: la reproducción.
¿Las plantas seducen a otras plantas?
Sí y además ¿quién les dice a las plantas que es malo hacer el amor? ¡Nadie! Es válido. Desde que germina la semilla ya traen el mensaje de que su fin es reproducirse y van a ver cómo le hacen.
¿Existe el machismo en la naturaleza?
No, porque el concurso es idéntico para los dos. El polen está puestísimo para hacer el amor y la hembra también está esperando la ocasión de practicarlo pues es un mandato de la naturaleza. No hay machismo ni feminismo.
A usted, ¿el machismo de los humanos le dificultó su vida?
Nunca.
¿Por qué eligió estudiar plantas y no otros seres vivos?
Lo más valioso que tienen las plantas es que son las únicas que pueden capturar la energía del sol y guardarla en su cuerpo. Si un toro se alimenta de pasto, está comiendo la energía del sol. Si uno come carne de ese toro está comiendo también energía solar. El calor que tenemos en el cuerpo es el calor del sol procesado por las plantas que son las únicas que pueden hacer ese milagro.
Una docena de plantas han sido bautizadas científicamente con su nombre, ¿qué se siente tener nombre de planta?
Me da mucho gusto, pero lo que me da más gusto es tener el regalo de que a mis alumnos les haya gustado la botánica, que tengan doctorados y que ahora sean mis jefes. Mis alumnos están encontrando nuevas plantas y a algunas les pusieron mi nombre, pero para mí el mayor orgullo es el haber formado recursos humanos para la ciencia.
¿Por qué sus alumnos la quieren tanto?
Porque yo los quiero y ellos me corresponden.
¿Es cierto que les regala dulces?
Sí, esa ha sido mi técnica; regalar dulces a mis niños si aciertan.
Sus niños están bigotones.
Pero siguen siendo mis niños.
Le gusta la política
No, pero la practicamos hasta en nuestro propio hogar. Hay política siempre, hasta en las amistades.
¿Cuál es su planta preferida?
Los encinos. Tienen unas hojotas muy grandes y dan una madera muy fina. Los hay en todo el mundo y no todos son iguales.
Si Jalisco fuera una planta ¿cuál sería?
Un pino. De los 40 pinos que hay en el país, 18 están en Jalisco.
Y si usted fuera planta, ¿cuál escogería?
Hay una florecita que crece hasta en las banquetas y que da un trébol. Se llama Oxalis corniculata. Es una platita chiquita que da florecitas rosas. Los niños del campo se comen la raicita y las muchachas creen que es el trébol de la buena suerte.
¿Por qué esa planta?
Se me hace muy sencilla, muy modesta y muy sabrosa.