Читать книгу Lo que sabemos y lo que somos - Kike Ferrari - Страница 16

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JORGE BELARMINO FERNÁNDEZ, el Belar, nació en México en 1947.

Es historiador y activista. Ha escrito Cuestión de sangre, Buscando a Belarmino Tomás, y Los asturianos en los orígenes del exilio en México, 1939, entre otros. Lo primero que supe de él fue que cuando Paco, enojado por las declaraciones elogiosas a Videla que Borges había hecho a días de la desaparición de Haroldo Conti, tiró todos los libros del argentino por la ventana, fue Belarmino quién los recogió. Y que al rato le tocó timbre para reclamarle que le había faltado tirar El Aleph.

Le alcanzó una cuartilla para hacernos su retrato de Paco. Mandate a mudar, Belar, hacerme insistir tanto. Jeje.

El mejor personaje

Presentando uno de sus primeros libros dije que Paco era, con mucho, el mejor personaje creado por él. Bueno, se me olvidaban los padres, sin quienes no se explica, pues lo formaron para tal.

Nos conocimos gracias a PIT I, quien en una playa donde yo andaba entre buscando la revolución y por completo perdido, me empaquetó al departamento del hijo. Viajé dos mil kilómetros, timbré, abrió. No había duda: estaba frente al personaje clasemediero más interesante que conocía. Alrededor suyo, espléndidos pares.

No describiré la situación, pues seguro alguien más lo hará, y salto seis meses para encontrarlo dos pisos arriba, en el cuarto de azotea que sería su primer hogar con Paloma. ¿Cómo no iba a estar perdidamente enamorada mi vieja amiga? Ese auténtico nicho exudaba pasión y futuro cocinándose al calor ahora de dos.

Luego vi una foto de los seis años, creo. El niño muy estilo surrealismo italiano tenía algo mágico –mido bien las palabras–.

Más tarde resultaría casi imposible descubrir tales cosas, entre trabajo desquiciado y fama.

Treinta décadas luego, ojeando sus cuatrocientas ediciones en una docena de idiomas, pensé: Sí que tuve razón. Y hoy: Desbordó el sueño; cómo se sentirá algo así.

Paro, porque los grandes personajes solo consiguen explicarse por sí mismos. Antes de marchar, reitero la advertencia: olviden al que ven en charlas, series televisivas y discursos. Deben buscar vaya a saberse dónde, a estas alturas. ¿En Mark Knopfler escuchado a solas horas y horas por habitaciones dispersas en cien ciudades? ¿Sí, carnal?

PD: mandate mudar, Kike, metiéndome en este enredo, jeje.

Lo que sabemos y lo que somos

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