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VOCACIÓN POR LA DOCENCIA, VIVIENDO DEL ARTE DE ENSEÑAR
ОглавлениеMaría del Rocío Carranza Alcántar *
Alma Azucena Padilla Jiménez **
Claudia Islas Torres ***
INTRODUCCIÓN
Resulta común que al terminar el bachillerato surjan diversos cuestionamientos sobre qué estudiar, es cuando llega el momento de elegir una carrera, y se presenta la llamada “vocación”, lo cual está relacionado con el deseo, el sentimiento y la valoración personal de una profesión o carrera. De tal manera que es evidente que, para estudiar cualquier carrera, es necesario un mínimo de interés, de agrado y de apreciación, tanto por la profesión elegida, como por todo lo que implica habilitarse en la misma y todo lo relacionado con ella.
Entonces, la toma de decisiones que el estudiantado realice en el ámbito vocacional supone, en la mayoría de las ocasiones, que ha superado sus conflictos internos respecto a la elección de su carrera, pues la mejor decisión será aquélla gracias a la cual el alumnado logra cumplir sus objetivos, metas y exceptivas deseadas (Sánchez, 2002).
Lo anterior indica la importancia que tiene conocer e identificar la vocación, pues es a partir de esto que se toma una de las decisiones más importante para la vida de una persona. Reconocer el gusto por una profesión no ha sido una tarea fácil, de tal forma, que es necesario documentarse y aprender todo lo relacionado con el objetivo que se busca cumplir en el mundo laboral y profesional, y que esto se convierta en el referente principal para la elección de una carrera.
En particular, las humanidades comprenden diversas carreras entre las que sobresale la educación, en la cual se forman profesionales que tienen la responsabilidad de enseñar a las y los estudiantes cómo tener un país competitivo, pues es a través del profesorado, como eje importante en la sociedad, que se enseña cómo aprovechar lo mejor posible todos los recursos con los que se cuenta; se logra también que el estudiantado desarrolle la creatividad y que cuenten con las herramientas indispensables para modificar la realidad (Arámburo, Morales, Torres y Pino, 2018).
De lo anterior se desprende la importancia de formar educadores con convicción y vocación por enseñar, que tengan un sentido humanista y, por consecuencia, un impacto en el desarrollo social, económico, tanto en el nivel individual como en el colectivo. Esa vocación debe ser “[…] el motivo más importante para dedicarse a la enseñanza, junto a otras razones como el humanismo de la profesión o la facilidad y conveniencia de la carrera de profesora o profesor” (González y González,1993:75).
Para comprender la naturaleza y las tareas de la educación, se puede señalar a Protágoras, pues según Abbagnano y Visalberghi, (1992), es a través de este filósofo que se encuentra el mejor y más fácil camino para entender la educación:
Como un fenómeno que puede asumir las formas y las modalidades más diversas, según sean los diversos grupos humanos y su correspondiente grado de desarrollo; pero en esencia es siempre la misma cosa, esto es, la transmisión de la cultura del grupo de una generación a la otra, merced a lo cual las nuevas generaciones adquieren la habilidad necesaria para manejar las técnicas que condicionan la supervivencia del grupo. Desde este punto de vista, la educación se llama educación cultural en cuanto es precisamente transmisión de la cultura del grupo, o bien educación institucional, en cuanto tiene como fin llevar las nuevas generaciones al nivel de las instituciones, o sea, de los modos de vida o las técnicas propias del grupo (Abbagnano y Visalberghi, 1992:6).
De esta manera, desde una visión filosófica, la educación y en particular la pedagogía, incluye el hecho que la concepción de saber y la cultura forman parte de una misma esfera, y que ésta a su vez trata las circunstancias sociales, económicas y políticas que se viven en la colectividad; esto se hace partiendo de la concepción que se tenga del hombre, de la sociedad y del mundo en general (Moreno, Martínez, Moreno, Fernández y Guadalupe, 2017).
Sería complicado comprender la enseñanza separada de su componente material-social, de tal manera que es ineludible incluir la parte social e histórica como sus dimensiones constituyentes (Pallarés-Piquer y Chiva, 2017). De esta manera
[…] la educación otorga preponderancia a la realidad, que no es externa al propio objeto de conocimiento, y propugna una reflexión basada en la acción que invita a conocer, a interactuar unos sujetos con otros; es reflexionar sobre el aquí y el ahora, es saber ser y estar en el mundo, en su realidad (Martín Sánchez, 2014:81, en Pallarés-Piquer y Chiva, 2017).
