Читать книгу Fuera de guión - Jen Wilde - Страница 13
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EXT. BOSQUE DE SILVER FALLS. NOCHE.
Abrimos con un plano de las botas de Sasha mientras corre por el bosque. Se oyen motos a lo lejos: los cazadores la persiguen. La cámara se aleja para mostrar que Jonah, Sasha y Tom están huyendo juntos. Están sucios, sudorosos y les falta el aliento.
CAZADOR (off) ¡Os atraparemos, perros!
Jonah tropieza y cae. Tom sigue corriendo, pero Sasha se detiene para ayudarle a levantarse.
SASHA ¡Levántate!
TOM (jadeando) No llegaremos mucho más lejos. Tenemos que convertirnos.
SASHA Pues hagámoslo.
Ambos se transforman en licántropos y siguen corriendo por el bosque. Detrás de ellos se oye un tiro y la bala alcanza un árbol. Caen ramas delante de Sasha, le bloquean el paso y la separan de los otros dos. Ella intenta sortearlas, pero queda atrapada en una red. Sasha trata de romperla con los dientes, pero está electrificada.
Una moto frena cerca de ella. Dos botas aterrizan en el suelo: es uno de los cazadores, que se acerca a la red. La luna ilumina la figura, que se quita el casco. Vemos que es Lyla. Sasha gruñe y enseña los dientes.
LYLA Chsss, no pasa nada. Soy Lyla.
Lyla se agacha junto a la red. Sasha sigue gruñendo, pero deja de hacerlo cuando Lyla la libera.
LYLA Vete. ¡Deprisa!
Sasha echa a correr mientras Lyla la observa.
FIN DEL ADELANTO.
Levanto la vista del portátil justo cuando el autobús llega a mi parada. Lo meto en la mochila y salto del asiento. La cabeza me hierve mientras camino a paso rápido hacia el edificio de Parker. Las escenas se reproducen en mi propio proyector mental; los diálogos se repiten una y otra vez. Me muero por escribir la escena en la que Sasha y la cazadora vuelven a encontrarse. Sé que Parker está en casa, así que llamo al timbre en vez de volver a pelearme con la puerta. No tengo tiempo cuando estoy en racha.
—¡Hola, guapísima! —me saluda él con una sonrisa. Lleva un delantal sobre los vaqueros y una camiseta que dice LOS CHICOS PUEDEN SER FEMENINOS—. He hecho pasta. ¡Tenemos cena para el resto de la semana!
El piso entero huele a salsa boloñesa. Me ruge el estómago.
—Genial, ¡gracias! Comeré mientras trabajo.
—¡Oooh! —Alza una ceja—. ¡Un proyecto! ¿Es top secret?
Me siento en el sofá con las piernas cruzadas y vuelvo a abrir el portátil.
—Pues… ¿quizá? En plan «nadie sabe que estoy con esto». Mi jefe es un capullo irrespetuoso, así que estoy escribiendo un episodio magnífico para demostrarle que se equivoca conmigo.
—Guiones por despecho —dice él removiendo la pasta—. Me encanta el concepto.
—¡Gracias! ¿Qué tal el día?
Me sirve un plato y lo deja en la encimera.
—Una locura. He trabajado en un desfile de moda benéfico en Beverly Hills. La de cantidad de gente guapa que había es increíble.
A Parker le suena la alarma del móvil, que está sobre la mesa, y su rostro se ilumina.
—¡Tengo que irme! Deséame suerte.
—¿Vas a salir? —pregunto confusa.
Se quita el delantal y se lo pone de capa; luego, imita una pose de superhéroe, con los brazos en jarras.
—¡Tengo una cita!
—¿Una cita? —Cierro el portátil—. ¿Desde cuándo?
—Desde esta mañana. Conocí a un modelo muy mono en el desfile. Se llama Dante. Tonteamos un poquillo mientras lo maquillaba… Pero bueno, que me ha dicho de tomar una copa en el Bar 161.
Doy palmadas de entusiasmo.
—¡Qué bien! Suena emocionante.
Parker cuelga el delantal en el gancho que es también un imán de nevera y me fijo en que le tiemblan los dedos.
—Nunca me he puesto tan nervioso con un chico, pero es que este es guapísimo.
—Oye, tú eres tan guapo como cualquier modelo —le aseguro mientras me levanto del sofá. No miento: Parker tiene unos ojos azules espectaculares y unas cejas perfectamente arqueadas. Además, no le da miedo usar un poco de iluminador.
—Ya, ya lo sé. —Echa la cabeza hacia atrás como si tuviera una melena larga y lustrosa—. Pero Dante… —murmura embelesado.
—Vale, es obvio que me tienes que enseñar una foto.
Coge el móvil y lo busca en Google. En pantalla aparecen un montón de fotos profesionales. Se llama Dante Smith y, sí, es impresionante. Tiene la piel marrón oscuro, rastas en un rodete, una sonrisa encantadora y ojos profundos de color avellana. Parker amplía una foto de él sin camiseta en blanco y negro, en la que Dante posa de forma casual delante de una ventana con gotas de lluvia.
—La puta de oros…
—Justo lo que te decía. —Parker babea de nuevo.
—Qué pedazo de abdominales.
Parker cierra la foto y se abanica con la mano.
—¡Para! Ya estoy lo bastante nervioso.
Le pongo una mano en el hombro.
—Irá bien, P. Vete o se te hará tarde.
Agarra las llaves y el monedero y abre la puerta; luego, se vuelve hacia mí.
—¿Estarás bien aquí?
Asiento.
—Tengo un guión por escribir.
La canción ILY de The Brightsiders suena a todo volumen por mis cascos cuando la puerta se abre bruscamente a las dos de la mañana. Parker entra casi bailando y con una sonrisa enorme, como si estuviera borracho, enamorado o ambas cosas.
