Читать книгу El desafío crucial - José Antonio Bustamante - Страница 13
Entre saber y hacer
ОглавлениеPara crear como un dios, primero tienes que trabajar como un esclavo.
1 001 ideas para la creatividad
En la siguiente etapa de nuestro camino nos detendremos un momento en la rama de estudio que deriva de la filosofía y cuyo propósito es justamente lo relacionado con la forma en que conocemos acerca del mundo y las cosas. Se trata de la Epistemología, de episteme (ciencia o conocimiento) y logos (palabra, razón). Si llevamos estos estudios al ámbito del trabajo destacan dos visiones: la “epistemología de la posesión” y la “epistemología de la práctica”. La primera de ellas trata al conocimiento como algo que la gente tiene, mientras que la epistemología de la práctica trata al conocimiento como algo que la gente hace. Un complemento entre ellos será parte de nuestra propuesta, pues como veremos, ambos son complementarios, no obstante que es necesario precisar que el conocimiento como posesión ha sido claramente dominante en la forma en que nos acercamos al saber y al aprender. Enfatiza los aspectos cognitivos y es visto como una capacidad mental o un recurso que se puede desarrollar, aplicar y usar para mejorar la efectividad en los lugares de trabajo. Aquellos investigadores que adoptan esta visión, a menudo describen al conocimiento como una pirámide, o jerarquía, que incluye datos, información, conocimiento y aun sabiduría, como se resume en el modelo de Russell Ackoff, pionero y promotor del enfoque de sistemas en las ciencias administrativas, que se puede observar en la Figura 3.
Figura 3. Modelo de la jerarquía del conocimiento de Russell Ackoff.
Se sitúan en la base de la pirámide los datos como insumos externos a las personas, y que no tienen un valor intrínseco por sí mismo, como por ejemplo los puntos de tinta de esta página. En el ámbito de lo que hoy en día ocurre a nivel tecnológico, el uso de los datos como fuente inicial de conocimiento adquiere los cada vez más cotidianos nombres de Big Data y Data Mining, el primero relativo a la gran cantidad de datos almacenados en depósitos en la red o en las computadoras, provenientes de las más diversas fuentes, y el segundo es el proceso de hacer minería (explorar, “picar”, procesar) de los datos para buscar patrones de comportamientos de grupos y personas respecto a un determinado factor como es la frecuencia de compra de objetos, las visitas a determinados lugares, etc. La información define el segundo nivel y surge a partir de los datos que se organizan y se relacionan, otorgando acceso al objeto por conocer. Este siguiente escalón de la pirámide es esencial para alcanzar los significados propios que se dan en el conocimiento, tercer nivel en el modelo. Respecto de la sabiduría diremos por ahora, en el contexto del foco central que nos guía, que además de ser la cúspide de la pirámide, donde el conocimiento es una parte constitutiva pero no el todo, se caracteriza y distingue al incorporar aspectos axiológicos y afectivos del conocer, otorgándole un nuevo significado e inserto en dar trascendencia y sentido a la vida del hombre. También se ha asociado al hecho de alcanzar la maestría, pero este concepto puede ser más estrecho, ya que en algunos casos se entiende como alcanzar la excelencia en el desarrollo de un talento o del dominio de un área específica de conocimiento. En otras palabras, no todos los maestros son sabios, aunque es muy probable que todo sabio sea maestro en algún aspecto. El Oráculo de Delfos en la Grecia antigua señaló: “Sócrates es el más sabio”, pero éste replicó “sólo sé que nada sé”. En este sentido la sabiduría consiste en creer saber algo sólo cuando se tiene una justificación elevada que apoye la creencia, agregando una alta convicción. Como síntesis diremos que ser sabio incluye tener autoconocimiento respecto de lo que se sabe, se acepta la propia ignorancia y no se cree en algo cuando no se tiene justificación. Además el “sabio” posee amplio conocimiento sobre cosas importantes y útiles (teoría y práctica). Por ahora digámoslo en palabras del escritor egipcio y Premio Nobel de Literatura Naguib Mahfouz: Uno sabe si un hombre es inteligente por sus respuestas; uno sabe si un hombre es sabio por sus preguntas.
Descrita la pirámide del saber en sus diferentes niveles, retomemos el conocimiento por posesión como una propiedad del conocedor, quien puede conferir un significado a los datos e información al trazar desde su propia experiencia subjetiva, percepciones y entendimientos previos. Éste es el sentido en el cual el conocimiento es “poseído”. El poder hacer sentido a las palabras y frases de esta página se relaciona con ese tipo conocimiento. Lo que una persona infiere de la información se relaciona a su capacidad cognitiva y esquema interpretativo, o “marcos de referencia”, los cuales han sido adquiridos a través de la vida. Es razonable, por lo tanto, sugerir que diferentes personas, con diferentes experiencias pasadas, podrían inferir de la misma información cosas diferentes en relación con sus capacidades cognitivas y esquemas interpretativos, o “marcos de referencia”, los cuales han adquirido a través de la vida.
En síntesis, ¿qué extraemos de este primer recorrido en la búsqueda de la llave maestra para crear nuevo conocimiento?: La importancia del preguntar, del diálogo, del aprender desde la experiencia y luego elevarlo a niveles teóricos. La importancia del asombro y de los deseos de conocer presente en los hombres por naturaleza (impulso básico junto al crear y aprender). Los diferentes tipos de conocimiento productivo, práctico y teórico, que podemos señalar como conocimiento de posesión o del hacer, no son opuestos y no implican predominio de uno sobre otro, como frecuentemente se considera en los procesos formativos y de capacitación, ya que desde ambas modalidades podemos obtener nuevas formas, ideas, métodos y procedimientos que generan más conocimiento en una espiral continua que no se agota y que permite el “aprender haciendo”. Es importante mencionar, por las consecuencias que tiene en la construcción del modelo guía, la internalización de lo aprendido que también incluye el aspecto vivencial del proceso de adquisición de conocimiento, con factores emocionales y afectivos como acompañantes. San Agustín de Hipona, una de las máximas figuras del pensamiento cristiano del primer milenio (354-430), refleja bien esta propiedad respecto del saber en su libro Confesiones, al realizar una reflexión sobre el tiempo, concluyendo que no siempre podemos conceptualizar lo que hemos experimentado, aunque forme parte de nuestro conocimiento: Así pues, ¿qué es el tiempo? si nadie me lo pregunta, lo sé, pero si me lo preguntan e intento explicarlo, no lo sé.