Sin embargo, a pesar de que se ha mencionado la importancia de visualizar a la educación como un fenómeno social e histórico, también se considera necesario ampliar esta mirada, pues educar implica mucho más que eso, resulta trascendental reconocer que es también, a partir de esta ciencia, que se analizan las relaciones contingentes entre educación y sociedad, de tal forma que se presenta una emergencia para establecer el formato escolar como forma legitimada de instruir, así como las prácticas cotidianas de quienes participan en las escuelas, considerando las ataduras institucionales, pero también la potencialidad de cambio que existen en la mismas(Borel e Ysbitzky, 2011).
En este sentido, a la educación, en el contexto actual, le resulta necesario asumir las teorías educativas abiertas, transversales y concisas que auxilien a la pedagogía a encauzar aquellos aspectos realmente aprovechables para la formación y los aprendizajes del estudiantado (Pallarés-Piquer, 2014). De esta manera, la función fundamental de la escuela y su quehacer pedagógico que se desarrolla en el día a día radica en comprender, concebir y reestructurar instancias interpretativas de carácter educativo (Pallarés-Piquer, 2018).
Es por lo anterior que resulta significativo señalar que el arte de enseñar es para quienes tienen la vocación para ser profesora o profesor, sobre todo en la actualidad, pues se requiere un nuevo modelo de docente, que tenga competencias como la tolerancia, la comunicación, la paciencia y la motivación, pero que también tenga una formación en contenidos; es importante resaltar que durante la formación de esta profesión se encuentran muchos elementos que pueden potenciar un sentido vocacional en la enseñanza, como es el esfuerzo, la voluntad, la autoestima, la motivación y, sobre todo, reconocerse profesor o profesora (Sánchez, 2002).
El arte para ser docente se aprende mediante el estudio, el entrenamiento y el ejemplo, por lo que educar también se considera como una técnica y un talento; de tal manera que quien se dedique a esta profesión necesita tener vocación para ejercer esta función, pues se convierte además en mediador o mediadora entre la ciencia y la cultura y el estudiantado, ayudando a las nuevas generaciones en su proceso de desarrollo humano (Marques, 2006).
Para estudiar o entrenar la vocación de educar es necesario enfocarse en aspectos fundamentales que requiere esta actividad, como es el caso de conocer el campo de acción, los espacios en los que el personal docente puede desempeñarse y sobre todo el abanico de posibilidades que brinda esta carrera o profesión, por lo que a continuación se presentan algunas de las metodologías innovadoras a partir de las cuales se puede fomentar la vocación para educar.
METODOLOGÍAS INNOVADORAS PARA PROMOVER LA VOCACIÓN DE LA DOCENCIA
Como ya se ha mencionado, la vocación es un elemento determinante en el proceso que el estudiantado lleva para profesionalizarse, la cual es cimentada en los ámbitos educativos tanto formales como no formales (Mujica y Orellana, 2016). En particular, para el espacio formal resulta importante centrarse en que el alumnado conozca de manera directa lo que implica ser educadora o educador, de ahí que se consideren diversas dinámicas que permitan la motivación y, sobre todo, la visualización de lo que implica formar parte de esta profesión.
Para implementar estrategias innovadoras enfocadas al aprendizaje, es preciso suponer que se demanda de un aspecto fundamental como es la creatividad, de tal forma que la responsabilidad académica que el profesorado realiza con el alumnado debe considerar un cambio con el propósito de integrar todas las necesidades de formación profesional, expectativas y motivaciones, y en este caso, de manera específica, la vocación para educar.
En primer lugar y previo a diseñar metodologías innovadoras, es necesario contar con un repertorio didáctico que pueda ser aplicado a los contenidos que se revisarán, elaborando a su vez la dosificación de las actividades que se aplican en el curso formativo para las vocaciones. Esto se transforma en un instrumento útil para lograr las competencias y los niveles de aprendizaje esperado dentro del aula (Cepeda, 2004).
Para lograr que el estudiantado ocupe un papel activo para cimentar su conocimiento y, sobre todo, para que conozca la profesión en la que desea incurrir, el facilitador o la facilitadora deberá focalizar la atención en el aprendizaje a través de las metodologías aplicadas, escenario que exige un cambio en la manera de diseñar y precisar las estrategias de enseñanza.
A partir de las premisas anteriores, a continuación se presentan propuestas de metodologías innovadoras para el aprendizaje con el objetivo de fomentar las vocaciones, en particular la de educar o también conocida como la profesión de ser docente. Dichas metodologías pueden ser implementadas por quienes están a cargo de la orientación vocacional del estudiantado, además de que toman poco tiempo, una o dos sesiones como máximo, logrando de manera más eficiente el aprendizaje sobre la carrera o profesión que desean cursar.
