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CAPÍTULO 1
Conflicto en el sector
planetario Zoé

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El carguero espacial Andrómeda seguía su peregrinaje hacía el planeta Ladakh, situado en la frontera del sector Astra. A bordo, más de 3.000 refugiados que huían del conflicto religioso que azotaba el sector colonial Zoé entre fundamentalistas religiosos y el mundo científico. La reciente escalada de ataques y atentados acaecidos los planetas más significativos de la región, era una la señal inequívoca que el enfrentamiento se había recrudecido en los dos últimos años.

La raíz de esta situación se remonta hasta casi cien años atrás, cuando empezó a extenderse el culto a RaShal por todos los sectores coloniales de la galaxia. La historia mítico-religiosa de RaShal bebe directamente de varias fuentes: está vinculada al Dios Inuéh [3] , también conocido como señor de las estrellas, quien entristecido por el destino de la humanidad, soltó unas lágrimas formadas de agua, fuego, tierra y viento, creando así los planetas de la galaxia Henna; así como también se basa en ciertos aspectos de las leyendas de los Cinco Creadores y el cubo de Chrysopoeia, el elemento vital que encierra los secretos de la evolución y la creación.

Walter Zin, devoto creacionista y humanista, aprovechó para unir la historia de un antiguo colonizador llamado Delroy Shal (quien vivió durante la última etapa de la gran expansión, formó parte de la expedición Kronos [4] , y desapareció misteriosamente el año 2817 ET por causas desconocidas) con estos mitos. Según algunas fuentes documentadas por organismos gubernamentales, varias personas afirmaron ver a Delroy Shal durante siglos, algo así como una aparición fantasmal, otorgándole acciones y poderes sobrenaturales.

El propio Zin escribiría el texto del nuevo credo, la mayor fuente de doctrina para los seguidores de RaShal. En el libro, se explica que RaShal nació de la lágrima más grande de Inuéh, y fue obligado a permanecer desterrado en los planetas de la nueva galaxia, al considerarse fruto de un accidente. Con el tiempo, encontró el cubo de Chrysopoeia, y al entrar en contacto con él, adquirió poderes divinos. Con la llegada de la humanidad, se mezcló con ellos y les ayudó durante la gran expansión. Walter Zin utilizó la unión entre Ra, dios del sol y el origen de la vida, y Shal, primer apellido del explorador, para nombrar a esta nueva divinidad. Tras recorrerse media galaxia predicando en nombre de RaShal, Walter Zin fundó la Prelatura de Los Hijos de RaShal.

Pero el dogma creado por Zin no se popularizó hasta la aparición de los onager, la única especie no originaría de la Tierra que habita en la galaxia. Esta peculiar raza mamífera fue descubierta en el planeta Dalian, durante una prospección minera.

Los onager son un género de mamíferos perisodáctilos. Se trata de animales de tamaño mediano, que puede variar desde el metro y cincuenta hasta casi los tres metros. Su cola es larga, y llega a los diez centímetros. Cada espécimen pesa de dos cientos a tres cientos kilogramos. Su principal característica es un alargado hocico alargado y de forma tubular, que usa principalmente para alimentarse de hojas, hierbas y raíces. Este tipo de trompa les resulta bastante útil para recolectar las plantas que crecen en las redes de túneles de cuevas donde habitan, tales como musgos, helechos, raíces, monophyllaea, algas y otras variedades. El cuerpo de estos animales es compacto, y tienen la cabeza y el cuello robusto. También están previstos de unas pequeñas alas, por lo que todo indica que durante un período estos animales vivían fuera de las cuevas subterráneas. Se especula que las utilizaban para llegar hasta los árboles más altos y así alimentarse de sus hojas. El pelaje suele ser corto y oscuro, que se va emblanqueciendo a medida que pasan los años. Destacan también sus grandes ojos, con un amplio campo de visión y adaptados a la oscuridad y la luz tenue, sin duda una habilidad desarrollada en su particular hábitat. Debido a que no existe una gran cantidad de ejemplares, se la considera una especie protegida.

