Читать книгу Estudios jurídicos sobre la eliminación de la violencia ejercida contra la infancia y la adolescencia - Mª Aranzazu Calzadilla Medina - Страница 24
II. LA VULNERABILIDAD DE LOS RECIÉN NACIDOS
ОглавлениеTradicionalmente la violencia se ha asociado principalmente al género masculino y esta creencia ha propiciado que los historiadores se hayan inclinado a estudiar principalmente la violencia masculina. Sin embargo, también hubo violencia perpetrada por las mujeres. Dentro de las figuras delictivas violentas asociadas a las mujeres aparecía de manera destacada el infanticidio. De hecho, este delito se asociaba casi de manera exclusiva a las féminas y era ejecutado por las que acababan de parir o por familiares, normalmente mujeres, muy cercanas. Sobre todo, se daba entre jóvenes solteras y, en menor medida, entre casadas y viudas. Más allá de esta terrible actuación contra los recién nacidos, se encontraba la propia vulnerabilidad e indefensión de la mujer, en la que la honra era un valor muy presente.
La obsesión colectiva por el honor constituyó una de las preocupaciones más importantes de la sociedad de ese tiempo, al convertir a la mujer en la depositaria de la honra de su propia familia. De ella se esperaban determinados comportamientos: obediente, casta, modesta, vergonzosa y retraída. Así aparecía retratada en los libros: “con mucho orden y concierto, los ojos bajos, el rostro sereno, el paso grave y no apresurado ni espacioso; en todo representando gravedad, honestidad y madurez”8. Callada y recluida, respetando la clausura doméstica que la mantenía recluida de puertas adentro en atención a la honra familiar. Esta situación afectaba, sobre todo, a aquellas que pertenecían a grupos sociales en los que el honor era inexcusable: las clases urbanas medias y altas. Sin embargo, todas ellas, independientemente de su posición social, debían guardar su honra. De ahí que un embarazo no deseado las pusiera en una situación de extrema vulnerabilidad y señalamiento social.
A medida que se descendía en la escala social, se producían situaciones de mayor desprotección entre las mujeres. Los embarazos no deseados debían de ser escondidos a la sociedad. Este hecho era relativamente corriente entre criadas que quedaban preñadas de su amo o de otro criado de la casa. El comportamiento que se repetía era siempre el mismo: tratar de ocultarlo y negar los rumores de los vecinos que las acusaban. Quedar encinta suponía una vergüenza para la mujer y para su familia directa. Por este motivo se ejercía gran presión sobre ella. El problema era aún mayor si una joven soltera de pocos recursos quedaba encinta de un hombre casado. Si el hecho se producía entre solteros, se podía resolver a través del matrimonio, pero cuando ocurría entre un hombre casado y una joven célibe, habitualmente criada de la familia, se exponía a una gran humillación ante la sociedad, a la pérdida del único medio de subsistencia que tenía, a la imposibilidad de ser aceptada en otra casa, con muy pocas opciones de encontrar a alguien con quien casarse y con una boca más que alimentar9. No era fácil para aquellas jóvenes demostrar que las relaciones sexuales no habían sido consentidas, pero ello no significaba que no se dieran numerosos casos de abusos de poder en materia sexual entre amos y criadas10. El miedo las llevaba a ocultar el embarazo y matar al hijo que habían tenido en secreto, de manera que si conseguía evitar que su embarazo fuera notorio y lograban deshacerse del pequeño sin que nadie lo supiera, cabía la posibilidad de salvar su honra. Ahora bien, también hubo algunos casos en los que mujeres jóvenes sedujeron a varones solteros para mantener relaciones sexuales y obligarlos a casarse con ellas, tras dejarlas embarazadas. O al menos obtener una dote beneficiosa, a la que estaba obligado el varón embarazador, que serviría para lograr, más adelante, un matrimonio con otro hombre. “Estas mujeres conocían perfectamente las reglas de la sociedad patriarcal: sabían que quedar embarazadas de algún varón de la familia, aunque no pudiese matrimoniar con ellas, era una forma de obtener una muy sabrosa dote con la que concurrir al mercado matrimonial...”11.