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2.2. Tipología de los integrantes de un grupo de trabajo

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Sobre tipologías de integrantes de grupos de trabajo hay muchas clasificaciones. La siguiente fue elaborada por Michael Brikenbihl para la formación de grupos de adultos en cursos de formación, basada en los roles o papeles que toma cada persona al quedar integrada en un grupo:

Tipología de roles de miembros de grupos de trabajo
Roles activos: El individuo dedica todos sus esfuerzos a desempeñar el papelEl más capazBien porque pueda ser el que más formación tiene o porque no calla sus méritos. Dependiendo de cómo se traten sus conflictos puede llegar a ser el más ‘popular’ e incluso líder, o puede llegar a quedar marginado.
El opositorEs el que continuamente está cuestionando decisiones, fórmulas de actuación o reparto de tareas. Dependiendo de cómo se traten sus conflictos, puede quedar perfectamente integrado como evaluador o crítico, o también quedar marginado.
El líder naturalPor su manera de actuar, todo el mundo lo acepta como líder desde un principio, de manera instintiva y si planteamientos. Si no tiene conocimientos o experiencia puede ser contraproducente.
Roles pasivos: El individuo se deja llevar hacia esos papeles, oponiendo mínima resistenciaEl ‘popular’Es el que suele alcanzar mayor nivel de respeto por parte de los demás. Todos acuden a él para que les aclare dudas o les asesore. No suele ser líder formal, pero sí efectivo.
El cómicoSuele caer bien a los demás. De todo saca un chiste o una situación hilarante. Aunque trabaje no suele acabar con éxito. Se le encargan las tareas más sencillas y se le exige poco.
El sumisoNo tiene gran capacidad crítica, por lo que acepta las tareas que se le encomiendan. Acabará formando parte del grupo de apoyo al líder natural.
El marginadoSerá llevado por el resto del grupo hacia dicho papel. Intentará escapar continuamente.
El ‘sobrado’Es un individuo inteligente, pero que se jacta de sus aptitudes ante el resto del grupo, perdiendo la oportunidad de integrarse de forma cómoda en él.

Clasificación basada en la tipología de roles de M. Birkenbihl, en su “Formación de formadores”. Editorial Thomson, Madrid 2002.

Los roles que adquiere cada integrante de un grupo no es algo que deba fijarse en el tiempo, sino que hay que ayudar a que evolucione. Son papeles adquiridos que pueden ser cambiados o modelados, tanto para bien como para mal, por lo que la tarea del coordinador en estos casos será de vital importancia para, precisamente, dirigir la evolución hacia algo positivo.

Dentro de la tipología del integrante del grupo, además de los papeles adquiridos, está la personalidad inherente a cada uno. Tanto innata como aprendida también puede evolucionar y si se apoya de la forma adecuada, adquirir matices positivos para el grupo.

Los tipos más habituales de entre los que participan en grupos de trabajo son:

1 Tímido. Es fácilmente detectable porque rehúsa participar en las tareas encomendadas y prefiere mantenerse en segundo plano. Tiene poca confianza en sí mismo y teme cometer errores. Minusvalora sus propios resultados y tiende a la intranquilidad. Su relación con los demás se basa en bajar la mirada y contestar con rubor y con un tono de voz bajo. Hay que hacerle participar mediante preguntas muy sencillas y lógicas e invitarle a menudo a aportar ideas, sin presionarle. Habrá que aprovechar cada situación propicia para reforzarle positivamente y nunca bombardearle a preguntas, o hablar de su timidez delante de los demás. Por supuesto no ridiculizar su actitud tímida y no mostrase impaciente o incómodo con su forma de actuar. Hay que aprovechar cada situación propicia para reforzarle positivamente.

2 Mudo. Puede confundirse con el tipo anterior, pero el origen es bien distinto: suele verse por encima de los demás, menospreciando al grupo. La principal diferencia es la inexpresividad de su rostro y la falta de interés por preguntar o por responder a cuestiones que se planteen. Habrá que invitarle frecuentemente a participar, con preguntas cortas y directas. Habrá también que darle ciertas responsabilidades, encargarle tareas y hacer gala de mucha amabilidad en su trato. Nunca hay que ignorarle ni apartarlo del grupo, dejando que se exprese sin cortar sus intervenciones, y no haciendo evidentes sus silencios.

3 Distraído. Continuamente fuera de la dinámica del grupo, trata de sacar de la misma a todos cuanto le rodean. Nunca escucha lo que se está hablando y si participa lo hace fuera de tiempo. Cuando se reclame su atención se hará sobre algo muy concreto, nunca sobre temas generales ni de forma inquisitiva. Siempre se intentará despertar su atención llamándole por su nombre y enfrentando su opinión a la de los demás, tratando de obtener su implicación, aunque sea en un debate. No se le debe perder de vista, haciéndole ver que está en el campo visual; no se le debe tratar de descentrar o de encargar tareas aburridas; y nunca hay que ponerle en ridículo, hablando de sus errores en privado.

