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EL NOVELISTA Y SUS PERSONAJES

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A Miguel Delibes

I

Frisabas los diez años cuando lo conociste.

Una tarde otoñal, tras el colegio, quisiste

que tu hermano, gran lector, te dejara un libro.

La maestra pedía un trabajo narrativo

sobre cualquier obra, y tú sin decidirte.

Muy pocas lecturas tenías, pero el cariño

de tu hermano convertía todo en posible.

Su fuerte brazo agarró una novela, lo viste.

«Toma, Javier, lee esta», recuerdas que te dijo.

Su autor: Miguel Delibes. Su título: El camino.

II

Y así, en compañía de Daniel, el Mochuelo,

y sus amigos, iniciaste tu andadura

por la genial narrativa de Delibes: pueblos

y ciudades, mayores y niños, la ternura

de los diálogos marcarían tu vida futura.

De la mano del Nini, Pacífico, Lorenzo,

Desi se asentó tu amor por la literatura.

El creador de estos seres era igual: austero,

humano, generoso, fiel a sus compañeros,

equilibrado por Ángeles y su dulzura.

III

De sus novelas, una es faro permanente

de las letras hispánicas, aliento poético

en temas, personajes: Los santos inocentes.

A estos campesinos humillados vuelves siempre,

ya en días difíciles, ya en momentos tiernos.

También, tu hermano te revelaría un viernes

la magnífica película, imperecederos

Paco Rabal, Landa, González, Pávez, Juan Diego,

dirigidos por Camus, premiados en Cannes:

Azarías, Régula y el Bajo en el firmamento.

IV

Profundizaste en su obra. Delibes escribía

en Sedano, aunque su casa era Valladolid.

Cuando Ángeles partió, dura melancolía

pobló su corazón, pero siguió su vivir

en los hijos, los perros, el vuelo de la perdiz.

Supiste que la magia literaria existía

al volver con mano maestra a escribir:

Cayo, Gervasio, Cipriano, luces de su sentir

en el campo o las urbes de actuales días

o pasados, sencilla belleza compositiva.

V

El mismo año, Miguel y Jorge dijeron adiós.

Ambos viven en las galerías de tu alma.

Pese a que el aire hiela, tu brazo, tu ilusión

coge de la estantería los libros cuyas páginas

te enseñaran, diáfana, la verdad de la ficción.

Ahora, Delibes y tu hermano te acompañan

en tus clases. Quieres serles digno en tu enseñanza.

Los muchachos serán buenos lectores; la emoción

en el recuerdo y el porvenir; la esperanza:

Azarías ve a Ireneo, escucha su voz.

Las huellas imborrables

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