APRENDIZAJE BASADO EN PROBLEMAS
Al trabajar con el aprendizaje basado en problemas (ABP) la tarea gira alrededor de la discusión de un problema, en este caso sobre el campo de acción en el que se desenvuelve el profesorado y las complicaciones que esta carrera puede tener; es decir, el alumnado debe trabajar sobre ese problema, lo harán de manera individual y a partir del planteamiento relacionado con el tema.
Aplicando el método ABP se provoca el autoaprendizaje, permitiendo la práctica del estudiantado al afrontarlo a escenarios reales y a identificar sus carencias de conocimiento (ITESM, 2018). De acuerdo con Miniland (2018), el ABP se detalla como una metodología centrada en el aprendizaje, en la investigación y en la meditación que el alumnado debe continuar para llegar a una solución de un conflicto que fue planteado por el profesorado. En esta estrategia el orientador o la orientadora guía al alumnado, quienes, ya sea de manera individual o en grupo, se comprometen encontrar la solución a partir de entender y aplicar los conceptos, de tal forma que la solución de problemas se hace aplicando conocimientos que son empleados de manera crítica y no memorística, de esta forma el estudiantado desarrolla competencias como la creatividad y el razonamiento (Carranza et al., 2018).
FIGURA 1
PROCESO DE APRENDIZAJE BASADO EN PROBLEMAS
FUENTE: DIDE (2005).
Del mismo modo, los y las pupilas deberán investigar sobre la problemática presentada, así como en las posibles soluciones, brindando alternativas que le permitan reconocer la situación del profesorado frente a las complicaciones que se le pueden presentar durante su carrera y, sobre todo, en el ejercicio de su profesión. El instructor/a puede recomendar las fuentes que los y las estudiantes quieran consultar, ya sean bibliográficas o a través de trabajo de campo, como entrevistas a profesionales de la educación.
EL APRENDIZAJE COLABORATIVO
Para aplicar la metodología del aprendizaje colaborativo (AC) es importante ejecutar tareas de aprendizaje que el estudiantado realiza en conjunto, desarrollando trabajos en equipo, tanto dentro como fuera del aula; el objetivo es que el alumnado interactúe entre ellos para conseguir un mismo objetivo común; para el caso que nos ocupa el tema puede ser el campo de acción del docente, las posibilidades laborales que tiene y dónde puede desempeñarse.
El aprendizaje colaborativo, al igual que todas las metodologías que se presentarán en este documento, se ubica dentro de las conocidas como pedagogías activas, en las que el aprendizaje se apoya en la acción del alumnado y el profesor/a actúa sólo como facilitador. De acuerdo con Gros (2013), el AC se presenta como la situación en la que varias personas aprenden e intentan instruirse en algo de forma conjunta y lo hacen cuando los participantes interaccionan para investigar elementos de su interés formativo.
La forma en la que se puede llevar a cabo esta actividad es dentro del aula, en donde el alumnado se divide en pequeños grupos que trabajan la temática relacionada con el campo de acción de un profesor/a; previo a esto, el facilitador/a puede recomendarles diversos artículos que se encuentran publicados en la web, aunque también es conveniente solicitarle y sugerirle al estudiantado que haga una búsqueda para completar la información que se les ha pedido y sobre la que aprenden, todo esto mediante la colaboración de todo el alumnado que integran el equipo.
EL INTERROGATORIO
Cuando se utiliza esta metodología de enseñanza se indaga sobre los conocimientos que el alumnado tiene sobre la carrera o profesión de ser docente, esto ayuda para establecer el equilibrio durante las actividades que se realicen durante las clases. Por un lado, beneficia y ayuda para que el estudiantado reflexione y repase lo que ya sabe y, por el otro, les ayuda para que relacionen la nueva información que se les brindará.
Antes de iniciar la actividad, quien esté a cargo de la orientación vocacional deberá preparar un interrogatorio, la literatura muestra que los y las docentes más eficaces usan un mayor número de preguntas abiertas con el propósito de generar destrezas en el pensamiento del estudiantado, aunque una de las notaciones principales para llevar a cabo esta metodología es combinar las preguntas abiertas y cerradas de acuerdo con los temas que se revisarán durante la actividad, los cuales también deberán ser congruentes con el objetivo de la actividad (Murillo, Martínez y Hernández, 2011).