La falta de una razón concluyente sobre el origen de esta especie, sin que se hayan encontrado fósiles en ningún otro lugar para poder determinar con precisión la procedencia y edad de los onager, propició todo tipo de especulaciones y creencias. La leyenda más extendida atribuía a RaShal la creación de esta nueva especie animal, como un presente que este regalaba a Inuéh, buscando regresar a su lugar entre los dioses del espacio. Esta fábula fue extendida en gran medida por la prelatura de Los Hijos de RaShal, quienes acabaron incluyéndola en el texto del nuevo credo para darle más veracidad a sus relatos.

Desde entonces, los seguidores de RaShal establecidos por toda la galaxia han peregrinado hacia Dalian sin cesar, llegando a convertirse en la comunidad religiosa más numerosa del sector planetario Zoé. Su crecimiento coincidió con el asentamiento de las grandes compañías pioneras en robótica, ciencia e investigación, que situaron al sector como el más vanguardista en esta materia. Uno de los mayores logros científicos se encontraba en la construcción del satélite Luna Doce, habitado exclusivamente por inteligencia artificial, que llevaba a cabo trabajos que por condiciones atmosféricas y de vida no eran realizables por seres humanos. Estas dos posiciones antagónicas no tardaron en colisionar y los seguidores de RaShal, liderados por la prelatura, empezaron a considerar la fabricación de robots humanoides, los avances científicos, o los implantes ciborgs [5] como auténticas blasfemias antinaturales en contraposición al origen y creación de vida natural que encarnaba su dios.

Un atentado perpetrado en Luna Doce fue el primer acto importante contra la comunidad científica establecida en el sector Zoé y el pistoletazo de salida para el inicio del conflicto. Muchos robots fueron destruidos, aunque la ausencia de víctimas humanas hizo que la Unión Colonial no tomara acciones represivas y dejó el asunto en manos del gobierno sectorial. Así, el robotcidio [6] más grande perpetrado en la galaxia quedó impune. Animados por la falta de contundencia de la Unión ante todos estos hechos, las congregaciones más radicales fueron aumentando la beligerancia contra intereses científicos, situándoles en el centro de la diana fundamentalista. La vinculación de la prelatura de Los Hijos de RaShal con todas estas comunidades religiosas extremistas siempre estuvo presente, pero nunca fue probado ningún mecenazgo ni tutelaje ante las acciones más violentas.

El último ataque atribuido a los fanáticos de RaShal tuvo lugar en la ciudad Cairn, capital del planeta Vanuat. Había dejado tras de sí el mayor número de víctimas durante el conflicto. Las muertes ocurridas tras varias explosiones consecutivas llegaban casi al millar. El atentado se produjo a última hora de la mañana, en el centro de investigación y búsqueda Ulises Shawn (conocido como Instituto CIBUS, de gran renombre dentro de la galaxia).

Y bajo este contexto de enfrentamiento religioso-científico, empezaría el viaje de Elia Henningsen.

A bordo del carguero Andrómeda el panorama era de una tristeza absoluta. De un plumazo, habían perdido a familiares, amigos, hogar. La fatalidad había querido que los padres de Elia, ambos investigadores, estuvieran allí y ambos perecieran en aquel día de infausto recuerdo.

Así pues, huérfana a los diecisiete años, y sin más familia cercana, Elia tomó la decisión de salir del planeta. Desde el día de los atentados, se había quedado con unos amigos de sus padres, pero necesitaba huir de allí. Permanecer en la ciudad, incluso en el propio planeta, le resultaba demasiado doloroso y aterrador a la vez. Los extremistas religiosos habían declarado la guerra a cualquier institución u organismo que diera soporte o ayudas a la investigación y desarrollo de la robótica y cualquier forma de vida artificial. Y no se iban a detener ante nadie. Lo último que deseaba Elia era quedarse en una zona conflictiva, donde la violencia se recrudecía a pasos agigantados.

