Читать книгу Viaja conmigo a Ítaca - Julio Marco Barroso - Страница 18

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X. Atrevete coño

En la radio utilizo mucho la expresión «¡Atrévete coño!» Viene de una experiencia que tuve con un cliente a quien fui a ofrecer mis servicios de formación y coaching. Era el director general de la compañía y, de vez en cuando, mientras hablábamos y yo le iba proponiendo cosas, él miraba un marco de fotos que tenía enfrente. Cuando terminamos la conversación y nos estábamos despidiendo, vi que en el marco –que yo pensé que sería una foto familiar– había una frase que decía: «¡Atrévete coño!» Entonces no pude contener la curiosidad y le dije sonriendo: «¿Y esa frase?», a lo que él respondió: «Verás Julio, hace no mucho tiempo yo era el director financiero de esta compañía y como tal siempre traspasaba las decisiones importantes a mi jefe. Pero cuando me hicieron director general ya no podía hacer eso y un coach me recomendó crearme ese anclaje. Y cada vez que tengo que tomar una decisión, lo miro y la tomo, porque si hay algo que no puedo hacer en mi nuevo puesto es no atreverme a tomar decisiones. A mí me funciona y además cada vez me cuesta menos hacerlo. Y soy mucho mejor tomándolas de lo que yo creía».

O sea, que ya sabes, aplícate el cuento y «¡Atrévete coño!» o, como diría Guy Kawasaki: «¡Aunque tenga miedo, hágalo!»

Hace años, Elizabeth Ross, en varios de los principales hospitales americanos, preguntó a los enfermos en su lecho de muerte de qué se arrepentían más en sus vidas. Y la contestación, en la mayoría de los casos, fue, no de no haber conseguido cosas materiales, una gran casa, un coche, mucho dinero; no de haberse equivocado en lo que habían hecho, sino que la mayoría se arrepentía… de lo que no había hecho. La mayoría se arrepentía de no haberse atrevido y arriesgado más.

Y es que el mayor enemigo del éxito está en el conformismo.

Lo vas a ver muy claro con la historia de la vaca que puedes descargarte con la ayuda de este bidi:


Ahora piensa que todos tenemos una vaca que nos permite sobrevivir. Que nos ancla a nuestra zona de confort y nos permite ir tirando, pero que a la vez nos impide desarrollarnos y crecer. Que nos ata a una vida confortable pero mediocre.

¿Has pensado cuál es tu vaca?

Por lo tanto mi consejo es: encuentra tu vaca, y ¡mátala!

Viaja conmigo a Ítaca

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