En este sentido, se sugiere entregar previamente a los y las estudiantes el material en el que se encuentre la información relacionada con la profesión de ser docente; por ejemplo, las universidades en las que se estudia la carrera, el perfil que solicitan para ingresar, las principales materias que cursarán, el ámbito en donde se desempeña un profesor/a, sus principales tareas, el promedio de los sueldos que puede recibir, las complicaciones a las que se pueden enfrentar, entre otras. Posteriormente, y previo a la dinámica de la clase, el orientador o la orientadora vocacional prepara una serie de preguntas relacionadas con el material entregado, para que el alumnado las responda, durante la dinámica también se puede generar un ambiente en el que se invite al estudiantado para que ellos también realicen preguntas a sus compañeros, esto permite que todos/as participen, aprendan y además aprendan a argumentar, a comunicarse y a desarrollar un pensamiento crítico.
SIMULACIÓN DE PROCESOS
Al aplicar esta estrategia se logra simular los procesos profesionales de manera pormenorizada, con el objetivo de contextualizar el manejo idóneo en situaciones reales (ITESCA, 2007). Para este caso en particular, es necesario que el alumnado visualice y forme conciencia de las situaciones que vive un profesor durante su formación y la práctica viviendo el trabajo que llevarán a cabo como profesionistas (Tobón, 2003).
Para llevar a cabo esta técnica con éxito y lograr el cometido principal se requiere que el profesorado formule con claridad las instrucciones a seguir, encauzando al estudiantado para que la simulación del escenario sea lo más específica posible (Carranza et al., 2018). Se sugiere, entonces, que dicha simulación se realice a través de un sociodrama en el cual se muestre la labor docente; previo a este escenario, quien esté a cargo de la orientación educativa deberá entregar material con el cual el alumnado se documente y conozca las diferentes situaciones que pueden representar.
Con esta metodología se logra la construcción de conocimientos en situaciones reales, desarrollando además la comunicación como una táctica esencial para llevar a cabo la simulación.
JUEGO DE ROLES
Esta metodología de enseñanza reside en personificar, de manera espontánea, una situación real o posible en la que se muestra una problemática o situación a la que puede enfrentarse el o la docente. Cada alumno o alumna encarna un papel, pero además pueden intercambiarse los roles y de esta manera abarcar desde diferentes aspectos una misma realidad (Carranza et al., 2018).
Para conducir el juego de roles, el o la orientadora educativa, durante una clase pueden llevar a cabo una completa improvisación o una actuación que haya sido diseñada con un pequeño guión; para tal efecto se recomienda facilitar a las y los participantes tarjetas con instrucciones, pero se debe cuidar que el juego no se extienda por mucho tiempo para no caer en el aburrimiento (ITESCA, 2007).
De esta manera, el estudiantado durante una sesión puede reconocer diversas situaciones que tendría que vivir si decidiera ser docente, esto permite que el alumno o la alumna tenga un panorama amplio para conocer también el campo de acción de profesor.
FOROS DE DISCUSIÓN
La incorporación de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en el ámbito educativo, ha permitido el desarrollo de foros de discusión mediante diferentes herramientas tecnológicas; se ha transformado en una demanda educativa, la cual permite la interactividad y transmisión de información (Carranza et al., 2018). De tal manera que la metodología se apoya en foros de discusión y puede resultar una opción importante para promover la vocación de educar.
El trabajo que debe realizar el personal docente encargado de la orientación es que a través de estas herramientas se entable comunicación de manera interactiva (foros) con el estudiantado, fomentando un ambiente de colaboración que permita la participación de todos los interesados por conocer más sobre la carrera de un o una docente, dónde estudiar, el ámbito de competencia y diversas situaciones que ayuden a promover la vocación para ser profesora o profesor.
Las plataformas que pueden empelarse para el impulso de estos foros de discusión pueden ser, además de las conocidas como pedagógicas, también las de uso libre, abarcando además las redes sociales como es el caso de Facebook, Twitter y Whatsapp; lo más significativo es que las y los orientadores educativos tengan claro los temas que se discutirán, así como que las instrucciones también sean precisas para que el alumnado pueda llevar a cabo dicha labor con total libertad al momento de discutir.
Con los foros de discusión, el estudiantado puede establecer reflexiones juiciosas respecto a lo que representa estudiar la carrera para educar; es decir, de la información analizada lograrán conocer el impacto social, cultural e ideológico, de ser un profesor o una profesora, creando sus propios juicios de valor y hechos encaminados a comprometerse en la toma de decisiones (Estrada, 2016).