Sin muchos medios para poder irse de aquel infierno, escuchó noticias sobre los cargueros que partían con destino al planeta Ladakh, situado en el sector más próximo. Sus dirigentes habían permitido la entrada de refugiados que huyeran del conflicto como medida de solidaridad con los planetas que más ataques estaban sufriendo en el sector Zoé. Y es que el resto de sectores planetarios habían cerrado sus fronteras espaciales desde el inicio del conflicto, temerosos ante la incipiente oleada de refugiados que poco a poco iban abandonando el sector y buscando otro lugar de acogida. Únicamente el sector colonial Astra había tendido la mano a aquellas personas.

Elia era una muchacha delgada, de pelo rizado largo y castaño, el cual trataba de mantener liso. Lo había heredado de su madre, pero nunca le había acabado de gustar. Solía ser muy risueña y alegre antes de los fatídicos atentados que costaron la vida a sus padres. Ahora su carácter era muy diferente. Introvertida, poco habladora, triste. En el carguero apenas cruzó palabra con nadie, solo con Erik Hier, un afable pasajero que la había ayudado desde un principio. Elia estimaba que tenía sobre los cuarenta y pocos años. Su cabello era totalmente canoso, lo que le brindaba un aspecto serio y varonil. Lucía barba de una semana, y aspecto descuidado. Sus ojos azules trasmitían una enorme tranquilidad.

Toma, pequeña. Te sentará bien —dijo mientras le ofrecía una taza caliente.

—¿Qué es?

—Oh, es muy similar al té. La llaman qi. Es una bebida típica allí donde crecí, se hace infusión con hojas de cambur —Hier sonreía en todo momento cuando conversaba con ella. Y eso le resultaba muy agradable a Elia.

—¿Y de dónde es?... si puedo preguntar —la muchacha se ruborizó un poco.

—¡Por supuesto, niña! —respondió con una leve carcajada. Me crié en la pequeña ciudad de Jakkuat, la conoces, ¿no? —Elia había negado con la cabeza—. Está en el planeta Bangor, sector Kairós. Fue mucho antes de venirme a Vanuat, claro. Puede decirse que siempre he sido un trotamundos. He estado por toda la galaxia… pero mis mejores recuerdos están en Jakkuat. ¿Puedes creerlo? He visto cosas maravillosas y únicas… pero lo único que me reconforta es el recuerdo de un sitio insignificante y gris.

A Elia no le sorprendían para nada esas palabras. En cierta manera se sentía muy identificada, aunque no hubiera viajado más allá de Zoé, ni conociera la galaxia en todo su esplendor. Pero con la muerte de su familia había perdido esa sensación de hogar y protección.

—¿Cómo es el planeta Ladakh? ¿Has estado alguna vez?

—Sí, hace ya casi diez años, aunque parece que fue hace mucho tiempo —dijo Hier con cierta nostalgia de los tiempos pasados.

—¿Son hospitalarios? Su gente quiero decir…

—Eso parece. O al menos no han tenido problemas en acoger a tanta gente de otro sector. Aunque los tiempos cambian, y mucho me temo que la gente también.

Elia volvió a la mirada perdida que tanto la había acompañado desde que subió al carguero y empezó el viaje.

—¿Estás preocupada?

—Un poco…

—No tienes por qué. Yo te ayudaré. No te dejaré sola ahí fuera.

Las palabras de Hier eran reconfortantes, pero ella sabía que estaba sola. Después de mucho tiempo, estaba completamente sola.

—¿Puedo preguntarte algo? —le inquirió con cierto apuro.

—Sí, por supuesto. ¡Dispara!

—¿A qué te dedicabas antes de subirte aquí?

Hier sonrió. Parecía tener ensayada la respuesta.

—Soy profesor. Historiador más concretamente. Impartía clases en la academia superior Mathis Norman en Cairn, justo al lado del centro de investigación. Una pena, tanta tragedia. Muchos de los alumnos del centro también murieron —compungió el rostro, mezcla de tristeza y dolor. En ese momento, Elia se sintió muy identificada con él—. Tras aquello decidí irme, no podía quedarme un minuto más allí. De hecho, como te comentaba antes, he estado en todos los rincones de la galaxia. Lamento irme así de Vanuat, ahora más que nunca se necesita la cultura y la enseñanza para combatir desde la integración tal barbarie. Pero no soy tan fuerte como creía.

