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La granja

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Una vez consiguieron salir de aquel caótico campo de refugiados, burócratas y personal al servicio de los Macer les esperaban en el exterior de las instalaciones. Para Erik Hier y Elia Henningsen no había acabado todavía su viaje en aquel lugar, pero, dejaban miles de personas atrás con un futuro incierto, y repleto de problemas. Antes de su salida, unas pequeñas muestras de indignación por la falta de atención médica y el caos existente habían provocado pequeños enfrentamientos entre algunos grupos y las fuerzas del orden. Incluso llegaron a provocarse incendios menores, que afortunadamente fueron extinguidos rápidamente. Los augur presentes en el campo, ayudaron a encontrar a los responsables. Tras la represión contra los elementos insurgentes, volvió la calma tensa en todo el campamento y gracias a ello tanto Elia como Hier lograron abandonarlo sin mucha dificultad. Las tarjetas verdes habían resultado muy efectivas, y Hier había presentado a Elia como su ahijada. Al principio no reparó en ello, pero mientras Hier hablaba con los funcionarios, Elia observó cómo además de las tarjetas, Suzanne también había hecho entrega de un libro de familia a su antiguo compañero. Obviamente era falso, pero resultó un aporte extra para facilitarles la salida. Una chica jovencísima y su padrino, que, con la documentación adecuada, iban a dar servicio en una de las granjas de Havenlock. Y el gobierno de Ladakh se iba a asegurar de ello.

Aun así, habían quedado muchos cabos sueltos que Elia no estaba dispuesta a omitir. ¿Quién era Suzanne realmente? ¿Qué despertó tanto interés en aquel augur? ¿Estaba relacionado con Erik? Eran preguntas que le daban vueltas por la cabeza. Y una vez ya estaban fuera del campamento, algo que se convirtió en prioritario casi desde que puso sus pies allí, podía tratar de averiguar y resolver las dudas.

El personal de la granja que les esperaba en las inmediaciones del campo de refugiados, se presentó ante ellos, y tras una breve charla les invitaron a subir a su aeromóvil con la intención de proseguir el camino sin más tiempo que perder. Un par de funcionarios del gobierno, también presentes en aquel encuentro, les siguieron en un deslizador espacial. Su función era asegurarse de que el proceso que les había permitido abandonar el campo por motivos laborales se realizaba según establecía la ley. Debían cerciorarse de que sus derechos y libertades no iban a estar limitados por ningún contrato. Esta medida había sido promulgada desde el gobierno sectorial en los últimos meses. Se quería evitar que los refugiados acabaran siendo esclavos de un propietario, o presas de las mafias que les facilitaban salir de allí. Desafortunadamente, esa supervisión por parte del gobierno no se conseguía algunas veces, ya que los funcionarios asignados eran sobornados para hacer la vista gorda y emitir informes falsos.

Durante el trayecto, el personal de la granja les estuvo informando acerca la familia Macer. Elia se sorprendió de la facilidad que tenía Hier en empatizar con la gente, recurso que le posibilitaba sonsacar todo tipo de información, aun pareciendo irrelevante en un primer momento. La granja pertenecía a Magnus Macer, un próspero hombre de negocios de cincuenta y dos años. Cabello largo y visiblemente canoso. Bastante apuesto según decían. De joven había sido deportista, e incluso llegó a ser profesional del Netball[23] . Una vez finalizada su carrera, invirtió el dinero ahorrado en varios negocios. El devenir de los años le llevó hasta Ladakh donde compró varias granjas, hasta convertirse en un próspero empresario agrícola. Durante su etapa de deportista se casó con Amy Bradford, aunque acabarían divorciados años después. Fruto de su matrimonio nació un hijo varón, Lucas Macer. Lucas tenía veintidós años y ejercía de gestor de recursos en la granja de su padre mientras acaba la carrera de economía y finanzas, aunque últimamente se había desligado del negocio familiar casi por completo para formar parte de un grupo activista que encabezaba protestas sociales, para total desagrado de su padre. Pasado un tiempo, Magnus Macer se volvió a casar. Su actual mujer es Neisha Eivor, de cuarenta años. Natural de Ladakh, encarna la belleza autóctona: morena de ojos grises, alta y delgada; Neisha tiene un hijo de diecisiete años, Daven, que conserva su apellido. No se sabe mucho del padre de Daven, ni ella es propensa a hablar acerca de él. Magnus y Neisha se conocieron cuando ella empezó a trabajar en la granja. A pesar de las reticencias iniciales de Neisha, finalmente ambos decidieron seguir adelante con la relación con las dificultades que ello acarreaba. Al fin y al cabo, no dejaba de ser una empleada de Magnus, y se la podría tildar de aprovechada e interesada. Temía no ser aceptada por la familia Macer, pero Lucas siempre le dispensó un trato estupendo y hasta congenió con su hijo.

