Читать книгу Viaja conmigo a Ítaca - Julio Marco Barroso - Страница 14
ОглавлениеVI. El exito esta en hacer
Los seres humanos tenemos una gran resistencia al cambio («es que siempre se ha hecho así», pensamos), habitualmente inconsciente. Tenemos tendencia a volver a lo habitual, a lo conocido, a lo controlado.
Para que te hagas una idea, la energía que se requiere para cambiar un hábito (desaprender) es comparable a la necesaria para despegar de la atracción gravitatoria de la Tierra. El Apolo XI consumió más combustible para recorrer los primeros 200 km que durante los 400.000 km restantes en su trayecto a la Luna. Es como mover un coche parado: moverlo al principio cuesta muchísimo, pero una vez en marcha no hay quien lo pare.
Es necesaria una meta ilusionante, una emoción (la razón te lleva a conclusiones, la emoción a la acción) e idealmente alguien que te acompañe (un coach), para ponerte en acción y movilizar toda la energía necesaria que contrarreste la fuerte atracción de nuestros hábitos arraigados.
Piensa detenidamente en lo siguiente:
Mientras otros analizan, yo hago
Mientras otros se quejan, yo hago
Mientras otros esperan que llegue el mejor momento, yo hago
La mejor manera de ponerse en marcha es hacer
Retrasar las cosas alimenta el miedo y hacer lo elimina
Cuando haces cosas, pasan cosas.
No hay ningún juego en el que puedas ganar si no juegas.
Un truco para entrar en acción es programar y escribir las cosas. Las cosas que están programadas y escritas son las que se hacen. O sea, que ya sabes.
No te preguntes si lo sabes o no lo sabes. La pregunta poderosa es preguntarte si lo haces o no lo haces. Eso marca la diferencia.
El talento no es fijo; lo puedes desarrollar con la práctica, por lo que el esfuerzo no es una opción sino una exigencia biológica.
Un sueño sin acción se puede convertir en una pesadilla.
Pero no se trata de hacer por hacer. Hay que saber actuar (no hay nada peor que un tanto motivado; si no sabes, no toques).
Como decía Peter Drucker: «No hay nada más inútil que hacer de modo eficiente aquello que no es necesario hacer».
Ahora bien, tenemos dos problemas para entrar en acción (bueno, tenemos muchos más pero vamos a centrarnos en dos; los seres humanos somos máquinas de evaluar y nos quejamos de todo):
Por un lado buscamos el sentido a las cosas y no la solución. No actuamos, lo que nos lleva a un círculo vicioso de inacción. Saber no es suficiente. Los «me gustaría», «debería», «lo intentaré»… no valen. Eso no es poder, no hay compromiso (una decisión no es un deseo). Las personas de éxito actúan y toman decisiones con rapidez. ¡Hazlo hoy! ¡¡¡El mejor momento siempre es ahora!!!
Por otro somos grandes «Calimeros». Tendemos al victimismo. Quejarnos del viento y el oleaje no nos hace mejores navegantes pero sí hace la travesía más ingrata. La negatividad no vende. El éxito no es cuestión de inteligencia sino de actitud, de actitud positiva. Lo importante no es buscar el sentido de las cosas, lo importante no es quien lleva razón, lo importante es la solución.
Si algo de tu vida no te gusta, no te quejes, no lloriquees… ¡¡¡Cámbialo!!! No te quejes… ¡¡¡Actúa!!!
Pero el problema es que muchas veces el miedo tóxico nos paraliza y nos impide actuar, ponernos en acción. Ese miedo que te impide actuar es la muralla que separa lo que eres de lo que podrías ser.
Cuando hay miedo o pereza tendemos a la «procrastinación» (otro «palabro» que está de moda y uno de los males que más veo en mis clientes). Se trata de retrasar, de diferir las tareas importantes que tenemos que hacer pero que no nos apetecen nada, por otras mucho menos importantes, pero que sí nos apetecen, lo cual nos absorbe energía pues sabemos que la tarea pendiente sigue ahí, esperando a que la resolvamos. Aplazar nuestras obligaciones, no afrontar nuestras tareas, dejar de hacer algo que realmente debemos hacer, que es importante, para hacer otras mil irrelevantes cosas que nos apetecen más, al final provoca que una cosa fácil se convierta en difícil.
Y aplazar una cosa difícil hace que al final se convierta en imposible.
Instantes
Si pudiera vivir nuevamente mi vida,
en la próxima trataría de cometer más errores…
Haría más viajes, contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, iría a sitios a los que nunca he ido…
Por si no lo sabes, de eso está hecha la vida, solo de momentos; no te pierdas el ahora. No malgastes ni un minuto en criticar, en enfadarte, en envidiar…
Disfrutaría en cada momento de lo que tengo y viajaría más ligero de equipaje…
Si tuviera otra vez vida por delante… Pero ya ven, tengo 85 años… y sé que me estoy muriendo.
José Luis Borges
¡¡Haz!!... antes de que sea tarde.