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Jeroglíficos egipcios

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Anne pregunta sobre los Jeroglificos y si es fácil traducirlos. Thomas, sonríe y le comenta que leer de corrido, “como Indiana Jones”, las inscripciones de los muros de los templos y tumbas faraónicos es complicado. Antes tendrás que conocer al dedillo la lista Gardiner, el diccionario básico de la escritura egipcia, que recoge 743 jeroglíficos diferentes clasificados en 26 subgrupos (deidades, partes del cuerpo, el hombre y sus ocupaciones, animales…). En ella solo están los más comunes, los que se usaban durante el Imperio Medio.

En el periodo grecorromano el número total llegó a superar los 6.000, lo que no significa que se escribiese mejor en época de Cleopatra, sino que se usaban más palabras para decir lo mismo. También fue un recurso empleado por los sacerdotes egipcios para ocultar sus secretos a los nuevos gobernantes del país, los griegos y los romanos.

La palabra “jeroglífico” proviene de dos términos griegos: ἱερός (hierós) que significa “sagrado”, y γλύφειν (glýphein) que significa “escritura”. Por lo tanto, podemos definir los jeroglíficos como “escritura sagrada”. La escritura jeroglífica fue utilizada únicamente por altos cargos de los gobiernos egipcios (familia real, escribas, sacerdotes) en inscripciones oficiales en templos y monumentos funerarios, en documentos administrativos y jurídicos, y en obras literarias.

Cabe destacar dentro de la cultura egipcia la importancia de la literatura funeraria que ha llegado a nosotros a través de los Textos de las Pirámides (Imperio Antiguo, escritura jeroglífica sobre piedra en la pirámide del rey Unas, dinastía V, c. 2350 a.C.), los Textos de los sarcófagos (escritura jeroglífica sobre madera, grabada o pintada, Imperio Medio, c. 2050 – 1750 a. C.) y el Libro de los Muertos (escritura jeroglífica sobre papiro, Imperio Nuevo, c. 1550 a. C. – 1070 a.C.). El cambio de soporte para la escritura jeroglífica nos deja entrever también la popularización de los ritos funerarios y de una escritura, en principio, reservada a los grandes personajes de esta civilización.

Fue Champollion quien en septiembre de 1822 dio con la clave definitiva para leer las antiguas inscripciones egipcias: el sistema jeroglífico es al mismo tiempo figurativo (1), simbólico (2) y fonético (3). El jeroglífico que representa un pato, por ejemplo, admite varias interpretaciones:


(1) A veces un pato es un pato es un pato. En este caso, el signo pato se traduce simplemente como “pato”.

(2) Otras veces, como cuando va junto al signo que representa al sol (el dios Ra) y en compañía del nombre de un faraón, su significado es muy diferente: “Hijo de Ra”. El pato, pues, también se puede traducir como “hijo”.

(3) El pato también funciona como fonograma bilítero: S+A, un sonido que puede servir para escribir otras palabras sin ninguna relación con los patos o los hijos. Los fonogramas son representaciones de sonidos, equivalentes a letras o grupos de dos, tres o más consonantes.

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