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Cuando regreso con los cafés, la reunión está por terminar.

—¡Ah! —dice Malcolm al verme—. Me preguntaba dónde estabas.

—Lo siento —me disculpo mientras él coge una taza de café de la bandeja que llevo—. La cola era tan larga que se salía de la cafetería.

Y, además, me había perdido. Estos estudios son más grandes que todo Westmill.

Los otros guionistas toman su taza de café antes de salir por la puerta. Todos me dan las gracias, lo que me anima. Comienza a vibrarme el móvil en el bolsillo de atrás y consigo sacarlo mientras sostengo la bandeja de los cafés. Uf, es mi madre. Sabe lo importante que es este día para mí, ¿por qué me llama ahora? ¿No entiende el corte que me da que me llame el primer día en un trabajo nuevo e importante? Rechazo la llamada, me meto el móvil en el bolsillo de nuevo y me dejo una nota mental para llamarla después.

En ese momento, solo quedamos la única guionista y yo en la sala. Ella me sonríe mientras se echa al hombro la mochila del portátil. Yo hago lo mismo, aún con la bandeja vacía en las manos.

—¿Qué tal? —me pregunta—. ¿Te ha dado Malcolm algo que hacer? Alguna escena que reescribir, un guionista al que quitarle un poco de trabajo…

—Eh… no —digo despacio—. ¿Tenía que hacerlo?

Sonríe, como si sintiera pena por mí, pero no responde.

—¡No pasa nada! Ven conmigo si quieres, seguro que te encuentro muchas cosas que hacer.

—¡Genial! —Me llevo los dedos índice y corazón a la sien y le hago un saludo militar, porque… porque, aparentemente, ahora hago esas cosas—. A su servicio.

Se ríe, nos marchamos de la sala y comenzamos a caminar por los pasillos.

—Me llamo Jane.

Me estrecha la mano. Sus ojos de color esmeralda brillan bajo unas pestañas oscuras y unas cejas perfectamente arqueadas. Probablemente sea la primera persona que conozco en Los Ángeles que está más pálida aún que yo.

—Soy productora ejecutiva de la serie. Empecé como guionista júnior ya en la primera temporada, así que si tienes alguna pregunta o necesitas algo mientras estés aquí, estaré encantada de ayudarte.

Le dedico una sonrisa radiante. He visto su nombre en los créditos de apertura mil veces. Estoy tan emocionada que podría gritar, pero no quiero asustarla, así que me prometo a mí misma quedarme calladita.

Me dura unos tres segundos.

—Tú escribiste el episodio del baile en el instituto la temporada pasada, ¿verdad? —le pregunto cuando salimos del edificio.

Abre mucho los ojos, como sorprendida de que lo sepa. Después esboza una pequeña sonrisa.

—Sí, es mío.

Me llevo la mano al pecho.

—¡Es uno de mis episodios favoritos de toda la serie! Ese momento en el que Jonah finalmente admite lo que siente por Sue… —Echo la cabeza atrás, embelesada—. Lloré.

La sonrisa le llega a los ojos.

—Caray, ¡me alegra mucho que te gustara tanto!

Sigo bombardeándola con preguntas acerca de cómo es el trabajo en esta casa, en qué otros sitios ha estado y cómo se metió en la industria. Me responde con anécdotas inconexas rebosantes de emoción que absorbo como agua de mayo. Jane se dirige a mí como si fuera una persona y, por primera vez en todo el día, siento que no me irá mal en el trabajo.

Estoy tan metida en la conversación que no me entero de adónde vamos hasta que llegamos a una puerta doble de acero.

—¿Llevas viendo la serie desde el principio, entonces? —pregunta Jane mientras la abre con ambas manos.

—No me he perdido ni un solo episodio.

De pronto me doy cuenta de dónde estamos y me quedo paralizada. Ante nosotras se extiende un plató del tamaño de un hangar. El ruido se oye desde donde estoy y abro la boca de asombro. Hay gente caminando en todas las direcciones; unos hablan por sus micrófonos de corbata, otros desplazan todo tipo de equipo sobre el suelo de cemento. Es como abrir un portal a otro mundo.

Jane camina delante de mí y me apresuro a alcanzarla. Muevo la cabeza de izquierda a derecha, tratando de captar todo lo que sucede.

—Bienvenida a Silver Falls —dice.

Me detengo fascinada. Estoy delante del exterior de la cabaña donde Jonah y Tom (interpretados por Will y Archer) se refugian cada luna llena, que se encuentra en el bosque que hay a las afueras de Silver Falls. Es como si me hubiera metido dentro del televisor.

—¿Estás bien? —pregunta ella con una risita.

Me repongo y asiento.

—Es solo que me siento muy feliz —acierto a decir.

Intento contener mi alegría recordándome que estoy aquí para aprender y trabajar: tengo que ser profesional. Pero me dejo una nota mental para celebrarlo con saltos y brincos en cuanto vuelva al piso de Parker.

—Toma.

Jane me alarga una copia del guión del episodio que están filmando. Su nombre aparece en la primera página.

—¿También has escrito este episodio?

Asiente.

—A ver, es un trabajo colaborativo, pero sí.

Comienzo a pasar las páginas hasta que llego a una que dice…

Fuera de guión

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