Читать книгу Lo que mi voz leía - Javier Naranjo Moreno - Страница 18

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Medellín, 15/12/18

Hijo.

Juan Raul.

Hace más de una decada mis espacios favoritos eran aquellos donde reposaba el conocimiento, donde activaba mi gusto hacia las letras y mis puntos de encuentros con mis amigos del barrio.

Justo allí soñé con entregar mi vida a la construcción de tejidos sociales y a la educación popular. Las canicas, los juegos de chuchas, los escondites secretos y el tenga daban espera a la prioridad de la lectura, aunque claro, también disfrutaba de ello, pero poco a poco pero se estaba volviendo muy a menudo que los gritos ya no fueran de felicidad y las corridas no fueran de juego, y justo ni para soñar entre los libros y el maravilloso mundo de las letas, pues recibí la noticia que la biblioteca de mi barrio vecino había tenido que cerrar: pues las balas libraron le ganaron la batalla al abecedario. No te niego hijo, que mi angustia fue terrible, me sensuraron, me cohartaron, la guerra me negó la posibilidad de leer. Ahora, mucho tiempo después tu papi fue entregado tal como lo prometió a su labor social y popular y por fortuna nació tu hermano, quien desde la distancia la el conocimiento lectura y las palabras nos unen. Tiempo después una nueva batalla había que enfrentar. Llegaste más pronto de lo que mami y papi esperaban, pero una nueva angustia viví cuando mis ojos trataban de esquivar todo tu cuerpo frágil aferrados a decenas de cables, pitos, alarmas y aparatos que te mantenían con vida en aquella burbuja, ya eran tiempos de paz, era ahora el momento de enfrentar tu muerte con lo que hace un tiempo me negaron: la lectura.

Los cuentos te sanaron, la fe, la esperanza y Dios, 41 dias de hospitalidad sin salir de aquel lugar, donde las burbujas fueron testigos de historias que pasaron por el oído de tus vecinos que luchaban en contra de la muerte, donde Keiko Kashza, Ivar da Coll, Kakie Paul, Irene Vasco, anthony Braun, Isol, Dani Speac, Soledad rascanza, Liliana arias te ayudaron a sanar y a despegar cada cosa que tenías aferrado a tu cuerpo. Justo cuando cumpliste el día 41, nos despedimos de las burbujas cantandole juntos “El más poderoso”.

Me quedan muchos espacios por visitar, incluso aquella que le sensuraron a tu papi, yo sería feliz, recordando a mis amigos que hoy son victimarios o simplemente que no lucharon en contra de la muerte como tú, quizas hijo no hubo quien les contara historias.

Tu hermano está orgulloso de ti, que tal

¿le escribimos una carta?

Hijo. Ya no hay [tristezas ¿?] ni balas que me detengan a leer contigo. Gracias por recibirme con un abrazo, abrirme el bolso y sacar una nueva historia, desde siepre habrá un libro para ti. Porque Papá fui yo un papa hijo que leyó en medio de la guerra formandose para que leas hoy ser un papá en medio de la Paz. Tú un fruto de ello.

¡Tú eres mi gran árbol Rojo!

Te amo.

Tu papi.

Jorge Alberto Moreno

Lo que mi voz leía

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