Читать книгу Innombrables - Maite Mentxaka - Страница 5
ОглавлениеComenzamos un viaje involuntario,
un viaje por paisajes humanos.
No elegimos el recorrido y podemos encontrarnos,
en ocasiones, con agrestes paisajes,
y aún peor, con miserables paisajes humanos.
Nuestro viaje es involuntario, como aquel que podría trasportar a una persona que pasea por la calle Tremedal de Teruel y se encuentra de repente en el histórico puente de Mostar en Bosnia o en el Hotel Kazajistán de Almaty, situados ambos en Kazajistán, claro.
Es parecida la situación del nacimiento, quizá ésta más desconcertante, sin ruta, sin guía. Estamos ciegos y ciegos seguiremos el viaje, cargándonos además durante el trayecto con la recepción auditiva de las frases más banales, así es la vida, así es la vida. Cómo es la vida, así es. Y el bebé llora sin cesar, claro. Se le ha expulsado del útero sin guía ni más protección que esos pelillos o pelazo que se expande por su cabeza, a veces incluso por la frente, como testimonio incuestionable de quienes fueron sus ancestros cuadrúpedos cubiertos de pelo. Nos estampan un nombre nada más nacer sin consenso por nuestra parte y nos encontraremos con otros nombres alrededor que quizá serán los que nos rodeen toda la vida y tampoco los hemos elegido, ni a quienes nos rodean ni a sus nombres. Se dice que hemos desarrollado mucho la cabeza y la pelvis tiene sus dificultades para expulsarnos a la vida. Ella, la cabeza, dicen, será cada vez más capaz y la pelvis cada vez más incapaz por su estrechez para dejar paso al cabezón humano. Se dice también que el bipedismo ha sido el causante de la mayor estrechez de caderas, aunque según otras fuentes, también dicen que se debe a la necesidad de alcanzar mayor visibilidad a distancia o lo que ahora llamaríamos mayor amplitud de miras. Yo tendría mis dudas, no sobre la estrechez de caderas, sino sobre la amplitud de miras, no parece acompañar ésta a todos los humanos y todos ellos son bípedos. Sin embargo no todos los bípedos son humanos. No, dicen que no lo son, porque un pavo real o un chimpancé bípedos, dicen que no son humanos. No lo sé.
Dilema ya nada más comenzar nuestro viaje involuntario sobre nuestra denominación humanos.
En resumen, a nadie le preguntan si quiere hacer este viaje, así que no hay consentimiento expreso que autorice nuestra aparición. El derecho a decidir se ve violado nada más comenzar.
Y así, casi sin pellejo, se nos pegan infinidad de microorganismos que van a recorrernos sin dejar rastro, quizá alguna irritación en forma de manchitas rojizas, escozor alguna vez. Así el viaje comienza sin archivos que nos ilustren ni experiencia, precariedad, ignoto espacio al que asomamos.
Alguna vez nos encontraremos con el oponente más avezado en maldades y si hemos salido vírgenes a tierra y continuamos en ella vírgenes, el avezado hallará un campo también virgen en el que regodearse y arar un vía crucis por el que nos hará transitar.
A este innombrable lo reconoceremos por su frase banal, así es la vida, pronunciada con la misma desafección ante una situación luctuosa que ante una rotura de ligamento interno de una persona lejana o próxima o un desacierto en el bingo o ruina total, tanto para un accidente casero como para un terremoto 7,7 en la escala de Richter.