Además de promover las habilidades presentadas, la incorporación de las tecnologías en la educación, y concretamente en la didáctica, apoya la comunicación entre el alumnado, la información y su uso profundo para desarrollar habilidades cognitivas, de análisis, síntesis, aplicación y evaluación de la información, además de favorecer la interconexión de ideas y la creación de nuevo conocimiento (Murillo, Martínez, y Hernández, 2011).
CONCLUSIONES
Las metodologías innovadoras presentadas en el apartado anterior buscan, entre otros aspectos, fomentar un interés significativo para que el estudiantado desarrolle su vocación por educar, por convertirse en un profesor o profesora, al mismo tiempo en que está promoviendo la interacción comunicativa y de argumentación para expresar y defender su punto de vista respecto a la carrera o profesión que desean estudiar; de igual forma se trabaja de manera colaborativa y se desempeñan roles, lo que permite que el alumnado promueva actitudes, valores, sensibilidad emocional y de persistencia en la tarea realizada (Carranza et al., 2018).
Para lograr lo anterior y, sobre todo, para que el estudiantado quede convencido de su vocación, las metodologías de enseñanza que se utilicen deben ser diseñadas, planeadas y llevadas a cabo por parte de los y las orientadores educativos, quienes tendrán que establecer las metas que pretende cumplir, así como lo que desea lograr con cada una de ellas.
Es importante señalar que si los y las orientadores vocacionales llevan a cabo diferentes tipos de metodologías en al menos dos o tres sesiones, el alumnado podrá tener una visión más amplia de lo que será estudiar la carrera para ser docente. Lo anterior es importante porque dicha profesión ha sido poco valorada, pues como lo ha señalado De Miguel (2017), esto sucede debido a que muchas personas sin vocación deciden equivocadamente dedicarse a la docencia. De ahí que quienes no consideran un arte el enseñar, hacen las cosas diferentes, convirtiendo al alumnado en víctimas de su irresponsabilidad, lo que se considera una consecuencia directa de su falta de vocación (De Miguel, 2017).
Es por lo anterior que se deben implementar diversas estrategias que permitan atraer a más y mejores aspirantes; esto es, que el estudiantado tenga motivaciones intrínsecas y trascendentes, ya que son elementos fundamentales para escalar las complicaciones que la carrera docente trae consigo. Existe la necesidad de identificar las motivaciones de quienes desean formarse como docentes, pues se ha considerado que en gran medida de esto dependerá que hagan las cosas bien (García-Poyato, Cordero y Jiménez, 2017).
De igual forma, al utilizar metodologías innovadoras se involucra al estudiantado en las mismas, provocando un aprendizaje activo, lo que en el futuro, de elegir ser profesor/a, les beneficiará de manera importante, pues el o la docente actual debe estar consciente de que forma parte de una sociedad del conocimiento que exige una cantidad de competencias que les permitan crear ambientes de aprendizajes significativos para el alumnado (Gaitán, 2018).
De lograrse lo anterior, el país podrá tener mejores niveles de bienestar para todos sus ciudadanos, ya que ser profesor/a es sinónimo de contribución al cambio, a un mundo mejor (APPF.es, 2018), pues son los responsables de formar a los y las profesionales del futuro. La importancia de esta profesión es porque son los y las docentes quienes no sólo transmiten conocimientos, sino que a través de su importante labor construyen valores, apoyan el crecimiento de las naciones y, además, desarrollan la personalidad y la capacidad para adoptar decisiones de sus pupilos.
Finalmente, se puede concluir que para poner en práctica el arte de enseñar es necesario tener vocación, porque es ésta la que se necesita para dedicarse íntegramente a la docencia. Es a partir de fomentar el interés del estudiantado para que se formen como profesores/as, que se podrá tener un buen resultado al momento en que elijan dicha carrera, pues quienes lleven por dentro el don de la enseñanza y la pasión por ella, se verá reflejado en una mayor productividad y competitividad en el país (Navarrete et al., 2019), de ahí la urgencia de trasformar e invertir en la ciencia y la tecnología, ya que de esto dependerá, en gran medida, acceder a una economía de prosperidad, cimentada en el conocimiento.
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* Doctora en Sistemas y Ambientes Educativos; profesora-investigadora de la Universidad de Guadalajara; cuerpo académico consolidado “Educación y sociedad” (CA UDG-433). Coordinadora de la red RIDMAE, SNI-Conacyt, en nivel I.
** Maestra en Enseñanza de las Ciencias; profesora de tiempo completo en el Departamento de Estudios Organizacionales de la Universidad de Guadalajara.
*** Doctora en Sistemas y Ambientes Educativos; profesora-investigadora de la Universidad de Guadalajara, SNI-Conacyt, en nivel I.