—Yo quiero empezar una nueva vida, en un sitio diferente.

—Eres muy valiente para la edad que tienes. Comprendo lo que te empujó a subir al Andrómeda. Pero hacerlo sola y sin saber lo que te espera en Ladakh, lo tildaría incluso de temerario.

—No me importa. Solo quería huir de aquel sitio —dijo cabizbaja—, enVanuat no había futuro para mí.

—Perdona, no quería hacerte sentir mal —Hier se excusó y le pasó la mano por el hombro.

—Sí, perdonado… pero cuéntame algo de tus viajes. Lo que más te haya gustado. O impactado. Lo que sea…

Elia quería distraer su mente, y en cierta medida era lógico. Hier se había percatado de ello, así que estaba dispuesto a complacer a la muchacha.

—Pues… puedo contarte muchas cosas. Así que será mejor que tomes asiento y te pongas cómoda —dijo mientras le guiñaba un ojo—. He estado en muchos sitios interesantes. He visitado Juno, donde he contemplado la fortaleza de los augur en lo alto del monte rocoso, un verdadero espectáculo a la vista de cualquier mortal. Pero para belleza visual, las ciudades aéreas de Beled. Tendrías que haber estado en Gylgalhad [7] para saber exactamente de lo que te hablo. Sus océanos furiosos rugiendo y recordando al hombre que la naturaleza es la verdadera dueña del planeta y que nuestra especie solo está aquí de paso. ¡Es fantástico! Tienen además la flota de astronaves más importante de la galaxia, y los mejores deslizadores que puedas imaginar, ya que los aeromóviles no tienen sentido alguno allí. Y es el hogar de algunas de las leyendas más bonitas de toda la galaxia.

—¿Conoces alguna?

—Bueno, déjame pensar… —Hier se tomó algo de tiempo. Quería una buena historia con la que entretener a la chica—. ¿Conoces la leyenda de Aylú? Yo tuve conocimiento de ella cuando vivía en Rawgnar, ya hace mucho tiempo —Elia negó con la cabeza—. En los tiempos de la colonización del sector Forctis, dos clanes controlaban el planeta Rawgnar y pugnaban entre ellos. Se trata de uno de los planetas más pequeños de toda la galaxia, ¿sabías eso? Básicamente eran agricultores y terraformadores, pero en el interior todavía hoy existe una importante zona minera, que importa tyr a otros planetas. Por si no lo sabes, el tyr es un mineral que se utiliza para formar productos siderúrgicos, muy resistente, diría que es el recurso minero más resistente que hay actualmente, y se emplea básicamente en los componentes estructurales de los edificios. Pues allí vivía Aylú, una mujer de belleza colosal, y posiblemente la mejor guerrera de todos los tiempos. Era rubia de cabello largo y liso, con ojos tan azules que te congelaban al instante. Aylú era la mujer de Isbaal, uno de los comandantes más notorios del clan Yorick. Controlaban un tercio del planeta, pero aspiraban a gobernarlo. Sabedores de su poder, y de la debilidad de sus rivales, planearon atacar la capital, Algot, y hacerse con el poder. Sería un duro golpe para el clan Norell y la oportunidad que esperaban para sorprender a sus enemigos. Isbaal fue nombrado comandante para el asalto a Algot, durante la conjura de Torolf. Allí, sus primos, le cedieron el honor de encabezar el ataque, con la promesa de que desistiera de liderar el clan Yorick. Así, Isbaal partió hacia la capital, con Aylú, su mujer, como su capitana. Él no confiaba en otro guerrero que no fuera ella. Y aunque eso despertaba envidias, y se la despreciaba solo por el hecho de ser la esposa del comandante, la verdad es que Aylú era una gran guerrera capaz de ganar en combate individual a cualquiera. La toma de Algot fue todo un éxito, y Aylú tuvo un papel muy destacado. Allí se acabó de forjar su famoso dominio de la espada de fuego. Mientras tomaban Algot, los primos de Isbaal, Rolf y Ryden, atacaban la fortaleza de Signa, obligando al mismísimo líder del clan Norell a retirarse hacia los territorios periféricos. Pero, cuando la victoria del clan Yorick parecía toda una realidad, sucedió algo inesperado.

