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palabras en la madrugada

Alguien a tu lado para empezar el día

compartiendo palabras y sentimientos

“Mis palabras suben volando, mis pensamientos se quedan aquí abajo; palabras sin pensamientos nunca llegan al cielo”. William Shakespeare

Hoy, como tantos días, me he despertado a una hora que prefiero no contar; esa hora en la que es difícil discernir, si es pronto o tarde. Me he levantado rápidamente, pues me cuesta mucho permanecer en la cama mirando techos y observando oscuridades. Miro a mi lado y te siento dormida plácidamente, soñando tus sueños e intento no desvelar tu descanso. Bajo al salón en silencio, me preparo ese primer café, y me dispongo a seguir leyendo ese libro inacabado que empecé hace algunos días. Es todavía de noche y dentro de muy poco empezará a amanecer.

¿Qué sucede entonces? Al cabo de un rato indeterminado se cumple como cierta esa frase: “dos que duermen en un mismo colchón se vuelven de la misma condición”. Te empiezo a sentir trastear arriba en la habitación, con esa alerta permanente que mantienes que ha percibido mi ausencia, y te levantas y bajas a compartir conmigo el nuevo día. ¿Qué tal has dormido, estás revuelto, cómo te encuentras? Pueden ser algunas de las preguntas que nos hacemos pero ¡cuánto madrugas! Suelen ser las primeras palabras que pronunciamos para desearnos ¡Buenos días! Nos preparamos para iniciar la actividad cotidiana, con nuestra taza humeante, nuestro pan con mermelada, y ese clima intimista creado en nuestro escenario, en el que solos y juntos disfrutamos de un momento mágico, ¡llevamos tanto tiempo haciéndolo!

Amanece, la luz empieza entrar de forma tenue por la ventana y comenzamos uno y otro a abrazarnos con nuestras palabras, a trasladar nuestras reflexiones y preocupaciones matinales, posiblemente intranscendentes, pero comunes. El tiempo se detiene, el reloj para sus agujas, no importa, seguimos siendo los mismos, los que durante tantos días y tantos años hemos compartido este momento lleno de pensamientos tanto propios como conjuntos.

Ya hemos terminado de desayunar, y ambos para prolongar la conversación, empezamos a charlar animadamente, trasladando en este día cualquiera, como cualquier día un poco de nuestro yo, que ahora ya no es tan enteramente nuestro. Ciertamente creo que es una terapia que funciona, pues ayuda a que las dos medias botellas recuperen su nivel; si una está medio vacía tienda a equilibrarse con la otra y es verdad que funciona a través de nuestros vasos comunicantes, así es fácil tener la botella llena. Qué importante es sentirte a mi lado, saber que estás ahí y que siempre, siempre vas a soñar mis sueños conmigo. El tiempo pasa de forma inexorable y tengo la percepción de que todo se hace cada vez más sólido y firme. Los silencios, las soledades y los temores, son menos oscuros si se comparten.

Nuestra vida ha crecido con y para nosotros, y tú y yo, siendo los mismos somos diferentes. Tu mirada, tus manos que siguen buscando las mías, y cuando se encuentran adquieren para ambos esa seguridad que necesitamos. Somos afortunados, infinitamente afortunados, la vida nos ha dado la posibilidad de encontrarnos, y el camino siempre será feliz, alegre y sonriente, unidos hasta un final espero que lejano.

Ya se ha roto el hechizo, nuestros hijos se incorporan a nuestro lado, y cada uno, en su sustantividad, empieza a contar el día que le espera. Los trabajos, tareas, colegios, dudas e incertidumbres….; y empiezan a mezclarse todos los fantasmas e ilusiones que nos acompañan. Es esa magia de la costumbre y la gasolina que nos ayuda a caminar por separado y nos hace sentirnos únicos y exclusivos en nuestro mundo propio, diferente al resto. Y el día comienza para todos, cada uno en su ruta, y con su rutina.

Meteoros

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