—¡Pero si sigues despierta! —exclama, y luego se chista a sí mismo por hacer mucho ruido. Definitivamente, está borracho—. ¿Cuánta Ritalina te has tomado?
—No te preocupes, no más de la dosis diaria recomendada. Es solo que estoy muy metida.
Tengo que seguir. Así funciona mi mente. No podré dormir, ducharme ni pensar en otra cosa hasta que termine: la historia se me metería en las entrañas y me comería por dentro.
—¿Qué tal la cita? —pregunto.
Su sonrisa se vuelve más amplia aún. Luego, cierra la puerta y se apoya contra ella con un suspiro.
—Celestial. —Se despega de la puerta y zigzaguea hacia la cocina, canturreando—. Hemos hablado, bebido, bailado y nos hemos enrollado como si se acabara el mundo.
Suelto una risita, contagiada por su fervor amoroso. Parker saca de la nevera algunos restos de tarta de chocolate y empieza a comérselos como un zombi devoraría unos intestinos.
—Me ha invitado a una fiesta en una piscina el sábado —dice antes de meterse otro tenedor en la boca—. Es en casa de su amigue Chloe. O sea, Mix Chloe, le cantante.
Aparto el portátil y me pongo de pie.
—Espera. ¿Mix Chloe? ¡Me encanta! ¡Justo estaba escuchando la canción que tiene con The Brightsiders!
Chloe es une youtuber y compositore no binarie, negre y femme. Sigo sus vídeos desde los doce años.
—¿Quieres venir? —pregunta Parker—. Dante ha dicho que puedo traer a algún amigo.
Me quedo sin aliento.
—¡Joder, sin duda!
Parker aplaude, emocionado, lo que hace volar miguitas de tarta por toda la cocina.
—Ay, perdón.
—Vale —digo mientras le quito el plato de tarta masacrada—, creo que es hora de irse a la cama. Los dos tenemos que trabajar mañana.
Parker me dirige una sonrisa torcida.
—Okidoki, capitana Marvel.
El viernes por la mañana entro en la sala de guionistas con la bandeja habitual de cafés y el guión terminado en la mochila. He dormido un total de cinco horas desde el miércoles, pero tengo suficiente adrenalina y Ritalina en el cuerpo para aguantar todo el día. Espero.
Todos están sentados en torno a la mesa. Dirk está listo para tomar notas en el portátil y yo me siento en una silla vacía en el rincón para escuchar en silencio.
—Malcolm —dice Jane justo antes de terminar la reunión—, ¿cómo va el episodio 612? Solo para que todos sepamos dónde estamos.
Malcolm ha estado extrañamente ausente los últimos dos días y, cuando se ha dejado ver, ha estado muy callado. Tiene ojeras, una sombra de barba y el pelo revuelto. Parece que lleve meses sin dormir.
—Va bien —dice—. Estará listo para revisar en la reunión del lunes.
—¡Estupendo! —responde Jane—. Tengo muchas ganas de ver cómo presentas a la nueva cazadora.
—Como te he dicho, lo verás el lunes —dice él algo molesto.
Sin más preámbulo, se levanta y se marcha de la sala. El resto de guionistas intercambian miradas, pero una vez más, nadie dice nada. Yo quería darle mi guión antes de que se marchase, así que salgo a toda prisa y lo persigo por el pasillo.
—¡Señor Butler! —lo llamo. Él vuelve un poco la cabeza, pero sigue andando—. ¿Puedo hablar un momento con usted?
Suspira y se da la vuelta.
—Sea lo que sea, pregúntale a Dirk.
—Es importante —insisto mientras le alargo el guión—. He escrito mi propia versión del episodio 612. —El corazón me late tan fuerte que apenas oigo mi propia voz—. Solo para demostrarle lo que puedo hacer.
Me mira como si le hubiese pedido un riñón.
—Oye, Becky, llevas aquí… ¿cuánto, cinco días? Así que supongo que esto es producto de tu inocencia; supongo, vaya. Tengo que supervisar una producción entera, ¿te crees que tengo tiempo para leer el trabajo de una becaria? Dirk es mi asistente de guión desde hace un año y jamás me ha pedido que me lea nada suyo.
Se me cae el alma a los pies. Me muero de vergüenza. En vez de demostrarle que tengo iniciativa, lo que he hecho es demostrarle lo poco que sé de cómo funcionan las cosas.
—Lo siento mucho —digo, incapaz de mirarlo siquiera, y me doy la vuelta para marcharme.
—Espera —dice Malcolm—. ¿Dices que has escrito el borrador del 612?
Asiento.
—Sé que ya lo habrá hecho usted, pero…
—Sí, sí —dice él. Da un paso hacia mí y clava la mirada en el guión que tengo en la mano—. ¿Me dejas verlo?
Alzo las cejas y él sonríe un poco. Se lo entrego y espero, conteniendo el aliento, mientras lo hojea.
—Mmm… —Malcolm echa un vistazo al pasillo, que está vacío salvo por nosotros dos, cierra el guión y se lo pone bajo el brazo—. A ver, no te prometo nada, pero si tengo tiempo, me lo miro este fin de semana.
Estoy tan contenta que podría ponerme a brincar, pero mantengo la compostura.
—Muchas gracias, señor Malcolm, de verdad.
Se encoge de hombros.
—Puedo ser majo cuando quiero. Eso sí, no le digas nada de esto a Dirk, ¿vale?
Hago un gesto de cremallera sobre mi boca.
—Hecho.
Se da la vuelta y se marcha. Yo me quedo allí, fascinada. Gran parte de mí nunca se creyó que Malcolm fuera a cogerme el guión, pero creo que Jane tenía razón: a veces tienes que luchar para que te escuchen.