La granja de los Macer es la más importante de las que se encuentran en Havenlock City. Situada en la periferia norte de la ciudad, cuenta además con un centro de investigación agropecuario anexo a la instalación principal. Se trata, pues, de una granja próspera y establecida en la región desde hacía veinte años, como proyecto personal de Magnus Macer, en busca de una vida tranquila. Dedica hectáreas al cultivo alimenticio y sus campos son labrados generalmente por jornaleros a tiempo parcial y robots de trabajo[24] . Actualmente en la granja hay veinte empleados y una docena de robots, más maquinaria específica para el conreo de la tierra (la más importante es una cosechadora Newman modelo V2.0 que ofrece las prestaciones más altas del mercado).

Cuando por fin llegaron a la granja, les recibió el propio Magnus en persona. Con él, se encontraban los funcionarios gubernamentales que habían llegado antes gracias a las ventajas que suponía desplazarse con deslizador espacial, frente al típico aeromóvil de ciudad.

—¡Espero que el viaje haya resultado de su agrado! —Magnus Marcer les saludó efusivamente al bajar. Primero reparó en Hier—. Y usted debe ser Erik Hier, ¿verdad? Hier asentó afirmativamente, devolviéndole el saludo con un apretón de manos.

—Me han hablado mucho de usted, señor Hier.

—¡Gracias! Pero espero que para bien —replicó entre risas Hier. Magnus, sin perder la sonrisa afable de su cara, miró a Elia, que estaba algo avergonzada, un paso atrás de Hier.

—Y esta encantadora niña debe ser Elia Henningsen —extendió su mano también hacía Elia, quien le devolvió el saludo educadamente—. Nuestra común amiga Suzanne me ha puesto en antecedentes. Así que estoy encantado de poderos ayudar. Además, con el convencimiento total de que os vais a sentir muy a gusto entre nosotros, y con el trabajo que aquí desempeñamos. Por favor, acompañadme dentro de la finca.

Pasaron por delante de los campos de cultivo. A esas horas y de sol a sol, solo había un puñado de robots trabajando controlados por un capataz humano. Magnus se percató en lo que había llamado la atención a la joven.

—Robots generación 14[25] . La mejor para trabajos en el campo. Los adquirí a un muy buen precio, sin duda la mejor inversión que he hecho. Aquel de allí —dijo Magnus señalando al humano—. es Charlie Winston, nuestro jefe mantenimiento. Lo que estáis pensando es por qué los robots necesitan del control humano. Charlie está más que nada para asegurar que se cumplen con los objetivos y que no hay ningún problema con ellos, ya sea averías, mal funcionamiento, etc. Sé que ningún robot atacará a un humano si no está programado para ello, pero me gusta tener la supervisión humana de todo el trabajo que afecta a mi producción. ¡Llamadme anticuado o precavido! —exclamó en tono jocoso, mientras reía.

—Teniendo en cuenta que un robot tiene veinticinco veces la fuerza de un humano, poco se podría hacer frente a ellos en caso de revuelta. Afortunadamente, solo los robots de aplicación militar están programados para la batalla —le contó Hier a Elia—. Y estos están muy controlados.

Dentro de la finca se encontraron a Daven Eivor. Estaba intentando reparar un dispositivo.

—Os presento a Daven. El hijo de mi mujer. Es muy bueno trasteando aparatos. Lo que tiene entre manos es un indicador de cultivos. Este interesante dispositivo nos pasa datos completos sobre qué es más apropiado para cultivar en cada parcela, dependiendo de la tierra y las propiedades del suelo, clima, y otras variables. Así conseguimos un cien por cien de eficacia en nuestros campos —explicó Magnus.

