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Periodo moderno de la energía fósil y la imprenta

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A partir del siglo xv emerge el carácter moderno de la civilización, que tendrá como patrón energético fundamental la energía fósil —no renovable— en sus dos fuentes fundamentales: el carbón mineral4 y, posteriormente, en el siglo XIX, los hidrocarburos. A este patrón quedan atadas la ciencia y la tecnología5. Para su proceso productivo, este tipo de energía requiere de grandes capitales, que solo son posibles a través de la constitución de grandes corporaciones financieras e industriales de carácter monopólico, constituidas en gigantescas sociedades económicas, inicialmente privadas y posteriormente estatales. Estas corporaciones serán los actores económicos fundamentales de esta fase civilizatoria. De otra parte, en el siglo XVI, Johannes Gutenberg diseña la imprenta de tipos móviles. Su invento da origen a un nuevo giro comunicacional humano: al desplazar la escritura amanuense del anterior periodo premoderno, facilita la producción generalizada de libros y la difusión de las ideas.

Ambas condiciones son fundamentales para el despliegue de las creencias y valores modernos fundamentados en el poder de la razón –que ningunea las emociones–, como la crítica y el individualismo; de la modernización que reviste el modo de producción capitalista con base en la producción e intercambio competitivo de mercancías a escala; y del poder financiero imperialista moderno (Harari, 2017). Bajo esas condiciones se instaura la segunda fase civilizatoria de la humanidad, denominada sociedad moderna.

En términos sociopolíticos, en esta fase se van a manifestar dos formas organizativas político-administrativas: la liberal capitalista y la socialista estatista. Ambas ponen en el centro del ejercicio del poder al Estado nacional, a la democracia representativa –y su centralismo democrático–, a los partidos políticos y a los ordenamientos territoriales geopolíticos, en correspondencia –y símil– con la dinámica del mercado monopolista capitalista corporativo o estatista socialista.

En el sistema representativo —al haber delegado el elector mediante el sufragio su voluntad política a quien lo representa— el centro de gravedad del poder reside inevitablemente en los representantes y en los partidos que los agrupan, y ya no en el pueblo. (De Benoist, 2016)

La gestión administrativa liberal o socialista real de las diversas formas sociales modernas se corresponde con la llamada administración científica taylorista-fordista, sustentada en los principios de la eficiencia y la eficacia —desarrollados por las grandes empresas— y difundida como pauta hegemónica de conducta al resto de la gestión de los diversos subsistemas que componen el cuerpo social. Es un sistema de gestión vertical que jerarquiza de arriba hacia abajo, se enmarca en la producción de mercancías y su distribución, a través de la oferta y la demanda, la división del trabajo y la incesante acumulación de capital —su razón y destino final— y, de esa manera, conforma todo un sistema mundo, al decir de Wallerstein6.

La cultura y su difusión están estrechamente relacionadas con la impresión a escala del lenguaje escrito que, al tiempo que hace masiva la opinión pública, promociona el individualismo, el éxito y la competencia como sus valores fundamentales. Es una cultura fragmentada y fragmentadora que separa el pensar del hacer, la institución educativa de la actividad práctica, el campo de la ciudad, la naturaleza de la sociedad, el Estado de la sociedad civil, etc. En fin, es una cultura de y para una sociedad esquizofrénica, que requiere para su tratamiento de la clínica psicoanalítica freudiana. En esta fase moderna la vida queda supeditada al poder del mercado como mercancía y a disposición y servicio de la defensa patriótica del Estado.

Ese periodo lo podemos ver sintetizado en la tabla 3.

TABLA 3. Periodo moderno: capitalista y socialista estatista

Periodo moderno: siglos XVI-XX
Patrón energético: fósil. Carbón y petróleo. Giro comunicacional: la imprenta. Administración científica: taylorista-fordista. Estado: democracia liberal representativa. Territorio: el país y la nación. La vida: supeditada al mercado y al Estado.

Fuente: elaboración propia.

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