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Girardota, noviembre 17 de 2012.

Amada Mamá:

De niño recuerdo sobre todo las canciones. Pero no puedo repetirlas ahora, ya que no recuerdo con exactitud las letras y las melodías, es más bien una sensación cantarina, emocionante, feliz. Desde eso sé que la felicidad consiste es muy poco, en lo más cercano. Y cuando recuerdo empiezo a presenciar un desfile de imágenes que configuran un mapa, el mapa que marca la ruta desde mis primeros balbuceos hasta mis palabras de hoy. Para mí, como para la primera poesía, al principio fue el canto tuyo de todos los días: cuando hacías el almuerzo para mi papá en la madrugada cantabas, cuando me bañabas cantabas, cuando arreglabas la casa cantabas, cuando íbamos a comprar las cosas en la tienda cantabas, cuando nos acostábamos a hacer la siesta cantabas, al despertar, al comer… Tu canto es para mí mi lengua materna. El español en abstracto sin una madre no puede ser una lengua materna. Por esa razón me fue tan fácil aprender a leer y a escribir. Ya tenía mi lengua. No recuerdo quien me enseñó el abecedario, ni la gramática. Recuerdo quien me enseñó a cantar.

José Ignacio C.


Lo que mi voz leía

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