4 Preguntón. Está continuamente haciendo preguntas engañosas, intentando convertir cualquier reunión en un interrogatorio al coordinador. Su objetivo final es imponer su punto de vista. Para hacer de su participación algo positivo, habrá que intentar que todo el resto participe respondiendo a sus preguntas, minimizando las consecuencias de preguntas sin sentido y enfatizando aquellas que sí puedan tener un provecho para el contexto en el que se formulan. Habrá que despertar su interés y anti-ciparse a ciertas preguntas. Nunca se debe caer en sus triquiñuelas para desviar la atención sobre el tema que se está tratando, ni centrarse en demasía en él. Se irá retomando el tema cada vez que consiga desviarlo.

5 Embrollón. Es el arquetipo de opinador conflictivo, más pendiente de las anécdotas y de la creación de debates espontáneos que de prestar conocimientos o experiencias al grupo. Interrumpe conversaciones para contar anécdotas. Lo más útil es intentar sacar algo positivo de sus inter-venciones, por supuesto que tengan cierta relación con el tema, y hacerle reflexionar sobre lo que ha dicho mediante preguntas que lo pongan a él a tener que sacar conclusiones de lo expuesto. Será muy contraproducente darle protagonismo o la sensación de que resulta divertido.

6 Obstinado, discutidor. Este tipo de personas busca diferenciar quién está con él o en su contra a través de la discusión. Quiere tener siempre la razón, aunque sea una mera búsqueda para imponer su criterio. Para esta tipología habrá que actuar en público (escuchándole de forma comprensiva y contrastando opiniones con el resto del grupo) y en privado (haciéndole ver que la discusión es contraproducente, e intentando reconducir su actitud hacia el debate). Nunca se discutirá con él, ni se entrará en la provocación. El coordinador no debe nunca perder la calma.

7 Sabiondo, importante. Se detectan muy fácilmente, ya que desde el principio pone en duda los conocimientos de los demás o haciendo ver que ya ha pasado por todas y cada una de las situaciones expuestas, y que tienen conocimientos para solucionarlo todo. Siempre trata de impresionar a todo el mundo con su experiencia y sapiencia. Aunque en las formas pueda resultar odioso, habrá que escuchar lo que dice e intentar aprovechar todo lo que pueda ser útil. Se le dará importancia cada vez que exponga algo provechoso y se le plantearán preguntas difíciles para que las resuelva o las reflexione. No se debe dar más tiempo que a los demás, ni mostrase impresionado por sus conocimientos. Nunca hay que dar por hecho que lo que dice es siempre razonable.

8 Pasota. Es otra de las tipologías fáciles de detectar. No participa en actividades ni muestra interés por ninguna de ellas. Contesta con monosílabos y se mantiene alejado del resto, incluso tiende a parecer deprimido. Hay que intentar animarle continuamente para que participe, pidiéndole su colaboración directa y reforzando sus aciertos delante de los demás. Una vía es encargarle tareas sencillas de fácil resolución, aumentando paulatinamente el nivel de exigencia. Nunca hay que devolverle desinterés, quitarle atención a favor de los demás o mostrase impaciente porque no participe o no alcance resultados.

9 Chistoso. Su comportamiento puede rayar la fanfarronería, aunque en realidad solo es una forma de llamar la atención sobre sí mismo, tratando de atraerse a un grupo que lo siga, y que en ocasiones consigue. Algunos de ellos pueden incluso utilizar chistes sin ninguna gracia y aún así conseguir que su grupo de seguidores se divierta. En este caso sí se puede intentar alguna forma de castigo delante del grupo, como hacerle ver que rompe la dinámica de este, o reforzar el comportamiento positivo del resto de integrantes. Se puede intentar también hacerle colaborar en tareas no muy destacadas (esto no lo puede relacionar con un castigo). Por supuesto, no se le puede seguir el juego, ni hacerle creer que hace gracia. Cuando se le asigne una tarea, nunca será de responsabilidad hacia el resto de integrantes para que no pueda influir en los más débiles del grupo.

10 Agresivo. Intenta establecer su relación con los demás a través del miedo (gracias a su físico o falta de modales y/o control de sus acciones). Manipula, se aprovecha de situaciones que se producen para intentar disminuir la influencia del coordinador y tiene un comportamiento desvergonzado. Puede utilizar cierto sentido de humor negro para hacer daño a los más débiles o provocar situaciones de conflicto. El coordinador debe hacerle frente sin perder la calma, pero demostrándole que él es quien toma las decisiones. Necesita líderes firmes, pero que reconozcan su valía en aquello que es capaz de hacer. Habrá que intentar reconocer cuáles son sus virtudes y aprovecharlas al máximo. Nunca se le debe permitir que cohíba o que presione a los demás integrantes del grupo y por supuesto no hay que dejarse intimidar ni cederle una parcela de control del grupo o parte de él.

Aprovisionamiento y montaje para servicios de catering. HOTR0308

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