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LAS CARGAS PASIVAS TAMBIÉN SON IMPORTANTES

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La forma en que hemos llegado a equiparar erróneamente el ejercicio físico con la salud ha supuesto una gran dificultad a la hora de comprender cómo depende el cuerpo de las cargas específicas. Tal vez cumplas satisfactoriamente con tu entrenamiento, pero ¿qué ocurre con las cargas que creas durante el resto del día? ¿Durante cuántas horas a la semana permanecen tus músculos del muslo posterior presionados contra el asiento de una silla? ¿Cómo afecta esta presión constante a los vasos sanguíneos que van hasta los pies o a los nervios de la pelvis? ¿Cómo duermes? Y no me refiero a cuántas horas sino a las cargas que se crean por la posición en la que duermes. ¿Se han atrofiado tanto tus tejidos corporales que ya no son capaces de adaptarse a un colchón o una almohada diferente? Esto es una señal de que tus articulaciones más pequeñas se han agarrotado hasta el punto de que incluso no hacer nada –tan solo estar tumbado sobre un montón de material mullido– resulta demasiado difícil para tu cuerpo (como en el cuento La princesa y el guisante). Si hubieras dormido en la naturaleza, tus células no habrían sufrido esta adaptación a la hora de acostarte –una adaptación que hace que estés demasiado débil como para irte a dormir sin tu almohada–. Ya sé que dormir sin almohada no suena precisamente como una sesión de CrossFit,* pero lo cierto es que ­muchos se sentirían rígidos y agarrotados después de pasar una noche sin almohada, simplemente porque han utilizado su cuerpo de un modo que es nuevo para ellos.

Hay otro factor que influye en cómo son las cargas modernas que casi nunca se tiene en cuenta de forma crítica: la ropa interior. Los sujetadores y los calzoncillos eliminan las cargas gravitatorias de las partes de nuestro cuerpo que están naturalmente diseñadas para colgar y balancearse. Los senos y los testículos dependen de la gravedad para cargar sus músculos de suspensión y sus ligamentos, lo que a su vez mantiene estos sistemas suspensores fuertes y capaces de moverse según las necesidades.

En los hombres, el músculo cremáster levanta y baja los testículos dependiendo de la temperatura a la que se encuentren. Cuando están demasiado fríos, el cremáster tira de ellos hacia el cuerpo para que así estén más calientes. Por el contrario, cuando están demasiado calientes, se relaja para que puedan alejarse del cuerpo y, de este modo, contribuir a la disipación de calor. Cuando la ropa hace que los testículos se mantengan cerca del cuerpo todo el tiempo, la fuerza del cremáster disminuye y la temperatura de los testículos se mantiene innecesariamente alta todo el tiempo.

En las mujeres, los senos dependen de sus sistemas suspensores y de los músculos que hay debajo de ellos para sujetarlos, sistemas de apoyo que ahora se han adaptado a las cargas creadas por el sujetador en lugar de al propio peso natural del pecho. Si tus pechos son grandes y pesados, es probable que hayas estado usando el sujetador durante más tiempo, lo que significa que no solo tus pechos son más pesados que los demás, sino que además tu sistema suspensor es comparativamente más débil –algo que resulta sumamente interesante, ya que puede haber una relación entre el tamaño de los pechos y el cáncer de mama–. Aunque en su búsqueda de respuestas los investigadores se están centrando en el estudio del genoma, me gustaría llamar la atención sobre el mecanoma y sugerir que tuviesen en cuenta el síndrome de la aleta de las orcas y la teoría del desajuste de cargas (ver el recuadro para más información sobre este desajuste).

EL PALEOMOVIMIENTO Y LA TEORÍA DEL DESAJUSTE

El movimiento natural o paleo –el paleomovimiento– no es lo mismo que el movimiento paleo actual. Durante la última década ha ido ganando impulso una hipótesis científica llamada teoría del desajuste evolutivo. Dicha teoría postula que hemos sido seleccionados –y nuestras funciones biológicas se han desarrollado– para vivir en una condiciones concretas en cuya ausencia se producen enfermedades y que nuestro entorno (nuestra forma de vida) actual supone un desajuste con respecto a nuestra fisiología, que percibe esos nuevos aspectos como peligrosos.

