Читать книгу Las huellas imborrables - Javier Herreros - Страница 13
VERSOS DE EMOCIÓN
ОглавлениеA César Vallejo
I
En un pueblo de los Andes, nació el poeta
de la tierra y el cosmos. El pequeño de la casa
creció con los bizcochos de la guía materna
y los juegos con los barcos en el pozo de agua.
Constituyó una imprescindible referencia
su hermano Miguel. Se escondían por las salas
al caer la tarde. Qué alegría para César
hallar a su gemelo corazón tras las puertas.
Luego, la madre, al verlos, los acariciaba:
en su equipaje irán los recuerdos de infancia.
II
Whitman y Verlaine: primeras lecturas líricas.
Conoce siendo joven la dureza de las minas.
Su alma queda dañada por dos trágicos golpes:
mueren Miguel y la madre; las emociones
se plasman en versos auténticos, inconformes.
Admira a Jesús, se identifica con los hombres
frente a las arbitrariedades divinas.
Descubre la fuerza amorosa en Otilia,
da clases en Trujillo. Un alumno, Ciro Alegría,
recordaría sus ojos: pupilas de dolores.
III
Las paredes de la celda dan alas al vuelo
poético de César, que abre nuevos caminos
para la poesía hispana. En sus versos
innovadores afluyen los neologismos:
cancionan, longirrostro, empatrullado, lomismo.
Vallejo saca, brillante, el fulgor estético
de números y días, arriesgados senderos
por los que su voz camina segura. Sonidos
de tristes realidades, de dulces sueños
que lo llevan a París, cima de tantos líricos.
IV
Europa será el amor de Georgette, el estudio
del marxismo y la Guerra de España. Una aurora
de esperanza rodea a César, que vivirá el drama
de un pueblo valiente y digno, pero con pocas armas.
Alejado de los políticos, su mirada
se fijará en un campesino: Pedro Rojas.
Rojas, republicano, cabo de ametralladoras,
asesinado. En su bolsillo hay una nota
que alerta a sus compañeros de la crueldad reaccionaria.
Futuro y solidaridad en una humilde cuchara.
V
Sufría por todo y por todos, César, inmenso
poeta que dio voz a los que más sufren, olvidados
de la historia y los libros. En París, cae enfermo
y su muerte cumple su vaticinio poético:
un día lluvioso, solitario, con agua en el empedrado.
Después de cerrar los ojos, César ve los brazos estirados
de su madre, María, sonriente, que espera su abrazo.
Se funden en un abrazo tierno, emocionado.
Es una mañana bella, de un tiempo eterno,
desayunan juntos María, César, Miguel y Pedro.