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tú sÍ me entiendes

Un pequeño homenaje a nuestra compañera

y amiga, un autentico animal racional

“Dicen de ti: es un ser humano. Dicen de mí: es un animal. Y no se han dado cuenta de que nuestra diferencia está en algo muy simple: tú, piensas que me quieres, y yo…, te quiero sin pensar”.

Quiero recordarte como eras, y cómo la nostalgia de tu ausencia llena mi corazón. Te fuiste físicamente hace años, y tu imagen sigue viva, tanto que me ha acompañado de forma continua. Imborrable, irrepetible, con esa mirada tan triste/feliz que yo no he vuelto a encontrar en ningún ser vivo.”Doris”, allá donde estés e incapaz de ladrar, decirte que siempre has ido a mi lado, ni te olvido ni te olvidaré.

¿Te acuerdas cuando salíamos juntos por la mañana e íbamos a pasear? Ambos obteníamos del otro algo que nos hacía sentir plenos. Siempre nos entendimos y sin palabras caminábamos juntos. Busco en mis recuerdos vivir ese tiempo otra vez, y sonrío con ello, era un momento de proximidad compartida entre tú y yo que se terminaba en unos minutos, cuando yo me iba a trabajar y tú te quedabas en casa esperándonos.

Separar la realidad de la ficción suele ser más fácil, que separar el corazón de los sentimientos, pero hay que ser justos y no creernos lo que no vivimos; pero nuestra cabeza suele traicionarnos.

Quiero con este pequeño homenaje volverte a decir que te quiero, no te has ido ¿me entiendes? Seguro que sí; las cosas, nuestras cosas han cambiado mucho, nuestro cuerpo, nuestra cabeza y nuestro tiempo han avanzado, posiblemente nos hemos hecho mayores; y tú te quedaste ahí en el espacio con esa fotografía inmovilizada, mirándome fijamente expectante esperando mi respuesta.

Un día leí algo escrito por Anatole France que estoy convencido, de que si lo hubieras podido escribir seguro que lo habrías hecho y tan sólo pensarlo me llena de emoción “Hasta que no hayas amado a un animal, parte de tu alma estará dormida”. Tú compañía, tus silencios, tu acostarte a mis pies, me hacían sentirme seguro de mi mismo, y jamás nos pediste nada a cambio, y creciste a nuestro lado como uno más de la familia, sin darnos cuenta.

Contigo descubrimos el paso del ciclo vital de un ser vivo. Nos diste y entregaste tus catorce años y medio de vida a todos, aportándonos una alegría infinita. Cuando eras cachorrito y luego cuando fuiste creciendo; después te hiciste muy pronto joven y corrías por todos lados de forma inquieta, y más tarde adulta ya, con un buen tamaño de golden retriever con tu pelo blanco como la nieve, y principalmente tus ojos que no puedo olvidar. No tuviste descendencia, pero creo que no te importó, nos tenías a nosotros. Seguiste creciendo y te hiciste madura, para luego llegar a vieja, tu ciclo completo.

Pasó el tiempo y empezaste a no poder subir las escaleras de casa y te quedabas a dormir en el salón. Me producía tristeza pensar que tu camino se iba acabando, y aunque creo que no sufrías, veía como día a día aumentaban tus dificultades, aunque tu mirada, no cambió nunca, la nuestra un poco sí.

El día de tu despedida aún lo recuerdo, nos observabas no sé si triste o como diciendo que no entendías nada. Yo creo que nunca nos reprochaste o que consideraras que actuamos injustamente contigo. Estuvimos todos los tuyos dándote un beso y un abrazo, agradeciéndote todo el cariño que nos diste, y que también te intentamos dar, y más de una lágrima surcó nuestro rostro.

Y no te fuiste porque no te podías ir. Sigo triste cada vez que te recuerdo porque no te veo. Allá en el cielo donde seguro estás, nos esperarás, y juntos de nuevo, continuaremos con nuestros paseos.

Tu camino sin duda será el nuestro, y cuando queramos establecer la frontera entre la racionalidad e irracionalidad nos costará ponerla, pues la racionalidad de muchos animales supera con creces, la irracionalidad de tantos humanos.

Cierro los ojos y te veo junto a mí, y claro que me entiendes, hablamos el mismo lenguaje del corazón y de los sentimientos. Ambos es imposible que nos engañemos con nuestras miradas, pues nunca lo hicimos. Pero estamos juntos, o al menos te sigo sintiendo cada vez más a mi lado, para nunca separarnos ya. ¡No volveré a dejar que te vayas!

Me enseñaste a mí, y a todos nosotros muchas cosas sin palabras o ladrido alguno, y sinceramente, desde mi memoria, he de decirte que tu luz sigue brillando e iluminándome como una estrella en mi recuerdo y en mi vida.

Meteoros

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