Читать книгу Llenas de Gracia - Johnnette Benkovic - Страница 22

Siervas del Señor

Оглавление

Una sierva del Señor está impregnada del amor de Dios, está lista para servir a Dios de acuerdo a Su voluntad, y desea despertar y nutrir la Vida Divina en otros.14 Estas características y esfuerzos no se adquieren mediante las buenas intenciones y el esfuerzo humano de la sierva, sino mediante el regalo de auto-donación que ellas hacen a Dios, demostrado mediante su completa cooperación con Sus iniciativas divinas de gracias.

Existen tres disposiciones internas esenciales que tenemos que desarrollar si, como la Virgen María, deseamos ser siervas en el mundo contemporáneo:

1.Tenemos que estar receptivas a la acción de Dios;

2.Tenemos que confiar en su providencia, que nunca falla, a pesar de las circunstancias; y

3.Tenemos que rendirnos a Su santísima voluntad en todas las cosas.

Al así hacerlo, podremos adentrarnos con abandono real a nuestro llamado de traer vida al mundo y “ayudar tanto a la humanidad a no degenerar”. En su carta apostólica, “Sobre la Dignidad y Vocación de la Mujer”, el Papa Juan Pablo II exalta el vasto número de mujeres santas que han cargado la antorcha de la fe en servicio apostólico a lo largo de la historia:

En cada época y en cada país encontramos numerosas mujeres “perfectas” que, a pesar de las persecuciones, dificultades y discriminaciones, han participado en la misión de la Iglesia… También ante graves discriminaciones sociales las mujeres santas han actuado “con libertad”, fortalecidas por su unión con Cristo. Una unión y libertad radicadas así en Dios explica, por ejemplo, la gran obra de Santa Catalina de Siena en la vida de la Iglesia, y de Santa Teresa de Jesús en la vida monástica. También en nuestros días la Iglesia no cesa de enriquecerse con el testimonio de tantas mujeres que realizan su vocación a la santidad. Las mujeres santas son una encarnación del ideal femenino, pero son también un modelo para todos los cristianos, un modelo de la “sequela Christi”—seguimiento de Cristo -, un ejemplo de cómo la Esposa ha de responder con amor al amor del Esposo.15

Dios ha elegido para nosotras el ser mujeres “perfectas” en nuestro día y época. Si nosotras deseamos cumplir con el plan que Dios ha trazado para nosotras, entonces nosotras también debemos de aspirar a la santidad, y debemos desear ser “revestidas en Jesucristo y reconfortadas por Su Espíritu”.16 Nuestros corazones tienen que estar fijados en las cosas más elevadas—en santidad y verdad, gracia y obediencia, compromiso y amor. Y así, llenas de gracia, podremos irradiar el esplendor del amor del Novio a Su pueblo. Cada faceta de nuestro ser se transformará en un prisma de la imagen de Dios viva en nosotras, reflejando un aura divina de gracia y amor. Y al así hacerlo, Santa Teresa Benedicta de la Cruz escribe que nos convertiremos en vasijas del amor de Dios que es,

un amor sobrecogedor que no desea nada para sí mismo, sino que se entrega libremente; misericordiosamente, se pone a disposición de quien quiera que tenga la necesidad, curando a los enfermos y despertando a la vida a los muertos, protegiendo, fomentando, nutriendo, enseñando, y formando; es un amor que sufre con el que sufre y se regocija con el que está alegre; ayuda a cada ser humano a alcanzar la finalidad que el Padre le ha destinado. En una palabra, es el amor del Sagrado Corazón.17

Llenas de Gracia

Подняться наверх