—Hola —dijo el muchacho.

Se fijó tanto en Hier como en Elia. Él tenía pinta de antiguo maestro, ella le pareció preciosa. Por un momento dudó si se adaptarían a las condiciones de trabajo que imperaban allí, pero su presencia no le disgustó para nada. Al contrario, le pareció interesante. Caras nuevas siempre eran bienvenidas, y más si eran como la de Elia.

—Mi otro hijo, Lucas, no se encuentra aquí ahora. Creo que está en Havenlock City. Últimamente no para mucho por aquí. Y mi mujer estará… —no supo cómo acabar la frase. ——¿Dónde está tu madre, Daven?

—Creo que anda por las habitaciones de arriba —contestó él, mientras seguía intentando montar las piezas del localizador.

—¡Neisha! —exclamó—. Baja a conocer a Erik y Elia, por favor.

—¿Podemos ver los contratos? —replicó uno de los funcionarios. Habían estado todo el rato en silencio. Casi como si no estuvieran allí.

—¡Por supuesto! —replicó Magnus. Los tengo…—. Se quedó pensativo.

—En la mesa del despacho, Magnus —le replicó Daven sin apartar la vista de lo que estaba haciendo.

—¡Eso es! Suerte tengo de ellos —dijo Magnus orgulloso, referido a su familia—. Si no mi mala cabeza me hubiera jugado unas cuantas malas pasadas. Acompañadme al despacho, entonces.

Se dirigieron a una gran sala donde los Macer tenían instalado el despacho principal para trabajar. Ordenadores e info-esferas plagaban aquella habitación que acumulaba archivos y mobiliario de oficina. Era desorden dentro del orden, pensó Hier.

Magnus se dirigió a uno de los ordenadores, y empezó a teclear. Al instante, se abrió un documento virtual que apareció frente a los funcionarios.

—El contrato —les dijo.

Ellos se lo leyeron minuciosamente. Parecía que no había ningún problema. Era el turno de Hier y Elia, que debían finalmente aceptar o no las condiciones. En caso favorable, se quedarían ya allí. Por el contrario, si no estaban de acuerdo, volverían al campo de refugiados.

—Todo en regla. Las condiciones son justas dentro de lo que marca la ley —dijo Hier, también ejerciendo de portavoz de la chica.

—Pues con la firma, se habrá acabado todo el trámite y podremos irnos —replicó el funcionario.

Primero Hier, y luego Elia, posaron su mano en el documento, que las escaneó digitalmente y quedaron registradas en el documento.

—Ya está. Necesitamos la copia para nuestro archivo, Señor Macer —le indicó el otro funcionario local.

Con un “por supuesto”, Magnus se apresuró a entregarles la copia del contrato.

—Damos fe que todo se ha cumplido como marca la ley. Procedemos a volver a Havenlock con los documentos. Cualquier incidencia no duden en comunicarla —uno de los funcionarios entregó unos chips de contacto tanto a Hier como a Elia. Con ellos podrían comunicarse directamente con el departamento de recursos sociales, encargado de procurar por los intereses de los refugiados y trabajadores con limitada movilidad.

La marcha de ambos funcionarios del gobierno, coincidió con la llegada de Neisha.

—¡Ah, mi querida esposa! —dijo con júbilo—. ¡Les presento a la encantadora Neisha! Ellos son Erik Hier, nuestro nuevo coordinador en el campo uno; y Elia Henningsen, la chica que dirigirá la casa. Como podéis ver, mi mujer está embarazada de cuatro meses. Dentro de poco no podrá hacerse cargo de todo, y la verdad es que la ayuda de Elia vendrá fenomenal.

—Encantado… —Hier le estrechó la mano delicadamente—. ¡Y felicidades!

—Lo mismo—. añadió Elia, más tímida, también ofreciendo su mano en forma de saludo.

—La verdad es que nos alegramos mucho de teneros aquí. Las referencias que nos ha dado Suzanne son inmejorables —les respondió Neisha, devolviendo el saludo a cada uno de ellos.

—Daven, ¿verdad que serás tan amable de enseñarles el resto de la granja a nuestros nuevos compañeros? —Magnus se dirigió al muchacho—. Luego Elia puede presentarse ante tu madre, y nuestro querido señor Hier quedarse en el campo asignado.

