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CAPÍTULO VIII



El teléfono no paraba de sonar en mi casa, pero yo no estaba, y al otro lado del auricular se encontraba Marta, la cual se iba enfureciendo más al no contestar nadie. Soltó una maldición mientas colgó con cierta violencia, y su jefe de prensa, que estaba a su lado, dio un respingo aunque ya estuviera acostumbrado a los accesos de malhumor de su jefa.

―Hoy deberíamos comenzar a imprimir la nueva entrega de «BCN Vampire», y Salomón no da señales de vida. Dame alguna idea Esteban.

El llamado Esteban se mostró calmado en contrapartida con la editora.

―Si comenzamos mañana no pasa nada, aún tenemos tiempo. Ya lo conoces, aparece cuando menos lo esperas.

―No quiero dejar margen de error. Dame una solución. Ya.

Él sonrió mientras se removió en su asiento.

―Recuerda que nos dio un número de teléfono y un nombre por si no lo localizábamos.

Ella puso una expresión plana.

―¡Esa tal Alicia! Ponte a ello. Quiero ver hoy a Salomón y a su nueva entrega.

Esteban salió sin despedirse, aunque no le hacía falta, ya que Marta no era un modelo de buenos modales cuando estaba cabreada. Se dirigió a su despacho por un pasillo en cuyas paredes colgaban dos cuadros, dos emblemas para la editorial; las portadas de las novelas de sus dos mejores escritores, uno de cuyos títulos era «BCN Vampire». Al llegar a su mesa se sentó ante ella y descolgó el teléfono. Tras marcar un número de móvil sonó una voz al otro lado.

―¿Sí?

―¿Alicia Montero?

―Sí, yo misma.

―Me llamo Esteban López, soy el jefe de prensa de Ediciones Ícaro, Salomón Dark nos dio este número si no lográbamos localizarlo.

―Ah sí, ya me dijo que pudiera ser que alguna vez me llamarais. ¿Qué ocurre?

―Pues exactamente eso, que no lo encontramos y necesitamos su nuevo trabajo para comenzar la edición.

―Es extraño, pero voy a intentar localizarlo. Cuando sepa algo os llamo.

―Oh, muchas gracias. Espero tu llamada.

Esteban se quedó pensativo. Mientras tanto Alicia, que estaba en el trabajo, llamó al número de móvil de Salomón que solamente ella tenía, pero tampoco obtuvo respuesta. Comenzó a preocuparse y pidió a su encargada que le diera tiempo libre para un asunto importante, pero esta le dijo que no, que se ocupara al mediodía. La mañana transcurrió angustiosa, pues Salomón no contestaba a sus llamadas, y era la primera vez que ocurría aquella situación. Cuando llegó la hora de descanso corrió hasta la casa de Salomón y, tras llamar al timbre durante un buen rato, abrió con la llave que este le había dejado para emergencias. Entró con desasosiego, no sabiendo que se podía encontrar.

―Salomón… Salomón.

Pero nadie contestaba. Miró en todas las habitaciones del piso, cocina y baño y nada. No había nadie. Llamó a la editorial. Le contestó Esteban.

―¿No está?

―No. Y es raro que no conteste a sus móviles.

Hubo un silencio.

―¿Sus móviles?

Sin querer había metido la pata, ya que en la editorial no tenían constancia del segundo número.

―Quería decir móvil. Es que estoy un poco nerviosa, ya que es la primera vez que entro en su casa sin estar él.

Esteban insistió.

―¿No sabrás, por casualidad, si tiene terminado su nuevo manuscrito?

Ella se sintió tensa.

―Voy a mirar en su despacho de nuevo.

Al entrar se fijó bien esta vez. Estaba más desordenado que de costumbre, y había una botella de whisky medio vacía al lado de la máquina de escribir, acompañados por un montón de folios escritos.

―Aquí veo muchas hojas apiladas y una en la máquina ―se acercó a esta―, supongo que la habrá terminado porque pone fin.

―¿Y el título?

Le dio la vuelta a la pila de folios.

―«BCN Vampire» La sombra del diablo.

―¿La sombra del diablo? Ese es nuevo. ¿Nos lo podrías acercar?

―Tengo poco tiempo para comer antes de entrar a trabajar de nuevo.

―Pues llévatelo al trabajo y ya me acercó yo a recogerlo. Por favor, es muy importante.

―Está bien.

Le dio la dirección y Esteban pasó a recogerlo. Cuando se lo entregó a Marta esta comenzó a leerlo con interés. Esteban se sentó ante ella esperando el veredicto. Durante tres horas y media la mirada de Marta no se despegó del papel, ante la atenta mirada del jefe de prensa que alucinaba con los cambios de semblante de su jefa, y una vez hubo acabado lo miró fijamente.

―Es lo mejor que he leído en mucho tiempo.

―¿Lo mejor de Salomón?

―Lo mejor de cualquier autor. Su estilo es casi como un ente viviente. Me ha atrapado desde el primer capítulo. Como siga así «BCN Vampire» va a tener pronto su propia serie de televisión.

Los dos se felicitaron mutuamente.

Mientras tanto Alicia sufría por la extraña ausencia de su amigo.

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