Читать книгу Séneca - Obras Selectas - Lucio Anneo Séneca - Страница 24

Capítulo XX

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Recógete a estas cosas, más tranquilas, más seguras y mayores. ¿Piensas que es igual ocupación cuidar que el trigo se eche en los graneros, sin que la fraude o negligencia de los que le portean le hayan maleado, atendiendo a que con la humedad no se dañe o escaliente, para que responda al peso y medida?, ¿o el llegarte a estas cosas sagradas y sublimes, habiendo de alcanzar con ellas la naturaleza de los dioses? ¿Y qué deleite, qué estado, qué fortuna, qué suceso espera tu alma, y en qué lugar nos ha de poner la naturaleza cuando estemos apartados de los cuerpos? ¿Qué cosa sea la que sustenta todas las cosas pesadas del mundo, levantando al fuego a lo alto, moviendo en su curso las estrellas, con otras mil llenas de maravillas? ¿Quieres tú, dejando lo terreno, mirar con el entendimiento éstas superiores? Ahora, pues, mientras la sangre está caliente, los vigorosos han de caminar a lo mejor. En este género de vida te espera mucha parte de las buenas ciencias, el amor y ejercicio de la virtud, el olvido de los deleites, el arte de vivir y morir y, finalmente, un soberano descanso. El estado de todos los ocupados es miserable; pero el de aquellos que aún no son suyas las ocupaciones en que trabajan, es miserabilísimo; duermen por sueño ajeno, andan con ajenos pasos, comen con ajena gana; hasta el amar y aborrecer, que son acciones tan libres, lo hacen mandados. Si éstos quisieren averiguar cuán breve es su vida, consideren qué parte ha sido suya. Cuando vieres, pues, a los que van pasando de una a otra judicatura, ganando opinión en los tribunales, no les envidies; todo eso se adquiere para pérdida de la vida; y para que sólo se cuente el año de su consulado, destruirán todos sus años. A muchos desamparó la edad mientras trepando a la cumbre de la ambición luchaban con los principios; a otros, después de haber arribado por mil indignidades a las dignidades supremas, les llega un miserable desengaño de que todo lo que han trabajado ha sido para el epitafio del sepulcro. A otros desamparó la cansada vejez, mientras como juventud se dispone entre graves y perversos intentos para nuevas esperanzas.

Séneca - Obras Selectas

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