—Por supuesto —replicó Daven Eivor. Dejó a un lado la reparación del localizador, y los tres siguieron la ruta por lo que quedaba por ver de la granja.

La verdad es que no hay gran cosa por descubrir aquí. Todo es muy rutinario y monótono, me alegro que por fin haya caras nuevas —miró directamente a Elia, quien se ruborizó y por unos segundos agachó la mirada—. Magnus se lo mira mucho a la hora de coger gente nueva. De hecho, tiene más predilección por los robots.

—Bueno, siendo justos, la vida artificial produce muchos más beneficios que el trabajo humano… y en lugares donde se precisa un esfuerzo físico aun más —comentó Hier.

—Sí. Bueno. Pero eso puede traducirse más adelante en problemas. Venís del sector planetario Zoé, ¿verdad? Lamento lo que está sucediendo.

—¿Sabes lo que está ocurriendo en nuestro sector? —le interrumpió Hier. No era habitual encontrar jóvenes bien informados sobre las problemáticas que afectan a la galaxia.

—Sí, señor. Sé que los fundamentalistas religiosos que profesan el culto a RaShal llevan tiempo enfrentados al mundo científico. No puedo imaginar cómo debe de ser encontrase entre tanta gente que desprecia todo tipo de vida artificial y centenares de centros de desarrollo que disponen de una cantidad ingente de robots…

—Esos robots no solo hacen el trabajo más pesado, sino que realizan todo el trabajo. Los líderes fundamentalistas se aprovechan de eso, de la escasez laboral y de la pobreza, para confundir a la gente y favorecer sus intereses. ¿Qué estás estudiando, si puedo preguntar?

—Ciencias jurídicas. Quiero llegar a ser delegado en el magisterio, o quién sabe, incluso consejero de la galaxia.

—Y, ¿qué solución al problema actual plantearía un estudiante de ciencias jurídicas?

—Que la Unión Colonial ataque a Los Hijos de RaShal hasta reducirlos a cenizas. Esta sería mi solución —Elia interrumpió así la conversación, bastante enojada y turbada. Su rencor hacia los presuntos responsables de la muerte de su familia no había disminuido ni un ápice. Hier se quedó sin palabras. Comprendía todo lo que podía sentir aquella pobre muchacha.

—Pues no es una mala opción —replicó rápidamente Daven—. La inoperancia del propio gobierno sectorial para erradicar estos grupos terroristas debería ser contrarrestada sin ningún tipo de demora por parte de la Unión.

—La solución armada nunca es la mejor. Hay que mirar siempre hacia el pasado para comprenderlo. Mirad todos los conflictos que han pasado en la galaxia, y decidme cuáles se han solventado por el medio de la fuerza.

—Bueno, lo cierto es que solo ha habido uno bastante importante, el conflicto con las colonias exteriores que acabó provocando la guerra de Secesión. Y la fuerza fue bastante útil para llegar a un acuerdo y restablecer la paz…

—No, no. Si hubiera sido solo por la acción de las armas, el conflicto se hubiera prolongado bastante más en el tiempo. Igualmente, el resultado hubiera sido el mismo gracias a la superioridad de la flota aeroespacial de la Unión, y con la participación de los augur. La violencia generalmente escapa a la razón humana, hay que hacer uso de esa razón y no dejarse llevar. Eso llevó finalmente a la dimisión del Primer Cónsul, muy beligerante e intolerante, y conformar un nuevo gobierno dialogante que posibilitó que los dos bandos se sentaran a negociar y llegar a un acuerdo de paz en el Tratado de Batum.

Joder, eso me recuerda a la academia… ¿es usted profesor o algo parecido?

Elia soltó una sonora carcajada ante la pregunta de Daven. Es lo mismo que le decía ella siempre que a la mínima le soltaba la clase de pedagogía. No obstante, Erik Hier estaba orgulloso de ello, y Elia lo respetaba notablemente.

—Algo parecido… —contestó Hier encajando con amabilidad aquella pequeña pulla.