El término paleo se ha convertido en un término general para dar a entender la idea de que mediante el cultivo de las prácticas de nuestros ancestros podemos mejorar nuestra salud, no porque los comportamientos de antaño sean curiosos o pintorescos, sino porque contienen los aportes y los estímulos que nos hacen falta. El movimiento natural no es más que una parte del movimiento paleo; otros aspectos se refieren a la dieta, a la comunidad, al estilo de crianza, etc.

Sin duda estas ideas están de moda, pero no son nuevas. Los cínicos eran un antiguo grupo que rechazaba los valores sociales y argumentaba que las actividades naturales eran necesarias para los seres humanos. Los seguidores del cinismo tomaban sus comidas sin cubiertos, platos ni vasos –es decir, «sin modales»–, se ocupaban de sus funciones corporales en público –de hecho, el término cínico significaba originalmente «como un perro»– y sentían una profunda devoción por la «vida natural». Se considera que Antístenes, discípulo de Sócrates, fue el fundador del cinismo, pero es Diógenes el que se suele poner como ejemplo de este estilo de vida. De él se dice que murió al comer un pulpo crudo en un intento por demostrar lo poco natural que era tomar alimentos cocinados... Nos queda claro, Diógenes.

Las cargas que sufren las mujeres con pechos grandes que llevan sujetador son prácticamente idénticas a las de las mujeres con pechos pequeños que, igualmente, llevan sujetador. Si el sujetador hace que tanto el movimiento de los pechos grandes como el de los pequeños sea insignificante, eso significa que las mujeres con pechos más voluminosos sufren un mayor desajuste entre las cargas que sus pechos necesitan y las que en realidad experimentan –de la misma manera que una orca con una aleta dorsal más alta sufre una pérdida mayor cuando se ve expuesta a fuerzas no naturales–.

LAS CARGAS NATURALES Y EL CÁNCER

Mientras que el ejercicio regular es una medida preventiva que se cita habitualmente para muchos tipos de cáncer, las cargas específicas aún no han sido evaluadas directamente en la investigación sobre el cáncer (aunque algunas cargas no específicas han mostrado un impacto positivo a la hora de revertir las células cancerosas; para más información, American Society for Cell Biology, 2012). La investigación referente al medio y las condiciones mecánicas de las células cancerosas es todavía muy reciente, pero en este momento aún no se están llevando a cabo estudios sobre las cargas que creamos (natural y artificialmente) ni sobre las condiciones que generan una mayor propensión al desarrollo de ­tumores.

La inflamación es un «medio» bien conocido que potencia los procesos cancerosos, pero lo que no se entiende bien es el papel que juega la mecanosensibilidad en este fenómeno. Con el tiempo, todo esto se irá aclarando.

Con los recientes aumentos que se están produciendo en el número de casos de cáncer de mama y de testículos –cánceres que hunden sus raíces en la mecanotransducción–, resulta extremadamente importante comenzar a debatir sobre hasta qué punto estamos alterando las cargas de nuestro organismo por mantener las buenas costumbres y el decoro –o, simplemente, por pura vanidad–. No te recomendaría que te deshagas de tu sujetador o de tu ropa interior inmediatamente, pues lo más probable es que haga mucho tiempo que tus sistemas de soporte no hayan sentido todo el peso de las ­partes que han de sujetar. No obstante, no puede hacerte mal alguno echar un buen vistazo a la lista de tus dolencias, compararla con las cargas que experimentas actualmente y, después, adoptar un enfoque ­gradual para ir reduciendo poco a poco los soportes artificiales durante un largo periodo de tiempo; esto les dará a los tejidos la posibilidad de que se vayan fortaleciendo.

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