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Deje de dar consejos

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Si la mujer no logra discernir este concepto acerca de la naturaleza del hombre, le resultará muy fácil lastimar y ofender en forma inadvertida y no intencional al hombre al que más ama.

Por ejemplo, Tom y Mary iban a una fiesta. Tom conducía. Después de unos veinte minutos de haber dado vuelta varias veces a la misma manzana, Mary estaba segura de que Tom se había perdido. Entonces le sugirió que pidiera ayuda. Tom se tornó muy silencioso. Finalmente llegaron a la fiesta, pero la tensión originada a partir de ese momento perduró durante toda la noche. Mary no tenía idea de por qué él estaba tan enojado.

Por su parte, ella decía: “Te amo y me preocupo por ti, así que te ofrezco esta ayuda”.

Él se sentía ofendido. Lo que escuchaba era: “No confío en que puedas llevarnos hasta allí. ¡Eres un incompetente!”.

Sin saber nada de la vida en Marte, Mary no podía apreciar hasta qué punto resultaba importante para Tom alcanzar su objetivo sin ayuda. El ofrecimiento de un consejo constituía el último insulto. Tal como lo hemos señalado, los marcianos nunca ofrecen un consejo a menos que se lo pidan. Una manera de honrar a otro marciano es suponer siempre que puede resolver su problema a menos que solicite ayuda.

Mary no se había dado cuenta de que cuando Tom se perdió y comenzó a dar vueltas alrededor de la manzana había surgido una oportunidad especial para amarlo y apoyarlo. En ese momento él se mostraba particularmente vulnerable y necesitaba más amor de lo acostumbrado. Honrarlo sin ofrecerle consejo alguno habría equivalido a la compra de un hermoso ramo de flores para ella o a escribirle una carta de amor.

Después de informarse acerca de marcianos y venusinas, Mary aprendió a apoyar a Tom en momentos difíciles. La vez siguiente en la que éste se perdió, en lugar de ofrecer “ayuda” ella se contuvo de brindar consejo alguno, respiró hondo y apreció profundamente lo que Tom estaba tratando de hacer por ella. Tom apreció mucho su cálida aceptación y confianza.

Hablando en términos generales, cuando una mujer ofrece un consejo no solicitado o trata de “ayudar” a un hombre, no tiene idea de hasta qué punto dicha actitud puede resultarle crítica y agresiva. Aun cuando su intención sea afectuosa, sus sugerencias ofenden y lastiman. Las reacciones de él pueden ser fuertes, en especial si fue criticado cuando era niño o si observó que su padre era criticado por su madre.

Hablando en términos generales, cuando una mujer ofrece un consejo no solicitado o trata de “ayudar” a un hombre, no tiene idea de hasta qué punto dicha actitud puede resultarle crítica y agresiva.

Para muchos hombres, resulta muy importante probar que pueden alcanzar su objetivo, aun cuando sea algo pequeño como conducir hasta un restaurante o una fiesta. Irónicamente, pueden mostrarse más sensibles respecto de las pequeñas cosas que de las grandes. Sus sentimientos son parecidos a los siguientes: “Si no confía en mí para las pequeñas cosas, como llegar hasta una fiesta, ¿cómo va a confiar en mí para cosas más importantes?”. Al igual que sus ancestros marcianos, los hombres se enorgullecen de ser expertos, en especial cuando se trata de reparar cosas mecánicas, llegar a ciertos lugares o resolver problemas. Esos son los momentos en los que necesitan la aceptación afectuosa por parte de ellas, y no su consejo o su crítica.

Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus

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