—Ya hemos llegado al campo uno —dijo Daven, al tiempo que entraban en la zona de cultivo hidropónico. Era toda una hectárea dedicada a cultivar plantas (como por ejemplo la Salvia Roja, que era equivalente al tabaco) y alimentos (fresas, tomates…) usando disoluciones minerales en lugar del suelo, ya que se encontraba situado en una tierra nada fértil. Era una excelente manera de producir y sacar rendimiento a cada palmo de terreno que poseía la granja Macer. Había cuatro personas al cargo del campo. Daven le señaló a uno de los hombres—. Preséntate a Barack Aakif, es nuestro responsable de campo. En esta zona no encontrarás robots, solo hay personal terranio[26] . Magnus cree que los trabajos más delicados solo los pueden realizar humanos… —en las palabras de Daven se encontraba cierta incredulidad hacia aquella afirmación.

Hier miró a Elia con cierta tristeza por separarse, aunque sabía que ella estaría muy bien con Neisha. Parecía una familia muy agradable, totalmente entregada al trabajo en su granja. Pero, a pesar de que tenía una misión por cumplir, sus sentimientos se estaban entremezclando demasiado. Había tomado demasiado cariño a aquella chica, a quien conoció asustada y débil. Se sentía como una especie de protector. Aquello podía dificultar su objetivo, pero los acontecimientos se habían desarrollado de una manera algo imprevista, y evidentemente Elia no entraba en la ecuación. Pero él no era de ignorar las señales, y seguro que aquel encuentro significaba algo.

Finalmente, se despidió de los dos muchachos con cierta pesadumbre, para dirigirse al encuentro de Barack y los otros compañeros.

—Bueno, te llevaré con mi madre —le dijo con una sonrisa Daven.

—Magnus no es tu padre, ¿verdad?

—No, pero como si lo fuera. La verdad es que nos llevamos bien. Aunque es con Lucas con quien tengo más confianza.

—¿Cuánto hace que vives aquí?

—¿En Havenlock? Hace mucho, yo era muy pequeño. En la granja hará dos años, quizá un poco más. Antes habíamos viajado mucho de ciudad en ciudad por Ladakh. Mi madre no se estaba mucho tiempo en un mismo lugar. Es una suerte que ahora estemos asentados aquí. Por fin puedo tener amigos y hasta una familia. Me hace sentir normal…

—¿Y tu verdadero padre?

—No sé mucho de él ni me preocupa. Se marchó cuando yo era muy pequeño. No tenía ni un año, así que no guardo ningún recuerdo. Mi padre parece más un sueño que otra cosa. No es algo que a día de hoy me preocupe. Siempre hemos estado mi madre y yo. Y no es necesario nada más.

Elia se sintió identificada con Daven. Y él notó su apoyo sin necesidad de decir nada. Era algo que valoraba, y pocas veces había tenido tanta conexión con alguien que acababa de conocer. Pensó que seguramente nacería una gran amistad entre ellos. Tener a alguien de su edad por allí le vendría bien, así que se alegró de que ella estuviera cerca.

[23] Juego derivado del antiguo Baseball que se practicaba en la Tierra, del que heredó algunas de las principales reglas y normas.

[24] Existen varios tipos de robots en función de las necesidades humanas: robots de hogar (tareas domésticas), robots de trabajo (para campos y fábricas de producción), robots de batalla(empleados en guerras y conflictos, aunque el uso de robots en batalla está muy limitado y controlado por la UC), robots de ciencia (empleados como personal de soporte en las ramas de medicina, ingeniería e investigación y desarrollo).

[25] Los robots humanoides aplicados a los diversos campos de trabajo e investigación empezaron a fabricarse a partir del año 2315 ET y se les conoció como generación 0. En cada centuria se han mejorado las generaciones siendo a partir del año 2899 cuando se ha producido una auténtica evolución en fabricación, diseño y prestaciones. Entre los años 2350 y 2530 ET se desarrollaron las generaciones de la 1 a la 5. Entre los años 2531 y 2710 ET de la 5 a la 10. Y a partir del año 2718 ET, de la generación 11 hasta la actual 14.

[26] Vocablo nuevo que proviene y a la vez es un sinónimo de la palabra “terrícola”. Así se definían a los descendientes originarios del planeta Tierra que colonizaron la galaxia Henna.

Guardianes de Titán. Éride

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