Читать книгу Lo que mi voz leía - Javier Naranjo Moreno - Страница 13

Оглавление

Medellín, octubre 24 de 2016.

Querido Papá,

Toda la vida me han dicho que fui y soy la niña de tus ojos. No sé si es porque fui la primogénita o la que más se parece a ti. Toda la vida he sentido que eso ha sido una ventaja, el ser tu favorita, porque siempre fue claro que a mi hermana no la veías con tanto orgullo, con ella nunca se te hinchó el pecho como cuando de mí se trataba. Aún hoy, cuando ambas estamos en nuestros 20s, es patente. A veces creo que soy tu favorita porque crees que soy una copia de tu inteligencia. Con cada logro académico que he recibido en mi vida, y han sido ya bastantes, te apurabas a afirmar entre seriedad y juego, que todo aquello lo logré porque esa inteligencia la recibí de ti. El mérito que casi siempre le quitaste a mi mamá es otro tema amplio.

No mentiré y diré que me siento mal al haber recibido tanta de tu atención; el que te hayas ocupado tanto de mi desarrollo si hizo que mis resultados fueran tan buenos. El problema (y sólo recientemente he reparado en ello) es que una parte de mí creció pensando que todo mi valor como persona estaba concentrado en mis calificaciones. Aún hoy lo siento así. Y claro, de niña, me iba bien en el colegio y por ello te sentías orgulloso de mí. Te regodeabas en lo pronto que aprendí a escribir mi nombre, en los libros de niños que me compraste (que en realidad fueron regalo de mi mamá) y leía en cualquier momento libre, en el hecho de que a los 7 años ya leía “libros de adultos” (un atlas con descripciones de todos los países del mundo).

Y en verdad lo disfrutaba, aún lo hago. Pero también pienso que el siempre estar leyendo es lo que se espera de mí, es mi estado natural. Lo normal es que mis textos sean perfectos. El status que es que mis ensayos sean superiores a los de mis compañeros: y lo son; no voy mostrar una falsa modestia frente a ello. Pero papá estoy cansada de siempre tener que gastar toda mi energía física y emocional tratando de ser la mejor. Hay veces en las que alguien me supera y eso me destruye. Estoy cansada de pensar tres, cuatro, múltiples veces en las cosas que quiero escribir y desecharlas antes de poner la palabra inicial en el papel porque de repente decido que es una idea estúpida. Estoy cansada de nunca hacer nada de lo mucho que quiero hacer porque antes de empezarlo ya “sé” que no será bueno, que no será un indicador del nivel que se espera de mí. ¿Cuántos guiones podría haber escrito ya? ¿Cuántas ideas para una película nunca existirán porque las consideré estúpidas antes de su génesis? ¿Cuántas de ellas eran verdaderamente buenas?

Padre, quiero reversarlo todo y volver al momento en el que escribir mis ideas dejó de ser una forma de expresar el contenido de mi alma y pasó a ser una muestra de mis capacidades. Quiero dejar de tener miedo de equivocarme, quiero dejar de pensar que pierdo valor si algo de lo que escribo no gusta.

Ahora que estoy en este punto de mi vida, ahora que supuestamente he decidido que una de las cosas que quiero hacer es ser guionista (porque, entre otras cosas siento que es una de las pocas áreas de la realización en las que no soy tan mala), quiero liberarme de esta carga.

Si alguna vez llego a tener hijos, espero no repetir tus errores y no hacerles sentir que todo su valor está en sus logros, sino que sus logros son resultado de lo valiosos que ya son, que son tesoros sólo por el hecho de ser.

De todas formas, te agradezco el simple hecho de intentarlo. El lenguaje en verdad es mi fuerte. Sólo me falta separar el disfrutarlo del nivel de resultados en él.

Te amo,

Lau.

Lo que mi voz leía

Подняться наверх