—¿Qué pasó? —preguntó Elia, mientras se le escapaba un pequeño bostezo, intentando que el sueño no se apoderara de ella, al menos hasta el final de la historia.

—Isbaal, crecido por su imponente victoria, y poseído por el ego que siempre le acompañaba, decidió romper la promesa que había realizado a sus primos, y reclamó el liderazgo del clan Yorick. El ejército de Rolf, abandonó la campaña contra el clan Norell, y se dirigió hacia Algot. Isbaal se hizo fuerte en la capital, y tenía el convencimiento de que derrotaría a su primo. Pero, en su ambición desmedida, no se percató de la traición de sus propios capitanes, que dejaron entrar a las tropas de Rolf en la ciudad. Aylú y sus hombres más leales pudieron contener las primeras escaramuzas, esperando que Isbaal pudiera retroceder y retirarse hasta un lugar seguro. Pero el comandante, embriagado por la arrogancia, parecía no darse cuenta de que la muerte le estaba acechando. Aylú logró sacarlo de la ciudad, luchando calle por calle, derrotando a los enemigos por decenas, hasta adentrarse en los bosques de Gundrum. Allí los emboscaron un grupo de soldados de élite del ejército de Rolf, y perecieron todos sus hombres, a excepción de Aylú y el propio Isbaal. El comandante ordenó a Aylú que se fuera y se pusiera a salvo, obligándole a cumplir el código de los guerreros, y dejar que él encontrara una muerte digna. Aunque le imploró quedarse con él, estaba obligada por juramento a obedecer a su comandante, así que entre lágrimas, no le quedó más remedio que irse. Una vez solo, los hombres de Rolf se echaron encima como una manada de lobos, y lo mataron. Este cortó la cabeza de Isbaal, para llevársela como regalo a su primo. Pero Aylú, en el último instante, decidió volver y vengar la muerte de su marido. Para ello, sorprendió por la retaguardia a la escolta de Rolf, y lo retó a un duelo. El cabecilla, creyéndose superior a una mujer, y no tomándose en serio el desafío, aceptó luchar a muerte. Ella sacó su legendaria espada de fuego. Tras un duro combate, todo indicaba que Rolf se alzaría con la victoria: era más fuerte y tenía más experiencia en enfrentamientos cuerpo a cuerpo. Pero Aylú, en el último momento, y cuando él estaba más confiado, consiguió asestarle el golpe mortal. Rolf cayó muerto, paradójicamente, a los pies de Aylú. Ella había obtenido la victoria final. Algunos dicen que los hombres de Rolf mataron a Aylú después, y que esta no opuso resistencia con el fin de reunirse con su esposo. Otros cuentan que Aylú se marchó de allí por su propio pie, y que ninguno de los soldados de Rolf tuvo los arrestos suficientes para enfrentarse a ella, dejándola marchar. Cuentan, que continuó con su vida alejada de toda la civilización, en unión con la naturaleza, y con el recuerdo siempre presente de Isbaal. El clan Yorick finalmente derrotó al clan Norell, y Ryden se proclamó como el primer gobernante de Rawgnar. Aquellos que sostienen que Aylú sobrevivió, cuentan que se refugió en los frondosos bosques de Odryne, a los pies de las montañas Erla, y que siguió combatiendo a lomos de un lobo gigantesco a aquellos soldados del clan que osaban adentrarse en la naturaleza para explotar y aprovecharse impunemente de sus recursos. Incluso que al final, acabó enfrentándose al mismísimo Ryden en la épica batalla de los bosques de la muerte. Como ves, la leyenda de Aylú es muy amplia y variada, aunque los historiadores siempre le han dado bastante credibilidad. Si descansas un poco, luego si quieres te cuento más.

Elia se quedó dormida. Hier le procuró una manta, para que estuviera más cómoda. No había nada mejor que soñar en tiempos mejores. Él sabía de primera mano que sería difícil, algo se avecinaba y no era precisamente bueno.

