Читать книгу Espléndida iracundia - José Güich Rodríguez - Страница 7

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HOY día he visto a la Diosa Ambarina — la misma tez de ámbar — sus ojos de llamarada y tiniebla — encarnación de la única y perennal Belleza.

Su espléndida Iracundia me abrazó el alma — su Belleza funesta se cebó en mi sangre — sus desproporcionados Rencor y Odio me fueron de gloria.

No soy — no seré sino sonámbulo atónito ante la Belleza tremebunda de la Diosa Ambarina.

Nada existe — nada puede existir sino la Diosa Ambarina y su Belleza de Medusa arrebatadora y mortífera.

E.A. WESTPHALEN.

Ha vuelto la diosa ambarina

Espléndida iracundia

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