“Carguero Andrómeda aproximándose al planeta Ladakh”. Elia se despertó de improviso. Una voz anunciaba a la tripulación su inminente llegada a tan deseado destino.

Buscó con a Erik Hier, pero no estaba allí. Todo parecía indicar que llevaba un rato desaparecido. Elia se levantó, desperezándose lentamente, y aprovechó la ausencia de Hier para distraerse y acceder a una info-esfera para documentarse sobre Ladakh y la situación de los refugiados que allí llegaban.

Las info-esferas holográficas están ubicadas en servidores, que contienen información disponible de manera virtual 4D. Se clasifican por colores según la temática: el color azul es para información y medios actuales; verde para enciclopedia e historia; naranja para datos científicos; amarillo es para información personal, redes sociales y de trabajo. Las esferas con contenido confidencial, rojas, no son de uso público. Solo gobiernos y altas instancias de la Unión tienen acceso a ellas, dependiendo del nivel de usuario.

Navegando por la información, encontró que el gobierno de Ladakh había erigido un campo justo al lado del principal puerto espacial, el Virgin One. Allí ubicaban a los refugiados durante un tiempo. Diversas ONG y otras entidades oficiales trabajaban para dar acomodo y avituallamiento a las personas allí instaladas. A Elia, de entrada, no le parecía el lugar más acogedor del mundo.

Hier volvió a escena un largo rato después. Se acercó a la chica con la intención de hacerle alguna confidencia.

—He logrado comunicarme con una amiga que tiene contactos en el gobierno de Ladakh. Y creo que nos puede ayudar a salir del campo de refugiados.

—¿Qué clase de ayuda?

—Hay una familia que posee una granja de cultivo a las afueras de Havenlock City [8] . Podríamos trabajar para ellos a cambio de salario, alojamiento y comida. Y así empezaríamos de nuevo, justo como querías.

—Puede que sí —dijo Elia con inseguridad.

—Son básicamente granjeros y comerciantes. Tienen buenas referencias.

—¿Es de confianza tu amiga?

Hier sonrió ante aquella pregunta.

—Bueno, nos conocemos bien desde hace muchos años...

La chica confiaba en Erik Hier. Se le veía buena persona, y había estado cuidando de ella casi desde que salieron de Vanuat, sin percibir ninguna intención oculta. A pesar de su juventud y falta de experiencia, Elia se enorgullecía de tener muy buen ojo para las personas.

—¿Cómo es la vida en una granja? —preguntó.

—Oh, es muy sacrificada. Hay que trabajar duro para conseguir ganancias. Las cosechas no siempre son productivas. Dependes del tiempo, maquinaria, personal… En los terrenos periféricos y adyacentes a Havenlock City se encuentran las granjas más importantes del planeta, y por extensión, de todo el sector Astra.

Quizá Elia era demasiado joven para conocer la historia del sector planetario, pero Hier no perdía oportunidad alguna para hacer algo de pedagogía. Ladakh es el planeta del sector Astra más rico en recursos situándose entre los principales importadores de materias primas. El sector Astra fue descubierto y colonizado entre los años 2490 y 2520 ET y fue la expedición Deus la primera en adentrarse, y llegar hasta el planeta Duukan [9] . Pero fue Hyderbad quien prosperó más que el resto y acabó convirtiéndose en el más importante e influyente de todos, incluso sería elegido como feudo para el rey. El planeta Ladakh no se quedó atrás. El duque de Hengist resultó una figura clave para el crecimiento de Ladakh, y en especial, de la ciudad de Havenlock City. En los años de más esplendor para el sector, fechados entre 2600 y 2705 ET, Ladakh llegó a tener 5 millones de habitantes, concentrándose en Havenlock un millón y medio de ellos. Aunque en la actualidad el crecimiento se ha estancado, y el número de habitantes ha decrecido un poco, el ducado de Ladakh sigue teniendo mucho peso dentro de la corte real en Hyderbard.

Guardianes de Titán. Éride

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